Arabia preislámica

octubre 20, 2015 Escrito por: Tablilla De Cera - 1 comentario

En nuestro modelo educativo centrado en la historia entorno al mediterráneo hay determinadas lagunas que no se suelen tocar por falta de tiempo o por considerarse periféricas a la historia centrada en las culturas mediterráneas. En algunos casos las lagunas son obvias como el caso de la historia asiática, pero hay casos que pasan desapercibidos a pesar de ser generalmente conocidos. En el artículo de octubre analizaremos los condicionantes geográficos y políticos que propiciaron el nacimiento del Islam en la península arábiga. Dado que la religión musulmana y su relación con el poder está siempre presente en cualquier obra, intentaremos obviar en lo posible estos datos de fácil alcance para centrarnos únicamente en los antecedentes peor conocidos.

¿Cual es el marco general que nos encontramos en Arabia antes de Mahoma?
Arabia se había mantenido al margen de la política directa de los imperios romano-bizantino y sasánida. No obstante, como periferia de ambos actuaba regularmente como tropas auxiliares de romanos y sasánidas por igual en sus enfrentamientos por el dominio del próximo oriente y los contactos con ambos imperios era continuos y habituales.
La influencia romana se dejaba notar en el norte, en la llamada Arabia Petrea, donde la tribu de los Gasánidas, de religión cristiana monofisita, era mayoritaria y formaba un estado tapón aliado de Bizancio contra los persas sasánidas. Se extendían desde la frontera con la Palmira romana hacia el suroeste y la costa del mar Rojo (Sinus Arábicus) hasta casi llegar a Medina, con centro político en Al-Jabiyah, cerca de Damasco. Por su parte, los persas influenciaban sobre el noreste y la costa del golfo pérsico (Sinus Persicus), la Arabia Deserta. Esta zona estaba dominada por los Lajmíes, con centro político en Al-Hîra, cerca de Ctesifonte, que en un principio tenían carácter cristiano difisita y también eran aliados de Roma hasta que en el 325 d.C., el monarca persa Sapor II inicia una campaña para acabar con la amenaza de los Lajmies y convertir la zona en un estado tapón a su cargo. Sapor II se ganaría el título árabe de Dhū l-Aktaf («aquel que rompe las espaldas») debido a la brutalidad de su campaña para mantener en calma la zona. Gasánidas y Lajmíes, ya de por sí enfrentados entre si, serían reclutados habitualmente como tropas auxiliares de ambos imperios, los Gasánidas con Bizancio y los Lajmíes con Persia.

arabiapreislamica

Arabia presilámica. Elaboración propia.

En el centro e interior de la península se formó el reino de Kinda agrupando algunas tribus bebuínas del interior y en constante enfrentamiento con los Lajmies (probablemente hasta que Sapor II decidió poner orden en la región). Por otro lado, en el actual Yemen, en el extremo suroeste de Arabia, se encontraban los himyaríes, un próspero y pequeño reino gobernado por élites tanto cristianas como judías y en permanente alianza con los Kindíes recién mencionados. A causa de enfrentamientos religiosos que culminaron con la supremacía de un reyezuelo judío y la posterior represión a los cristianos, Bizancio decidió intervenir y pidió a otro de los estados tapón cristiano, Axum, al otro lado del mar Rojo en Abisinia, que invadiese Himyar para controlar y restablecer el orden.  Al caer los himyaries y perder su apoyo, los kindíes se fragmentaron ante la presión de otra tribu, los adnaníes. Es importante señalar que todo el sur arábigo era conocido como la Arabia Felix y su riqueza y prosperidad provenían del comercio del comercio de la seda y especias que llegaban desde Asia por mar hacia el mediterráneo, aparte de proveer otros recursos como mirra o incienso. También era una zona fertil y bien trabajada por medio de irrigaciones y e importantes presas como la de Ma’dib, que fue importante punto estratégico de cara a controlar la zona.

El sureste de la península estaba más despoblado debido a las duras condiciones del desierto de al-bahr al safi, hay cierta influencia de los Lajmíes pero sobretodo era territorio de las tribus nómadas. Por último, en el oeste, la costa del mar Rojo, se sucedían una serie de ciudades que luego serán claves como La Meca o Medina (llamada Yathrib en esta época), que eran centros de comercio y santuario de muchas tribus árabes como los Quraysh en La Meca y que o bien caían bajo la influencia de los gasánidas al norte o de los himyaríes al sur, siendo así que en el año de nacimiento de Mahoma dentro del seno del clan Quraysh, La Meca recibe la dura represalia del reyezuelo Abraha, un antiguo lugarteniente del citado momento en el que el Rey de Axum invade Himyar por orden Bizantina. El año de nacimiento de Mahoma, según la tradición, será llamado «el del elefante», debido a los animales de guerra que portaba el ejército de Abraha.

Lejos de asentar la hegemonía del nuevo reino de cristiano Himyar dependiente de Axum, por estas mismas fechas la vital presa de Ma’dib será destruida y no se reconstruirá (no sabemos si por una acción militar o por falta de mantenimiento ante alguna adversidad medioambiental). Esto supondrá la decadencia de la zona ante la falta de un buen sistema de riego de cultivos y muchas tribus emigrarán hacia el norte. Esta actividad migratoria y militar hará que los sasánidas vuelvan a intervenir en la zona (ante la pasividad de Bizancio), seguramente impulsados por incursiones en la zona de sus súbditos Lajmies. Con la ayuda de algunas tribus afines, los sasánidas expulsarán a los reyezuelos dependientes de Axum y establecerán su propio protectorado, gobernando de forma notable desde Ctesifonte. La situación en la península arábiga previa al nacimiento del islam quedaría pues con la zona noroeste gasánida dependiente de Bizancio, la costa este, sur y suroeste dependiente de Persia y el interior dominado por las tribus beduínas.

En el panorama internacional tenemos dos potencias en decadencia. El imperio bizantino, con Heraclio al frente y el imperio sasánida con Cosroes II al mando. Heraclio, hijo de Heraclio el Viejo, gobernador (exarca) de Cartago conquistó el trono de Constantinopla mediante un golpe de Estado. Reformó el Estado imponiendo el griego como lengua oficial en perjuicio del latín que se usaba por tradición continuista respecto al viejo imperio romano a pesar de que el griego era el idioma tradicional de la zona. En materia religiosa promovió la conversión de los nuevos pueblos llegados a los balcanes e intentó mediar sin tener éxito en el cisma sobre la naturaleza de cristo entre monofisitas (naturaleza divina de cristo) y trinitarios (triple naturaleza de cristo: Padre, Hijo y Espíritu Santo) con una opción de consenso, el monotelismo (Cristo con dos naturalezas, humana y divina y con una única voluntad). Los nestorianos o difisitas (Cristo en dos naturalezas independientes, humana y divina) habían sido desterrados de las doctrinas oficiales años atrás pero pervivían en algunas tribus como los citados lajmidas y algunas regiones de la persia sasánida. Cuando Heraclio accede al poder tiene a los sasánidas de Cosroes II prácticamente a las puertas de la inexpugnable Constantinopla y tras una serie de derrotas y una reforma militar, consigue expulsarlos de la provincia de Asia tras la batalla de Nínive y recuperar los territorios perdidos. Esta continua guerra y la presión ejercida en la frontera norte agotará el potencial militar bizantino hasta el punto de que, en el 636 con un ya enfermo Heraclio, los musulmanes penetrarán en la provincia de Asia tras una serie de reveses y conseguirán derrotar de forma severa a Bizancio en Yarmuk, que imposibilitado para rehacer su ejército perderá Asia y poco después Egipto, que había quedado asilado.

Cosroes II, por su parte, también fue asentado en el trono por un golpe de Estado de algunos notables sasánidas. Sin embargo al poco tiempo tuvo que huir al ser destronado por Bahram VI y buscó el apoyo del emperador Mauricio de Bizancio que consiguió asentarlo en el trono y sellar una paz entre ambas potencias. Mauricio sería asesinado por Focas y este, a su vez, destronado por Heraclio. Cosroes II usó esto como pretexto para invadir el Asia bizantina como venganza por la muerte de Mauricio y, a pesar de los éxitos iniciales de sus generales, acabaría derrotado tras años de guerra continua y con Heraclio avanzando hacia Ctesifonte, Cosroes II tuvo que huir y días después,  fruto de los muchos odios que se había granjeado durante su reino, fue asesinado y Persia inició el camino de la anarquía política que aprovecharon los musulmanes, en el 634, para invadir el imperio sasánida.

Vista la situación geopolitica y las interrelaciones de las principales potencias de la península arábiga, cabe preguntarse, ¿qué estructura tenían estas sociedades antes de la organización social y religiosa del islam?. Al igual que en los conflictos que hemos mencionado antes, carecemos de fuentes de primera mano y las que tenemos son creaciones posteriores de un mundo islámico ya asentado y estructurado que define esta etapa como Yahiliyya («etapa de la ignorancia»). El Corán es fuente principal al igual que los textos de historiadores posteriores (siglo VIII en adelante sobretodo). La arqueología es la aliada indispensable para completar las lagunas existentes.

A grandes rasgos podemos dividir la sociedad tribal árabe en dos formas de organización: las tribus más sedentarizadas por influencia de otras potencias, con núcleos poblacionales estables y una estructura estatal más o menos estable (gasánidas, lajmíes e himyaries) y las tribus seminómadas, (beduínos y los clanes de la costa del mar Rojo)  que son las que nos interesan ahora.
Estas tribus (qabâ’il) se organizaban en grandes grupos a modo de clanes (batn / hayy) pero el núcleo principal era la familia (a’yla / ahl / bayt), organizada en base a un linaje sanguíneo entorno un antepasado común al igual que en otros casos del mundo antiguo aunque las adopciones o asimilaciones de personas o pequeños grupos era común. Esta importancia de la familia lo observamos en la filiación que conservamos: son habituales los prefijos -ibn (hijo de) y -banu (hijos de).

Estas tribus competían por el terreno en un territorio donde las llanuras cultivables y terrenos de pastoreo eran escasos y lo hacían en base a un espíritu de cohesión (asabiyya) basado en una serie de virtudes (muruwwa) que se promovían y ensalzaban:  coraje (hamâsa), hospitalidad (karam), linaje (fakhr), paciencia (sabr), autocontrol (hilm) y honor (‘ird). Son habituales los conflictos entre tribus en base a la ley basada en la costumbre y las tradiciones, aplicada por el consejo de notables (maylis), generalmente aquellos varones de más edad y sabiduría. La tribu era siempre responsable de los delitos de uno de sus miembros en base a la asabiyya y era quien decidía dejar al individuo a merced de la tribu denunciante (la pérdida de filiación) ya fuese para su muerte, castigo o confiscación de bienes, acogerse a la decisión de un mediador (shaykh), que era uno de los cargos principales de toda tribu y se encargaba de la diplomacia entre tribus.

Representación de Al-lât (izquierda) con los oferentes. Asimilada en ocasiones a Minerva o Fortuna, diosa de la fecundidad y del sol. De wikipedia.org

Ahora bien, ¿cual es la situación en materia religiosa a la llegada del Islam?. Los movimiento sociales, ya sean religiosos o conflictos políticos nunca nacen de la nada. En Arabia preislámica se mezclan tradiciones llegadas de todas partes hasta alcanzar una cifra más o menos consensuada de 35 dioses a los que habría que añadir toda una serie de genios, demonios y espíritus asociados a una tradición animista, se adoraban ídolos de piedra como la Kaaba, de madera, ciclos lunares, astros, etc… hasta alcanzar cifras de unos 360 ídolos según la fuente a consultar. Toda esta enorme disparidad provenía de una rica y antigua tradición influida por los pueblos mesopotámicos (acadios, sumerios, babilonios, asirios…), por la larga y enorme tradición egipcia al otro lado del mar Rojo y seguramente aunque carecemos de fuentes, por influencia del comercio con India. A todo esto había que añadir la enorme influencia judía en la zona del Yemen y costa del mar Rojo, que ya venía de antiguo, y el enorme protagonismo del cristianismo que está en su época de mayor difusión y debate (es la época de las disputas sobre la naturaleza de Cristo, entre otros temas de base). A judíos y cristianos habría que añadir una tercera vía monotesita, los hunafa’, que siguiendo doctrinas judeocristianas no se identificaban como tal pero se emparentaban con la doctrina de Abraham.

Representación asociada al dios lunar, Hubal, uno de los principales en Arabia.

Representación asociada al dios lunar, Hubal, uno de los principales en Arabia.

Para las tribus, muchas ciudades, aparte de puntos de paso de las rutas caravaneras, eran centros religiosos, santuarios de peregrinaje donde se reunían las tribus para dirimir disputas y realizar ritos comunes. Uno de estos centros pero no el único era La Meca, donde se localizaba la famosa Kaaba, que en origen era el lugar de adoración principal de Hubal, dios lunar algunas veces asociado al semita Baal y de una numerosa corte de dioses secundarios e ídolos o genios, entre los que estaba Allah (aunque no hay consenso entre si era uno más o una asimilación de varios dioses entre los que Hubal sería principal)

¿Cómo podían congeniar todas estas tradiciones politeistas, animistas y monoteístas a la vez? muchas veces sucedía que reconocían a un Dios como principal pero aceptaban al resto sin mayores problemas. Podríamos citar aquí la época de Amenofis IV (Akenatón) y su revolución de Amarna que dio lugar a la preeminencia del dios Atón sobre el resto. Muchas veces este episodio ha intentado ser considerado como una época monoteista en Egipto cuando en realidad se trata de henoteísmo, la creencia en varios dioses pero tan sólo uno de ellos es considerado como digno de adoración. Siendo así, en la Arabia preislámica no había problema en aceptar a dioses e ídolos por igual fruto de esta larga tradición de contactos culturales entre pueblos, pero en muchos casos sólo uno era considerado digno de adoración.

No sabemos exactamente cuando se da el paso de una sociedad henoteista al monoteísmo férreo del Islam obviando la presencia judeocristiana en la zona, pero si que conocemos, volviendo a los hunafa’, que estos tenían una potente comunidad entre la tribu de Mahoma, los Banû Quraysh (según lo que hemos visto, el prefijo -banu nos indica que se tienen por descendientes de un antepasado mítico quizás llamado Quraysh o similar).

Este es el caldo de cultivo que encontrará Mahoma cuando alcance la madurez y se proponga controlar Arabia.

Para reflexionar:

  1. ¿Qué percepción tenemos de los orígenes de la religión musulmana?
  2. ¿Qué sabías sobre la época anterior al nacimiento del islam?
  3. ¿Conocías el henoteísmo?
  4. ¿Qué sabes sobre las disputas cristológicas (nestorianismo, monofisimo, monotelismo…)?, ¿conoces otras?, ¿cómo influye todo el debate entorno a los primeros siglos del cristianismo en las nuevas ideas del islam?
  5. ¿Conocías la importante presencia judía y cristiana en Arabia?, ¿y a los hanufa’ y otras religiones monoteístas similares?
  6. ¿Conocías la influencia de una Etiopía cristiana dependiente de Bizancio (el reino de Axum) en todo el proceso?
  7. Reflexionar acerca de la conexión entre esta situación y la inmediatamente posterior presencia musulmana. ¿Podemos explicar la rapidez de la conversión a la nueva fe teniendo en cuenta esta situación religiosa y sociopolitica?

 

Para saber más:

 

  • Melo Carrasco, Diego. La yahiliyya: oscuridad y luces en la Arabia presilámica. Revista Intus-legere nº7 Vol. 1 2004
  • Villagra, Mabel. La Arabia presilámica. Caravanas, tribus y desierto. El nacimiento del islam, revista Desperta ferro nº 24 2014
  • García de Cortazar, J. A. y Sesma Muñoz, J. A. Historia de la Edad Media: una síntesis interpretativa. Alianza editorial 2002
  • Richard Le Baron Bower Jr. and Frank P. Albright. Archaeological Discoveries in South Arabia, Baltimore, John Hopkins University Press, 1958