El reto geográfico. Políticas medioambientales históricas.

julio 31, 2017 Escrito por: Tablilla De Cera - No hay comentarios

Todos somos conscientes de la importancia de la geografía en el devenir histórico. Los accidentes geográficos (montes y ríos principalmente) crean fronteras y puntos de control estratégico de cara a la guerra o al comercio. Igualmente el tipo de terreno determina el nacimiento de ciudades y su configuración urbana; ciudades en torno a colinas como Roma o Madrid, articuladas entorno a canales de agua como Venecia o Estrasburgo, o llanuras fértiles como Babilonia, puertos destacados como Caen o Marsella… El sinfín de posibilidades y dificultades que ofrece la configuración del terreno y del clima no es algo que nos extrañe y corren ríos de tinta sobre el tema, aun así para el artículo de este mes queremos hacer una reflexión entorno a las políticas medioambientales, es decir a la interacción consciente de los Estados históricos con el medio geográfico o climático para ver sus consecuencias y su importancia como fenómeno social o incluso religioso y como algunas de estas soluciones por parte de los Estados históricos perviven y afectan a nuestra configuración actual.

Cuando hablamos de la interacción de los colectivos humanos con la naturaleza de su entorno, el ejemplo más paradigmático de adaptación y control es el del Egipto faraónico, cuyo evocador apelativo «País del Nilo», ya nos da cuenta de la estrecha unión entre la comunidad humana egipcia y el río que vertebra su sociedad. Aunque en los mapas el Egipto antiguo viene delimitado por una frontera más o menos cuadrangular coincidente con sus márgenes actuales, lo cierto es que el valle y los oasis principales formaban el «país». Cuando Kamose, rey-faraón de la dinastía XVII inicia las campañas contra los hicsos asentados en el delta del Nilo, no penetra en el desierto para hacer la guerra, el conflicto entre hicsos y egipcios se da entorno a las márgenes del río, no tenemos datos sobre hasta donde se consideraban que llegaba el terreno estatal.

Limo negro que deja la crecida del Nilo. Imagen de Fotografoloco1

Más allá de eso la sociedad egipcia vertebra su vida entorno al río: transporte, comercio exterior, agricultura y ganadería e incluso religión. Tras el último periodo glacial (Würm, finaliza en el 10.000 a.C.), el otrora vergel tropical va menguando por la subida de temperaturas hasta quedarse aislado en un gran valle pantanoso por cuyo centro discurrirá el Nilo. Tendrán que pasar 4 milenios más para que los grupos nómadas ya habituales en el valle, se asienten y empiecen a cultivar en las márgenes del río entorno al 6.000 a.C., de esos nuevos grupos sedentarios nacerá la sociedad Egipcia, que tan sólo milenio y medio o dos milenios después estructurará los primeros Estados egipcios. El peculiar ecosistema del Nilo y su régimen fluvial, con unas lluvias prácticamente inexistentes y una única y gran crecida del río una vez al año marcan el sistema agrario egipcio: El deshielo del invierno en los lagos Victoria y Tana aumentan de forma considerable el caudal de los dos afluentes del Nilo, el Nilo Blanco (nace en el lago Victoria) y el Nilo Azul (lago Tana), caudales que chocan cerca de la localidad de Jartún formando una gran crecida ya en el Nilo propiamente dicho que avanzará inundando los márgenes hasta la zona pantanosa del delta en el Mediterráneo. Esto sucede entorno al mes de julio y cuando el río vuelve a su caudal normal, en las orillas queda un limo pantanoso muy rico en nutrientes que se va asentando en las márgenes hasta septiembre, momento de siembra. Bajo una tierra propicia y con el riego constante del río, las cosechas crecen hasta más o menos abril, momento en el que comienza la recolección y que dura en algunos puntos hasta junio, justo antes de la siguiente crecida. Se trata de un proceso muy regular que permite, con la ayuda de algunos canales y sistemas de irrigación, la producción de enormes cantidades de cereal y otros productos como lino, así como el pastoreo del ganado y la fauna silvestre propia para la caza y pesca. Esta crecida adquiere propiedades divinas en la sociedad egipcia, el dios Hep (o Hapy según transcribirán los griegos), una deidad que ya está presente desde fechas muy tempranas (predinástico: 4.000 a.C. – 3.500 a.C.). Junto a Hep, el rey-faraón en calidad de ser divino también se encargaba de propiciar buenas crecidas todos los años y así, los agricultores debían dar o donar una parte de las cosechas a la Casa Real, que se encargaba de redistribuir o exportar grano fuera de Egipto, lo cual permitía una posición de fuerza ante Estados deficitarios de cereal, no debemos olvidar que Egipto se convertiría con Augusto en el granero de Roma superando a las viejas provincias exportadoras de grano (África proconsular, Sicilia y en menor medida la Citerior y Ulterior Hispanas)

El sistema egipcio contaba con expertos y herramientas destinadas al control de las crecidas, se realizaban mediciones para estimar el tamaño de la crecida y como podía afectar a las regiones egipcias a lo largo de todo el cauce el río. Este sistema de trabajadores estatales (de la Casa del Rey o de los templos principales) servía para hacer recuento y almacenar un remanente de grano de la última cosecha para compensar la previsible mala cosecha que se avecinaba, lo cual permitía adelantarse en caso de hambruna entre la población (aunque no siempre pudo ser así).

Una última mención sobre Egipto para detenernos en el entorno del delta del Nilo, un terreno que lejos de lo que pudiese parecernos hoy en día, formó parte del extrarradio egipcio hasta la unificación de las dos coronas con la expulsión de los hicsos. Estos hicsos forman parte de una larga migración por parte de comunidades de la zona Sirio-Palestina que van asentándose en el siglo XVIII a.C. en la zona del delta, lejos de los grandes núcleos urbanos, llegado un momento, los reyezuelos hicsos se encuentran con el poder suficiente como para desafiar el control egipcio en un momento de crisis y avanzan desde el delta hacia el interior, conquistando primero Avaris, en los margenes del delta, ciudad que cobrará importancia en este momento como núcleo de los nuevos gobernantes hicsos. ¿Por qué este débil control del enorme delta que forma el Nilo por parte de los egipcios?. Al contrario que el resto del río, que se ve sometido a una crecida y luego vuelve a su cauce habitual, el delta es un continuo terreno pantanoso, donde la edificación es complicada y donde la aparición de enfermedades (principalmente causadas por los habituales mosquitos en este tipo de terreno) hacen la vida dura. No obstante, veremos como siglos después de los hicsos, con los egipcios ya controlando del delta pero de nuevo sin grandes núcleos urbanos por las razones mencionadas, otro gobernante extranjero, Alejandro Magno, fundará la ciudad de Alejandría (332 a.C.), cuyo puerto natural era magnifico y convirtió la nueva ciudad en un lugar próspero, pero con los mismos condicionantes ambientales: las crisis por enfermedad eran habituales. Siglos después, en época de la Séptima Cruzada (1248 – 1254) Luis IX de Francia desembarcaría en Damieta, otra población del delta, y desde ahí apenas consiguieron avanzar porque desconocedores del régimen de crecida del Nilo, se encontraron hostigados en un terreno pantanoso que llegó a causar la peste entre las tropas, el propio Luis IX moriría en 1270, en el transcurso de la Octava Cruzada, esta vez en Túnez y en idénticas circunstancias de disentería y enfermedad en las tropas, quizás ya debilitado por las duras circunstancias de los años anteriores en el delta.

Las ruinas del Palacio de Cleopatra en Alejandría nos da muestra de la problemática de construcción en el terreno pantanoso del delta. Via: Culture Revista.

El reto geográfico egipcio es una labor que se pule y se trabaja durante siglos hasta alcanzar una adaptación al medio de factores de la sociedad tan teóricamente alejados de la naturaleza como la religión, así como obviamente de los más cercanos como la agricultura. Para el ejemplo siguiente pasaremos del largo plazo a la inmediatez mediante un reto histórico concreto cuyas repercusiones van más allá de la intencionalidad directa y del efecto en la geografía: el cruce del Rin por parte de César (55 a.C.) y el del Danubio por Trajano (103 – 105 d.C.).

El Rin formaba una frontera natural entre Europa Central y la Europa mediterránea occidental. Aunque deberíamos de aplicar lo dicho en uno de nuestros últimos artículos sobre los pueblos prerromanos (La Tablilla de Cera: Península Ibérica protohistórica: ¿Una cuestión entre celtas e íberos?), a grandes rasgos los romanos diferenciaban entre los pueblos galos y los germanos. Estos últimos, originarios de la ribera norte del Rin, llevaban décadas cruzando el río para buscar las fértiles tierras de la Galia y escapar de la amenaza de otros germanos. Así mismo estos migrantes germanos suponían una amenaza para los galos y el conflicto no era ajeno en Roma, más si cabe teniendo siempre presente el temor a un nuevo saqueo de Roma como había ocurrido en la república temprana (Breno, 387 a.C) o una nueva invasión germana como había ocurrido décadas atrás (cimbrios y teutones, 101 a.C.). Teniendo esto presente el puente de César no supone vencer una frontera infranqueable, galos y germanos lo cruzaban a través de vados o barcazas a diario para comerciar o guerrear, en pequeños o grandes grupos. El Rin era peligroso por sus fuertes corrientes y su enorme caudal y anchura luego cruzar era complicado pero no imposible. La importancia del puente cesariano viene dada por la ingeniería romana y los motivos mágico-religiosos implicados en el cruce de un río.

Tela de John Soane (1814) recreando el puente de César sobre el Rin.

Ya hemos visto como un río puede mitificarse y convertirse en deidad (Egipto), los ríos forman parte básica de las religiones animistas, son una fuerza de la naturaleza a la que se adora desde fechas muy remotas. Los propios romanos, ya convertidos a las religiones antropomorfas (divinidades humanizadas frente a las divinidades naturalizadas del animismo), conservaban rastros de este animismo en elementos como el Póntifex máximus, cargo sacerdotal que en origen parece estar ligado a un sacerdocio destinado a apaciguar a la divinidad por el hecho de poner un yugo al río, subyugar al dios fluvial mediante un puente, tema interesantísimo que dejaremos para otra ocasión. Teniendo esto presente y teniendo en cuenta que la religión galo-germana presenta aun más rasgos animistas que la romana, podemos entender el choque psicológico que supuso subyugar el Rin. No es lo mismo cruzar vadeando o remando que mediante un puente. Nos remitimos a la propia crónica cesariana:

<<XVII. […] Trababa entre sí con separación de dos pies dos maderos gruesos pie y medio, puntiagudos en la parte inferior, y largos cuanto era hondo el río; metidos éstos y encajados con ingenios dentro del río, hincábanlos con mazas batientes, no perpendicularmente a manera de postes, sino inclinados y tendidos hacia la corriente del río. Luego más abajo, a distancia de cuarenta pies, fijaba enfrente de los primeros otros dos trabados del mismo modo y asestados contra el ímpetu de la corriente; de parte a parte atravesaban vigas gruesas de dos pies a medida del hueco entre las junturas de los maderos, en cuyo intermedio eran encajadas, asegurándolas de ambas partes en la extremidad con dos clavijas; las cuales separadas y abrochadas al revés una con otra, consolidaban tanto la obra y eran de tal arte dispuestas, que cuando más batiese la corriente, se apretaban tanto más unas partes con otras. Extendíase por encima la tablazón a lo largo, y cubierto todo con travesaños y zarzos, quedaba formado el piso. Con igual industria por la parte inferior del río se plantaban puntales inclinados y unidos al puente, que como machones resistían a la fuerza de la corriente; y asimismo palizadas de otros semejantes a la parte arriba del puente a alguna distancia, para que si los bárbaros con intento de arruinarle, arrojasen troncos de árboles o barcones, se disminuyese la violencia del golpe y no empeciesen al puente.

XVIII. Concluida toda la obra a los diez días que se comenzó a juntar el material, pasa el ejército. […] Viénenle al camino embajadores de varias naciones pidiéndole la paz y su amistad; […]

XIX. […] Con estas noticias, viendo César finalizadas todas las cosas que le movieron al pasaje del ejército […], gastados sólo dieciocho días al otro lado del Rin, […] dio la vuelta a la Galia y deshizo el puente.>> Cayo Julio César, Guerra de las Galia, Libro IV; 17-19.

Los ingenieros de César levantan un puente de entre 300 y 500 metros de largo por unos 4 metros de ancho en tan solo 10 días. Por este puente cruzan cerca de 40.000 efectivos militares (con su impedimenta) sin ningún problema. El choque cultural supone asumir que la divinidad fluvial ha sido subyugada, conquistada, por un pueblo extranjero. A lo que hay que añadir que la logística germana para cruzar el Rin por medio de barcazas o por los vados suponía un serio problema con la muerte, daño o destrucción de enseres, carretas, bestias y seres humanos frente a las mínimas bajas que pudieron tener los romanos durante su construcción y con el seguro paso del Rin en un tiempo récord frente al que difícilmente podían estar preparados. Aunque el texto cesariano tiene una función propagandística, no nos puede resultar extraño la inmediatez de los embajadores a la hora de pedir la paz. Para mayor consternación social, los romanos destruirán el titánico esfuerzo de construcción apenas una semana después para volver a construirlo sin mayores problemas dos años más tarde.

De igual modo, algo más de un siglo después (103-105 d.C.) Trajano repite la misma operación en el transcurso de las guerras Dacias ante la dificultad y perdidas humanas, animales y materiales al cruzar e un puente de barcazas. El testimonio de Dion Casio, que escribe unas décadas después, nos da cuenta del impacto social que significaba una obra de ingeniería de este calibre incluso para los propios romanos (siempre teniendo en cuenta la parte propagandística):

<< Trajano construyó sobre el Ister [Danubio] un puente de piedra que desborda mi admiración hacia él [Apolodoro de Damasco]. De hecho, aunque fue brillante en todas sus hazañas, ésta fue la mayor. Tiene veinte pilares cuadrados de piedra de ciento cincuenta pies de altura desde los cimientos y sesenta de anchura; están situados a intervalos de ciento setenta pies y unidos por arcos. ¿Cómo puede alguien dejar de asombrarse por la gran inversión que se hizo, o por la forma en que cada uno de estos pilares fue anclado tan profundamente en un río cuyas aguas están llenas de remansos y con un fondo tan barroso? Evidentemente, para ello fue imposible ello desviar el curso de las aguas. He hablado de la anchura del río; pero el caudal no tiene una anchura uniforme, pues en algunos sitios anega el doble y hasta el triple de tierra; sin embargo, el caudal habitual en esta zona aconsejó construir un puente con la anchura citada. Además, hay que tener en cuenta que aquí el río pasa de un amplio caudal a un cauce estrecho, después del cual vuelve a extenderse a una anchura mayor, lo que lo convierte en violento y profundo; y esta circunstancia debe ser tenida en cuenta para comprender la dificultad que supuso construir el puente. Al mismo tiempo, una de las circunstancias que muestran la grandeza de los planes de Trajano es que el puente no se hizo para usarlo nosotros; la sola presencia de los pilares erguidos, aunque no se hagan intentos de cruzarlo, hace creer que hubieran sido erigidos con el único propósito de demostrar que no hay nada que el ingenio humana no puede lograr. Trajano construyó el puente porque temió que si alguna vez el Ister se helaba en medio de una guerra podía sorprender a los romanos en aquella orilla, y era necesario asegurar el acceso hasta ellos con estos medios. Por el contrario, Adriano tuvo miedo de que también pudiera hacer fácil el paso para los bárbaros, que tras derrotar a la guardia del puente podrían cruzar a Moesia; por eso, desmontó esta gran estructura.>> Dión Cassio, Historia romana, 68, 13, 1-6.

Restos actuales del puente de Trajano en el Danubio con una reconstrucción hipotética basada en un dibujo del ingeniero E. Duperrex (1907). Via: wikimapia.org 

El puente de Trajano tardó menos de tres años en estar acabado. Levantado con una base de ladrillo, mortero y cemento y una superficie de madera, tenía unas medidas de 1.135 metros de largo, 12 de ancho y 18 de alto, con sendos fuertes en los extremos. Al igual que el puente cesariano, su uso se circunscribió a las guerras dacias y posterior control del territorio pero bajo el gobierno del siguiente princeps, Adriano, la base de madera fue destruida intencionalmente como medida de prevención. El impacto y éxito de esta obra de ingeniería por parte del ingeniero Apolodoro de Damasco significó un símbolo para el princeps Trajano, siendo así que fue motivo en monedas y aparece con detalle en la columna de Trajano (obra del mismo Apolodoro).

Si damos un nuevo salto en el tiempo y volvemos a los retos geográficos a largo plazo nos encontramos con uno de los más exitosos y menos conocidos proyectos medioambientales de la Historia. La preocupación por el efecto del clima y la geografía no es algo exclusivo de finales del siglo XX en adelante, contamos con un maravilloso ejemplo en la segunda mitad del siglo XIII en Portugal. Con la conquista de los últimos reductos de los reinos de Taifas y aun en un conflicto diplomático con Castilla, Alfonso III (1248-1279) pone su mirada en la estructura interna del Reino, creando una administración eficaz, una legislación nueva y fundando nuevos núcleos poblaciones. Con una visión a largo plazo extraña en muchos gobernantes a lo largo de la Historia, el monarca portugués es consciente del problema que llega desde el Atlántico: los fuertes vientos del océano y la inexistencia de grandes cadenas montañosas provocan que las mareas se «coman» la costa, así mismo la arena penetra hacia el interior por efecto del viento, causando la desertización del territorio. Aun hoy en día uno puede excavar en algunas partes del interior lusitano y encontrar tierra arenosa pese a estar a varias decenas de kilómetros de la costa. Solventar este problema no era sencillo ya que la arena de playa es mala para cultivar o construir y los fuertes vientos son capaces de elevar los granos arenosos a muchos metros del suelo, era necesario algo capaz de aguantar en un terreno inestable y con una altura capaz de hacer de freno a los vientos.

El «muro» del Pinar de Leiria.

Aunque la reforma se atribuye al sucesor e hijo de Alfonso III, el rey Dinis I «El labrador» (1279-1325), lo cierto es que el impulsor fue el padre y Don Dinis continua y amplia el proyecto de crear este muro. ¿Cual fue la solución?, el pino bravo (Pinus pinaster), una variedad de pino mediterránea que alcanza entre 40 y 60 metros de altura, con unas raíces verticales capaces de penetrar las primeras capas arenosas para clavarse en suelo firme y precisamente capaz de formarse sin mayores problemas en casi cualquier tipo de terreno. Siendo así, ambos monarcas crean una plantación de pino bravo de una extensión aproximada de 11.000 hectáreas a lo largo de la franja costera cercana a la localidad de Leiría, el pinar de Leiria o Pinar del Rey. Un auténtico muro natural que frenó y frena el avance de las arenas y aprovecha los propios vientos enemigos para transportar los piñones hacia el interior, configurando así el Portugal de pinos que conocemos hoy en día y que se encuentra terriblemente amenazado por el efecto de los incendios provocados. La importancia y atención que Alfonso III y Dinis I dieron a su proyecto se observa por la creación de un cuerpo de vigilancia, con un nuevo cargo específico para el Pinar del Rey: el Guardia Mayor de los pinares reales de Leiria (o Guarda e Couteiro das Matas dos Pinhais do Rei), título que ostentaron tan sólo tres casas nobiliarias (Rodrigues Veloso, da Costa de Mesquita y da Silva de Ataíde) desde su creación en el siglo XIII hasta 1835 cuando se anula el título. Además del proyecto medioambiental, el pinar de Leiria fue el causante directo de la prosperidad portuguesa de los siglos XV en adelante y tendrá importancia en el desenvolvimiento del Estado hasta ya entrado el XIX. Los pinos aportaron la materia prima (madera y pez) para la convertir el Reino en una de las principales potencias marítimas descubridoras y colonizadoras. Con la nueva industria del XVIII y XIX, el proyecto de Alfonso III y Dinis I volverá a cobrar importancia con la creación y exportación de los productos resinosos.

Thomas Edward Lawrence (1888-1935)

Una visión mucho más clásica del uso del componente geográfico en Historia es el ejemplo de la toma de Áqaba por las fuerzas árabes de Thomas Edward Lawrence (Lawrence de Arabia). Áqaba era apenas una pequeña población controlada por una guarnición de apenas 500 soldados turcos. No obstante su situación junto al Mar Rojo convertía el lugar en un punto estratégico desde el que podían hostigar a las fuerzas navales británicas, servir de base para ataques turcos contra el Canal de Suez o incluso como una posible base para los submarinos alemanes. Tomar Áqaba desde el mar era una arriesgada maniobra con escasas posibilidades de éxito sin una base desde la que poder desembarcar (de hecho, Áqaba ejercía de base para los turcos). Por el interior las defensas escaseaban porque el mayor elemento defensivo de la ciudad era el An-Nafud, un desierto de unos 300 km este-oeste y 225 en el eje norte-sur que llegaba a pocos kilómetros de la población y se consideraba impracticable debido a sus condiciones extremas. En contra de lo que aparece en la famosa película, el desierto fue infranqueable para las tropas de Lawrence de Arabia, no obstante gracias al sistema de contra-espionaje (pistas falsas mediante la voladura de tramos de ferrocarril), el ejército rebelde árabe logró dar un enorme rodeo del An-Nafud, también bajo unas condiciones climáticas complicadas, pero a través del Ad-Dhana, un corredor desértico de tipo pedregoso de más de 1.300 km de extensión y entre 25 km y 80 km de ancho, conectando el An-Nafud al norte con el Rub al-Jali al sur, el principal desierto de Arabia. Con la experiencia de los beduinos en esta travesía y el apoyo de la Royal Navy británica, las tropas rebeldes de Lawrence de Arabia penetraron por el desprotegido flanco interior de Áqaba y lograron expulsar a la guarnición turca. Para hacernos una idea del muro defensivo que suponía el desierto, invitamos a los lectores a hacer uso de Google maps para las coordenadas del An-Nafud: 28° 18′ 0″ N41° 0′ 0″ E.

Por último y entroncando con los párrafos anteriores mencionaremos el Canal de Suez (1859-1869), construido apenas 50 años antes de la Rebelión Árabe por el diplomático y empresario francés Ferdinand de Lesseps. El proyecto de construcción de un canal que solventase los poco más de 150 km que separan el Mediterráneo del Mar Rojo nos lleva a la misma época con la que comenzamos el artículo. El Canal de Suez fue una ambición desde el Egipto faraónico hasta su definitiva construcción en el siglo XIX pasando por personajes como Napoleón o Darío I. Las primeras referencias nos llevan al Imperio Antiguo (2.700 – 2.200 a.C), aprovechando pequeños canales o algún wadi (cauce seco), los barcos se desmontaban y se volvían a montar. Ya con Ramses II (1.250 a.C.) en el Imperio Nuevo se intenta crear un canal de agua pero errores de cálculo en el desnivel dejan la obra inacabada hasta la conquista persa por parte de Darío I (hay otro intento anterior con Necao I), que finaliza las obras dejando constancia de ello mediante la erección de varias estelas con inscripciones en varios idiomas. Desde este momento, el canal pasará por fases de abandono y apertura (Trajano, Omar el Califa…) y un intento erróneo de construcción por parte de Napoleón similar al de Ramses II. La importancia de este proyecto a lo largo de la Historia nos sirve para finalizar y para dar cuenta del reto que puede suponer apenas 150 km «de geografía».

Para reflexionar:

  • En La Tablilla de Cera insistimos mucho en tener cuidado con los términos modernos para épocas históricas anteriores. Siendo así «políticas medioambientales» no sería un término adecuado, sin embargo nos parece que haciendo esta breve mención nos sirve para reflexionar sobre ello. ¿Qué término sería más apropiado?, ¿por qué nos resulta inapropiado?
  • Teniendo en cuenta el punto anterior: ¿Cuando nace la conciencia humana sobre la necesidad de hacer políticas medioambientales?, ¿qué ejemplos actuales conoces más allá de las políticas a nivel internacional entorno al cambio climático?
  • ¿Conoces otros ejemplos antiguos de políticas estatales relacionadas con la geografía y el clima.
  • ¿Resulta desconocido para el público en general la figura de Don Dinis (Dinis I)?, ¿qué sabes sobre este personaje?
  • Igualmente… ¿resulta realmente conocida la figura de Lawrence de Arabia más allá de la película de David Lean?, ¿sabías que era arqueólogo?

Para saber más:

  1. AJA SÁNCHEZ, José Ramón. Aguas mágicas. El Nilo en la memoria y la religiosidad del Mundo Antiguo. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y Universidad de Cantabria, 2015, 477 páginas, 2 mapas y 53 figuras [ ISBN: 978-84-8102-769-3].
  2. Dinis I, hijo de Alfonso III, también fue un prolífico literato. Dejamos una breve reseña sobre sus cántigas con algunos ejemplos en: Las Cántigas de Don Denís: Un tesoro escondido en el Pergamino Sharrer. MúsicaAntigua.com
  3. Biografía breve de Thomas Edward Lawrence en: Biografías y vidas. La enciclopedia biográfica en línea.