Altos títulos medievales. Orígenes durante la Tardo Antigüedad y la Alta Edad Media.

marzo 22, 2017 Escrito por: Tablilla De Cera - No hay comentarios

Cuando hablamos de títulos medievales se nos viene a la mente palabras como conde, duque o marqués y tenemos claro que se trata de nobles de gran poder que dominaban grandes territorios y ejercían su poder en la corte del rey. Lo que no parece tan claro es el origen de estos títulos y los detalles concretos bajo los que se fueron organizando entorno al monarca o al emperador. En el artículo de este mes trataremos de adentrarnos en la formación de estos altos títulos nobiliarios durante la época tardo romana y la alta edad media. Y además, lejos de dejar aclarado el asunto, veremos como de complejo era el entramado señorial medieval.

Álbum de torneos y paradas de Nuremberg. Siglo XVI

La primera complicación a la hora de adentrarnos en este tema es el área de estudio en cuanto a geografía y persona. No resulta extraño saber que existe una evolución de los títulos según avanza el tiempo pero lo que quizás no resulta tan obvio es la diferencia que puede tener un título -dentro del mismo margen de tiempo- según la región donde nos encontremos en cuanto a su orden jerárquico, así como el añadido en algunas regiones de títulos de difícil encuadre en otras zonas. También nos resultará extraño comprobar como la jerarquía de estos títulos está ligada a la persona y no a la región geográfica-política: puede darse el caso de un rey sometido al vasallaje de otro noble con un título menor.

Y es con esta idea, la de la persona y no el territorio, por donde debemos comenzar.

El de rey o monarca es uno de los cargos políticos más antiguos. La raíz más antigua de la palabra que podemos rastrear proviene del indoeuropeo REG, regir/gobernar y pasa al latín como rex mientras que en lengua griega encontramos el origen de monarca como μονάρχης («monarjis»), palabra formada por μόνος (uno) y la raíz ἄρχω (gobernar). Las transformaciones políticas que se suceden con el final de la época romana dan lugar a una serie de territorios gobernados por líderes militares de origen o tradición germana que van liberándose del dominio de Roma y convirtiese en reinos de facto. El caudillo visigodo, franco o suevo se convierte en rex, en un principio líder indiscutible del territorio que poco a poco, influenciados por la tradición legislativa romana de los territorios que gobierna, va formando una estructura que será similar en todos los territorios europeos, una evolución del sistema clientelar romano que pasa a ser estructurado entre señor y vasallo.

La apropiación del pasado por parte de los Estados modernos que surgen tras la revolución francesa (este tema ya fue tratado en La Tablilla de Cera: Nacionalismos y su relación con la Historia) nos ha dejado una idea llena de tópicos erróneos sobre la política y los reinos en el medievo; se justifica el Estado moderno mediante la creación y conquista de los reinos durante la Edad Media (merecería un artículo propio el propio término «reconquista») y su evolución desde el origen (cuanto más antiguo mejor) hasta el momento de creación de estos países actuales. La situación no era tan sencilla porque debemos tener en cuenta la siguiente premisa: el reino es la persona del rey y no el territorio. No es la extensión de territorio la que justifica el título de rey (o de conde, o de barón, etc), sino el poder, la influencia y las circunstancias de la persona y de sus antepasados inmediatos, lo que justifica que ese rey en concreto -y no su heredero o el rey vecino- tenga esos terrenos concretos asociados a su título real. De igual forma, el noble acumulaba títulos pero eso no significaba una extensión geográfica mayor ya que volvemos a repetir que lo importante es la persona y no el territorio. El hecho de que un noble que hubiese adquirido (por herencia, por recompensa de otro noble, por matrimonio, por conquista, etc.) los títulos de rey, conde y marqués, significaba que en un territorio gobernaba como rey, en otro como conde y en el siguiente como marqués. Podía coincidir que fuese conde y marqués bajo el paraguas de la monarquía que el mismo dirigía pero también podía encontrarse siendo marqués o conde bajo el vasallaje a otro monarca con el cual podía estar en buenas o malas relaciones. El asunto es mucho más complejo de lo que parece y por ello los problemas diplomáticos entre facciones, así como el cumplimiento de los acuerdos de vasallaje, eran problemas habituales y de difícil solución.

Esto se complicaba aun más cuando tocaba realizar una herencia o buscar un sucesor al título nobiliario, especialmente en el caso del rex. La idea común de que los títulos -y los territorios asociados a estos títulos- pasaban por herencia de padre a hijo primogénito no es tan clara. Las herencias siempre eran temas complejos y el primogénito no tenía porque ser el único beneficiado o siquiera no tenía porque ser beneficiario o incluso, los hijos e hijas también podían verse excluidos a favor de otros parientes. En estos temas primaba sobretodo la voluntad del rey fallecido y luego la legislación asociada a su territorio (ya fuese la suya propia o la del Señor al que rendía vasallaje), entendiendo por legislación no solo los documentos legislativos o la tradición oral, sino la influencia de los nobles más destacados, la voluntad eclesiástica (donde hay que tener en cuenta que la cúpula eclesiástica también era noble y contaba con títulos nobiliarios y por tanto, intereses) o los organismos de control que existiesen (por ejemplo, la reunión de los nobles en Cortes o los concilios).

En cuanto a los títulos otorgados a mujeres de la nobleza por lo general podían heredar un título sin problemas pero nos encontramos con la misma problemática: dependiendo del territorio, de la época y de la legislación. La ley Sálica, datada en el siglo V en territorio franco bajo el gobierno de Clodoveo I, regulaba una serie de temas para que los vasallos del rey Clodoveo supiesen actuar en determinados casos. Aunque esta ley trataba temas de hechicería, herencias o crímenes, la parte que perduró a lo largo de la Edad Media (y siglos posteriores en diversas versiones hasta nuestros días) y que acabó influenciando al resto de reinos fue la relativa a la prohibición de que una mujer heredase el reino Franco. Esto se debía a la tradición legislativa germana -en este caso bajo los francos salios- que se impone tras las migraciones bárbaras (La Tablilla de Cera: Barbarie y civilización. Orígenes y evolución.) basada en el caudillaje de jefes guerreros. Se entendía que los varones, que eran entrenados en las armas desde jóvenes, estaban mejor preparados para el gobierno y control de incursiones o revueltas. Como hemos dicho, esta parte de la ley pervive a lo largo de los siglos de una forma u otra y será de uso recurrente en determinadas ocasiones para legitimar o no a una heredera o heredero.

Retrato de Fernando I, monarca leonés.

En fin, esta realidad que acabamos de analizar nos presenta un panorama político complejo lejos de la supuesta idea de unidad nacional del reino de la que hacen gala los movimientos nacionalistas a partir de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Bien podía ocurrir que un rey legase a favor de una sola persona (el primogénito principalmente pero no lo entendamos como norma) y con ello el territorio asociado a la corona fuese el mismo al nombrar al nuevo rey o, que el rey decidiese dividir el reino a favor de todos o la mayoría de sus hijos, desgajando el reino del padre en 2 o 3 reinos y otros títulos inferiores dependientes de estos: Fernando I, rey de León (1016-1065) concedió a sus hijas dos Señoríos importantes: Urraca como Señora de Zamora y Elvira como Señora de Toro. El reino de León fue dividido en 3 reinos: García II rey de Galicia, Alfonso VI rey de León y Sancho I rey de Castilla.

No existía, por tanto, una voluntad clara de unidad nacional de un territorio. Volvemos a insistir en que el reino es la persona del rey y no el territorio que gobierna, que como vemos puede ser dividido a placer. Prima la voluntad del noble y su familia sobre el concepto de un territorio.

El poder de estos monarcas podía estar sometido -al menos teóricamente- al emperador. Sobre el título imperial y la propia palabra «imperio» hablamos largo y tendido en La Tablilla de Cera: Imperium. Orígenes y evolución del término por lo que poco más nos queda por añadir salvo que nos presenta idénticos problemas a la hora de entenderlo como unidad territorial y no como una característica más asociada al noble; por ejemplo: Carlomagno obtiene del papado el título imperial (en el artículo citado observamos los problemas que esto supone con el trono también imperial de Bizancio) pero siguiendo la tradición de los reyes francos, desde muy pronto se plantea dividir el territorio entre sus hijos Carlos, Pipino y Luis pero la muerte de los primeros convierte a Luis en heredero único salvo el breve reinado como rey de Italia de Bernardo, hijo ilegítimo de Pipino, título que aunque refrendado por Carlomagno, será Luis (Ludovico Pio) quien se apropie del reino italiano. Este mismo Luis I o Ludovico Pio intentará nombrar sucesor a uno de sus hijos y a los otros dos con amplios títulos pero subordinados a su hermano. Será el tratado de Verdún del año 843 el que obligará a Ludovico Pio a nombrar reyes a sus 3 hijos, Carlos, Luis y Lotario aunque será este último el que adquiere el título imperial. No existía por tanto, una intención clara de un imperio territorial continuista (de hecho algunas tesis apuntan a que no entraba en los planes de Carlomagno legar el título imperial puesto que debía ser por méritos y no por herencia) e incluso los herederos de Ludovico Pio, durante las 3 guerras que promueven contra los planes de su padre, no intentan aglutinar el imperio para uno de ellos sino que reclaman -siguiendo la tradición de los francos y otros pueblos germánicos- la partición igualitaria de los territorios.

Durante la segunda parte de la Edad Media, el protagonista será el Sacro Imperio como heredero del titulo imperial de Carlomagno pero las características de este título serán más acordes a la posible idea de meritocracia de Carlomagno que a la herencia del título. El imperator se elegirá mediante votación de los nobles europeos con derecho a voto pertenecientes al ámbito de actuación y prestigio del Sacro Imperio. El propio Alfonso X «el sabio», rey castellano, presentará su candidatura al trono imperial y saldrá derrotado frente a la candidatura de Ricardo de Cornualles. Insistimos en recomendar la lectura del artículo de La Tablilla de Cera para no alargar demasiado este artículo.

¿Qué títulos existían por debajo del monarca?vamos a centrarnos ahora en los más conocidos y el orden jerárquico que seguiremos no debe de tomarse como algo inamovible, insistimos de nuevo en la importancia del lugar y la época, no siempre y no en todos los reinos debía de ser así.

El duque tiene su origen en el mundo romano del siglo III d.C. como dux, aunque ya aparece a finales del siglo I a.C. para designar a algunos caudillos bárbaros y, parece ser, como nombre genérico ocasional para designar a algunos altos cargos militares del ejército romano. A partir de este siglo III d.C. el dux adquiere rango oficial como general y gobernador de una provincia aunque tras las reformas de Diocleciano su poder quedará sometido al del vicario, máxima autoridad de cada una de las diócesis que crea Diocleciano. El dux ampliará su rango de actuación (una diócesis agrupaba varias provincias) pero será una suerte de cuestor republicano (así como este estaba por debajo del cónsul/pretor/proconsul/propretor de una provincia, el dux estaba por debajo del vicario) con amplias funciones militares.
Bajo la idea de estos amplios poderes militares, los caudillos germanos asentados en los antiguos territorios del imperio romano tomarán prestado el título para asimilarlo en la tradición germánica a los líderes militares que acompañaban al caudillo, ahora rey. Los reyes otorgarán amplios ducados a los caudillos más destacados como forma de organizar el territorio, reciclando así la vieja administración tardo romana.

Máxima extensión del imperio carolingio.

El marquesado adquiere su importancia en época carolingia. El marqués (o margrave si seguimos la terminología alemana) era el guardián de la marca, un territorio fronterizo que necesitaba especial vigilancia y autonomía para tener una mayor capacidad y rapidez en la toma de decisiones. Estos marqueses debían de ser nobles que gozasen de experiencia y del favor del rey ya que su función era la de prevenir problemas externos y en ningún caso causar problemas al rey en un territorio ya de por si delicado por su situación de frontera. Así, Carlomagno crea una serie de Marcas (más o menos: Hispánica, Bretona, Sajona, Ávara, Lombarda y la marca de Friuli) en territorios de la frontera carolingia por su importancia extratégica y por su cercanía a posibles ataques exteriores. Ya vimos en La Tablilla de Cera: Los Estados tapón entorno al Congreso de Viena como estas marcas también existían en el Califato de Córdoba (bajo el término de at-Tagr al-Aʿlà) como contrapartida a las carolingias y con iguales funciones defensivas, luego entendemos la libertad de acción que debían tener estos marqueses a la hora de lanzar continuas incursiones o ataques (así como defenderse de las incursiones contrarias). Los marqueses, a pesar de estar apartados de la Corte, se acabaron convirtiendo en dueños de amplios territorios que acababan integrándose en el interior del reino (por ampliación y consolidación de la frontera) y con una teórica mayor libertad de acción y una organización más férrea sobre sus territorios que en el caso de otros nobles que sí se encontraban más cerca del poder del monarca.

Ceremonia de vasallaje. Liber Feudorum Ceritaniae.

Si decimos que el título de marqués implicaba en origen estar lejos de la corte palacial, en el caso del conde ocurre justo lo contrario: el condado nace en el palacio del rex y sus funciones son diversas. Este conde tiene su origen en el término latino de comes (compañero), que se aplicaba a los acompañantes de altos dignatarios o de los princeps y que realizaban tareas variopintas de cierto rango, desde administración hasta funciones militares. Es curioso pero en algunos lugares de Inglaterra un tipo de comes, el condestable, se asocia hoy al funcionariado y quizás sea un símil acertado. El comes evoluciona en paralelo al dux para convertirse también en un cargo oficial durante la antigüedad tardía, de hecho en el ámbito militar podía tener más poder que el dux. Sin embargo, lo que nos interesa destacar es la variedad de comites (condes) que existían, desde el comes rei militaris, que dirigía grupos de comitatus en las provincias (las famosas tropas de comitatenses frente a los limitanei de las fronteras) hasta los comes asociados al palacio como destacados funcionarios.

Al igual que ocurre con el dux, los nuevos reyes de tradición germánica adoptan la estructura tardoromana y asocian el título de conde a la corte palacial o a la administración de provincias, es un título donde prima el mérito y el trabajo y no tanto la dignidad familiar. Los comes o condes provinciales actúan como magistrados en diversas regiones, en principio poco conflictivas, donde su tarea es la organización y control de la misma. Mientras tanto, toda una estructura de lo que quizás podríamos llamar alto funcionariado se estructura entorno al palacio del monarca o del emperador: el comes stabuli (que deriva en condestable) como jefe del establo del Señor (quizás con alguna función militar como herencia del mundo romano), el comes cubiculario como jefe de los camareros que atienden al Señor, el comes encargado de la notaría del Señor (deriva en el Canciller) o el comes tesorero, encargado de las rentas del rey. Como vemos, estos condes palaciales, con el paso a la Baja Edad Media ya se habrán convertido en algo alejado de la nueva idea del conde como señor territorial, pero su lugar cerca del rey les convertirá en personas influyentes dentro de la Corte. Serán los originarios comes provinciales (que dejarán de ser «magistrados») los que se conviertan en lo que conocemos por conde.

Para recalcar esta idea del conde como funcionario de la corte (siempre tratando este concepto con reservas, lo usamos aquí como símil para mayor claridad) tenemos la siguiente figura en el escalafón nobiliario, el vizconde o vicecomes, título ligado al del conde y que significaba «sustituto del conde». El vizcondado ocupaba los territorios adscritos al condado cuando no había conde que lo ocupase (por ejemplo por fallecimiento del conde y sin otro conde que ocupase el territorio).

Llegados hasta este punto hemos hablado del emperador, del rey, del duque, marqués, conde y vizconde. Por supuesto nos dejamos en el tintero títulos menores como la baronía o el señorío, pero también otros mayores que son exclusivos de regiones concretas. El lector curioso puede indagar en títulos como el Grande de España, o el archiduque para territorio alemán.

Para reflexionar:

  1. ¿Qué sabes sobre el derecho germánico que traen los pueblos del norte que se asientan en los viejos territorios del imperio romano?, ¿cual era la base de esta tradición germánica?.
  2. ¿Cómo influencia la tradición legislativa romana en la administración de los nuevos reinos que nacen a comienzos de la Edad Media?
  3. ¿Cómo cambia la idea que tenemos sobre los reinos medievales bajo la premisa «el reino es la persona del rey y no el territorio»?
  4. ¿Qué otros títulos nobiliarios conoces?
  5. ¿Qué títulos nobiliarios aparecen con la baja edad media y más adelante a partir del renacimiento?
  6. ¿Cómo afecta la propiedad de la tierra a la influencia y poder del noble?
  7. ¿Qué características tiene la marca (el marquesado durante esta primera época) para la importancia posterior del marqués?
  8. ¿Conoces otros tipos de condes palaciales?, ¿por qué se forma esta separación entre condes palaciales y condes provinciales y hacia que posición social y política derivan unos y otros?

 

Para saber más: