Historiografia: ¿cómo trabajan los historiadores?.

septiembre 27, 2016 Escrito por: Tablilla De Cera - 3 comentarios

En el artículo de este mes pretendemos hacer un esfuerzo y tratar el tema árido y teórico por excelencia en Historia, de hecho no veremos Historia sino historiografía. En La Tablilla de Cera pensamos que llegados a este punto es necesario hacer un alto y hacer un poco de reflexión histórica que explique la perspectiva que le damos a todos los artículos que estamos viendo e igualmente, invitar al lector a descubrir las diferentes perspectivas o escuelas históricas. Ya en la presentación describimos La Tablilla de Cera con la perspectiva de la escuela de las ideas o del pensamiento y el marco regulador que damos a los artículos y a la interpretación de las noticias está encuadrado dentro de esta escuela de pensamiento histórico. ¿Qué significa entonces una escuela del pensamiento?, ¿qué otras escuelas o corrientes de método histórico existen?, ¿cuales son las principales diferencias y en qué afectan a nuestra comprensión de la Historia?. Todo esto trataremos de verlo de una forma lo menos árida posible en el siguiente artículo.

Comenzamos definiendo términos: ¿qué es una escuela o corriente historiográfica? básicamente es la forma de afrontar el trabajo del historiador y lo podemos entender muy fácilmente haciendo un símil con el sector del automóvil: si sufrimos una avería en nuestro coche tenemos la opción de aquel mecánico que nos recomienda cambiar la pieza rota por una nueva y el que nos recomienda reparar la pieza rota. Ambas formas son correctas, cada una tiene sus pros y sus contras (precio, durabilidad, garantía…) y el método base de reparación será el mismo (desmontaje, reparación y montaje). En Historia sucede de forma idéntica: se aplica el método histórico (no muy diferente al del resto de ciencias)

Método histórico:

  • Heurística: hallar y recopilar las fuentes documentales o materiales.
  • Crítica de las fuentes: Veracidad, comparativa con otras fuentes y análisis.
  • Síntesis del análisis: Para su publicación y su posterior debate científico.

Sin embargo, la forma de aplicar el método histórico depende de la corriente historiografíca del historiador en función a su forma de entender cual es el sujeto de la Historia (recordemos nuestras clases de Lengua en la escuela: sujeto, verbo y predicado) y como debe de ser tratado. Estos conceptos son algo relativamente reciente fruto del debate que nace con la Edad Contemporánea y a la par que otros conceptos que resultaran familiares para el lector habitual: La Tablilla de Cera: Nacionalismo y su relación con la Historia (septiembre de 2015) y La Tablilla de Cera: Ciudadano antiguo y ciudadano moderno: La isocracia ateniense frente a la democracia ilustrada (mayo de 2016). Esto no significa que no existiesen historiadores antes de la Edad Contemporánea ni mucho menos (Heródoto, Ibn Jaldún, Tito Livio, Isidoro de Sevilla… son algunos famosos ejemplos) pero hasta el Siglo de la Razón o de las Luces no se empieza a cuestionar el oficio del historiador como ciencia. Es a partir de entonces (y hasta nuestros días), en consonancia con las nuevas necesidades socio políticas que van surgiendo (nuevas formas de ciudadanía y de Estado), cuando el historiador se profesionaliza más allá de la idea de un literato que recoge las tradiciones y los hechos del pasado. Se empieza a buscar la objetividad y se ahonda en la búsqueda de la verdad histórica, se cuestiona si ambos aspectos son posibles y si la Historia debe de ser considerada como ciencia o como ciencia con matices. En este ambiente de debate científico es cuando los historiadores empiezan a agruparse en corrientes o escuelas historiográficas, algunas veces entorno a revistas (Annales) y en otras ocasiones agrupados a posteriori por afinidad en sus postulados.

A la luz de todo este debate surgirán dos corrientes principales que marcarán para las humanidades (no solo Historia, también disciplinas como sociología o filosofía) todo el siglo XIX: positivismo e historicismo. El positivismo partirá de la Francia ilustrada y tendrá una aceptación rápida por el resto de Europa y hoy en día sus postulados han sido reformados y adaptados bajo el neopositivismo. Las tesis positivistas se centran exclusivamente en las fuentes, que no pueden ser cuestionadas ni mucho menos interpretadas por los historiadores (por lo tanto en el método histórico prima la heurística frente a una escasa síntesis). El historiador positivista hace acopio de todas las fuentes documentales que puede reunir para su investigación y basa su tesis en la acumulación de premisas (fuerza inductiva) que refuercen la ley general que se pretende extraer de la investigación: cuantas más fuentes corroboren el dato, más veraz resulta. No hay una crítica a las fuentes aunque existan partes que resulten incongruentes o poco comprensibles porque el historiador debe de ser objetivo hasta el punto de apartar aquellos datos históricos poco comprensibles y relegarlos hasta que se puedan encontrar otras fuentes documentales que expliquen esos datos (y si no se encuentran, continúan relegados). El positivismo pretende extraer leyes generales y universales de igual forma a las que encontramos en ciencias como la Física.

«Así , el verdadero espíritu positivo consiste, ante todo, en ver para prever, en estudiar lo que es, a fin de concluir de ello lo que será, según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales». Auguste Comte (1798-1857), ideólogo del positivismo y creador de la sociología.

Frente a esta corriente, en Alemania surge el historicismo, corriente que se aleja del encasillamiento de las ciencias puras aplicadas a la Historia como propone el positivismo y propone en su lugar un acercamiento a la filosofía y la filología, que deben de servir de ayuda al método histórico. El historicismo tiene un importante componente de heurística y como tal también da una importancia principal a las las fuentes documentales. La diferencia principal respecto a su corriente contemporánea es la visión del trabajo del historiador. Para los historicistas es imposible conocer toda la verdad, se trata de buscar teorías apoyándose en el mayor número de fuentes históricas de cualquier tipo (el uso de la correspondencia, por ejemplo) pero niegan que el historiador deba establecer rígidos postulados inamovibles, leyes generales según el modelo de las ciencias puras que aplican los positivistas. Esta corriente, aunque tiene un extenso componente narrativo en la redacción de sus hipótesis, hace crítica de las narraciones literarias o noveladas que eran lo habitual hasta el momento.

«Los tiempos fáciles en la humanidad son las páginas vacías de la Historia.» Leopold Von Ranke (1795-1886), principal ideólogo de la corriente historicista.

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Revista Annales d’histoire économique et sociale en su 1ª generación.

Positivismo e historicismo regularán el marco teórico del historiador durante todo el XIX pero al comenzar el nuevo siglo y especialmente tras el golpe moral y social que causará la Gran Guerra en el mundo intelectual, se entiende que estas corrientes ya no resultan útiles o crean lagunas que son aprovechadas por otros sectores para un uso erróneo de la Historia. En 1929 se crea la revista Annales d’histoire économique et sociale (en nuestros días: Annales. Histoire, Sciences sociales) donde se publican los postulados de la nueva corriente historiográfica: se asume que el historiador es subjetivo y no puede establecer leyes generales sino que debe interpretar el hecho histórico en base a ello. Los historiadores de annales son los primeros en apoyarse en otras disciplinas para el estudios histórico, ya no solo se usan las fuentes documentales sino que es posible extraer datos desde los elementos materiales (una espada, un telar…) o desde la geografía (teniendo en cuenta la geografía del terreno que se estudia y su influencia, por ejemplo, en los contactos culturales externos) y otras disciplinas. Además, annales ampliará el marco de estudio más allá de los acontecimientos políticos de primer orden y centrará su estudio en elementos de la sociedad. En cuanto a la labor del historiador, se propone una doble vertiente: la investigación y la divulgación, ambas necesarias pero estableciendo que durante la primera se debe usar un lenguaje y una terminología propia. El hecho de que esta corriente historiográfica surja entorno a una publicación científica permitió el debate interno y la evolución en sus postulados, (así como también abrió camino para el nacimiento de otras corrientes que parten de Annales), lo cual hace que podamos dividir Annales en varias generaciones de teóricos (se debate si estamos ante la cuarta generación de Annales) y aunque no es nuestra intención dar listas de nombres, no podemos dejar esta corriente sin citar a Fernand Braudel (1902-1985), que tomará las riendas de la revista tras la II Guerra Mundial.

 «La historia es la ciencia del hombre, la ciencia del pasado humano. Y no la ciencia de las cosas o de los conceptos.» Lucien Febvre (1878-1956), junto a Marc Bloch (1886-1944) fundador de la revista Annales.

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Los sistemas de producción son la base del marxismo histórico. Fábrica de azulejos. Vía: «Les Grandes Usines de Turgan», libro de 1874

Contemporánea de la segunda generación de Annales (ya con Braudel al frente de la revista) pero cuya génesis comienza a mediados del XIX, es el materialismo histórico o escuela marxista. Lo primero que debemos de señalar es que todas las corrientes históriográficas que estamos viendo forman parte del debate interno de la profesión del historiador, por lo que a pesar de su origen mutuo debemos separar las tesis políticas marxistas, englobadas dentro del proceso del movimiento obrero que comienza también a mediados del XIX, del marxismo histórico, cuyas tesis se aplican dentro del debate intelectual del «gremio» de historiadores. ¿Qué aporta el materialismo histórico al estudio de la Historia?. Los historiadores marxistas son los primeros en aplicar la economía como base del estudio histórico pero siempre acompañada del estudio de la sociedad, conformando los dos pilares básicos de esta corriente de pensamiento histórico. El materialismo histórico se basa en la materia prima y su mano de obra, concretamente en los procesos de producción de cada época y las luchas entre clases sociales que pueden provocar. El materialismo histórico no estudia procesos políticos regionales (la Historia de un Estado), sino que aplica el modelo de lucha de clases de forma genérica a cualquier tiempo y lugar histórico, desde los esclavos y los amos, los siervos y los señores feudales, a los obreros y patronos. Por último, si Annales admitía que el historiador es subjetivo, el marximo histórico iba más allá: el historiador jamás es apolítico, la Historia toma la ideología del que la está contando.

«El motor de la historia es la lucha de clases». Karl Marx (1818-1883) intelectual prusiano, teórico junto a Friedrich Engels (1820 1895) del comunismo de corte marxista y el materialismo histórico

Annalesmaterialismo histórico serán las grandes influencias de los historiadores de las décadas convulsas de comienzos del siglo XX, pero hacia el final de las guerras mundiales ambas corrientes se encuentran agotadas en su evolución. Mientras que el materialismo histórico se encontrará encasillado en sus tesis, Annales parece haberse vuelto más elitista y menos divulgativa y, especialmente en el seno de Annales, surgirán una serie de escuelas históricas que tratarán de abordar nuevas formas de Historia.

En este marco surgen una serie de escuelas que huyen del concepto de Historia total y coinciden en sus bases (Annales y marxismo) sobre evitar una vieja historia política. El ejemplo más claro de las nuevas preocupaciones del historiador es la microhistoria, que vuelve al relato literario (pero desde un punto de vista mucho más profesional basado en el método histórico) para centrarse en aquellos aspectos históricos que habían sido relegados y olvidados por la historia total o general. Los historiadores de esta escuela se apoyan en disciplinas como la antropología y la sociología y, en el apartado heurístico de la investigación, en un estudio concienzudo de las fuentes y muy detenido en los detalles. Se pretende partir de los pequeños fenómenos (desde gestos de la vida cotidiana a conflictos regionales) para ver como influyen estos en los grandes fenómenos históricos (del cambio de las tradiciones culturales a guerras entre Estados).

«Los griegos cuentan que Teseo recibió, como regalo de Ariadna, un hilo. Con ese hilo se orientó en el laberinto, encontró al Minotauro y le dio muerte. De las huellas que Teseo dejó al vagar por el laberinto, el mito no habla.» Carlo Ginzburg (1939-hasta la actualidad), historiador italiano impulsor de la microhistoria.

A la sombra del marxismo y muy influenciado por algunos postulados positivistas nacerá el estructuralismo, corriente que se extiende por todas las ciencias sociales, especialmente entre los filósofos y los antropólogos. Los estructuralistas basan su investigación en el estudio de estructuras lógicas, elementos de la vida humana que conforman un todo que se puede estudiar desde fuera (una empresa sería una estructura, todo lo que contiene esa estructura, desde las personas, las normas, los edificios o la producción son el objeto de estudio). Desde este punto de vista el ser humano no es el sujeto de la Historia sino un elemento más de estudio sujeto a una serie de normas o leyes. Los estructuralistas son los primeros en reflexionar acerca de los medios de comunicación que ya en los años 60 del siglo XX son importantes; estos medios de comunicación son formas de transmisión de información, aunque la información ofrecida está condicionada y sirve para reforzar o relegar ideas.

«El único fenómeno con el cual la escritura ha sido siempre concomitante es la creación de ciudades e imperios, es decir la integración de un gran número de individuos en un sistema político, y su clasificación es castas o clases.» Claude Lévi-Strauss (1908-2009) antropólogo estructuralista.

También en los 60 y en Estados Unidos la New Economic History o corriente cuantitativista separará de los estudios históricos la parte social del marxismo/materialismo histórico y fundamentará sus tesis en la economía. Esta corriente centrará su estudio heurístico en las fuentes documentales que aportan datos cuantitativos y la síntesis se llenará de estadísticas, gráficos de población, relación de cifras referentes al ámbito de estudio. Con la New Economic History se produce un acercamiento a las matemáticas como medio de explicar los sucesos históricos, los historiadores de esta corriente aplicarán estos postulados en temas como la esclavitud americana, aportando, por ejemplo, los datos cuantitativos sobre número de esclavos en las plantaciones y relación de muertes o nacimientos, para formular hipótesis sobre la mayor o menor dureza y las condiciones de vida del esclavo.

«El presidente tiene muy poco efecto sobre la economía. Si usted quiere poner la culpa o de crédito, la persona principal que influye en el ciclo económico es el jefe de la Reserva Federal.» Robert Fogel (1926–2013) historiador y economista, uno de los máximos representantes de la New Economic History.

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Jacques-Louis David. Juramento del Juego de Pelota. El 20 de junio de 1789 el Tercer Estado jura su unidad hasta conseguir redactar una Constitución.

En el otro lado, ya casi en la década de los 70 pero sobretodo a partir de los 80 con la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, la Historia Social se aleja del apartado económico del materialismo histórico así como de la política o el militarismo para centrarse en las sociedades. Esta corriente historiográfica tomará varias vías según el país en el que se aplique. Desde la vida cotidiana de las sociedades a las revoluciones sociales (como la revolución francesa) o la historia de la mujer. Aunque parte del marxismo, tendrá cierta influencia de Annales (en Francia y España principalmente).

«Naciones sin pasado son contradicciones en términos. Lo que hace una nación es el pasado, lo que justifica una nación contra otros es el pasado, y los historiadores son las personas que lo producen.» Eric Hobsbawm (1917-2012), historiador marxista que acabó siendo uno de los referentes de la Historia Social.

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Lavanderas en el Puente de Segovia, Madrid. Ejemplo de elemento de la historia madrileña marginado por los grandes acontecimientos de la ciudad a comienzos del siglo XX.

Partiendo desde la primera generación de Annales y de Historia Social, ya en los 60 pero especialmente a partir de la década de los 80, se hace hueco la Historia de las mentalidades en Francia y a través de esta influencia, la Historia de las ideas en Estados Unidos (con importantes representantes también en España). Es importante señalar que ambas corrientes historiográficas suelen aparecer actualmente como una única por sus similitudes. Los historiadores de estas corrientes parten de una base muy novedosa: el estudio del pensamiento social y los sistemas de creencias. Se trata de alejarse de los protagonistas habituales de la Historia y partir desde las clases marginadas por la Historia (especialmente los historiadores de mentalidades); así por ejemplo, nos resulta relativamente fácil conocer el pensamiento de la clase dominante en un periodo histórico ya que es el que suele aparecer en las fuentes documentales muchas veces narradas por ellos mismos. Sin embargo, para recurrir a las clases sociales que no son protagonistas de batallas, política o cambios sociales de primer orden, los historiadores de las mentalidades e ideas tienen que apoyarse en disciplinas como la filosofía, antropología, arte, epigrafía o las fuentes materiales (materiales arqueológicos de la vida cotidiana). Además existe una preocupación por la divulgación enmarcando cada mentalidad en su contexto (especialmente los historiadores de las ideas), apartando las leyes generales de corrientes como el positivismo y la terminología exclusivamente científica de las últimas generaciones de Annales: cada idea debe analizarse en su contexto histórico, no se deben aplicar conceptos modernos a contextos antiguos.

«El historiador sabe muchas veces que la “tradición” es la historia falsificada y adulterada. Pero el político no solamente no lo sabe o no quiere saberlo, sino que se inventa una tradición y se queda tan ancho» Julio Caro Baroja (1914– 1995), antropólogo español ligado a las corrientes de las mentalidades o ideas.

Al llegar el siglo XXI podemos observar una dispersión de corrientes historiográficas (hemos citado las principales, no todas), enfocadas en estudios mucho más parciales centrados en sectores de la sociedad muy concretos. El ejemplo de la microhistoria es el más característico pero por lo general observamos un abandono de las corrientes «totales», del estudio en conjunto a nivel de Estado o Estados. Esto ha llevado a una preocupación reciente por la falta de unos estudios globales y a la denominación de «cortoplacismo» por algunos historiadores, que ven en la crisis actual y en la influencia de los sectores economistas, una falta de visión a largo plazo para explicar los problemas de un mundo cada vez más entrelazado y global.

Para reflexionar:

  1. ¿Qué corriente historiográfica te resulta más atractiva?, ¿conoces otras?
  2. ¿Conocías algo sobre el debate historiográfico?
  3. ¿Con qué escuela histórica coincides menos o estás en desacuerdo?, ¿por qué?
  4. ¿Qué opinas acerca del debate actual entorno al cortoplacismo?
  5. ¿Qué opinas acerca de las corrientes que parten de Annales y marxismo y abandonan la historia total para centrarse en aspectos específicos?
  6. ¿Conocías el método histórico?, ¿ves diferencias entre el historiador y el que «escribe sobre historia»?
  7. ¿Son válidos los postulados que puede proponer una persona que «escribe sobre historia» sin ser historiador?
  8. ¿Quién o qué debe de ser el sujeto de la Historia?
  9. ¿Qué función debe cumplir el historiador entorno al debate acerca de su objetividad?
  10. ¿Qué opinas de la doble vertiente investigación/divulgación que nace con Annales?, ¿piensas que la Historia tiene suficiente divulgación por parte de los historiadores?, ¿qué función debe cumplir el historiador para la sociedad?

Para saber más: