Los Estados tapón entorno al Congreso de Viena

octubre 30, 2016 Escrito por: Tablilla De Cera - 1 comentario

Puede que este término no nos resulte del todo desconocido y nos recuerde especialmente al periodo de las guerras mundiales pero en el artículo mensual de octubre vamos a intentar profundizar en este concepto geopolítico, su utilidad o fracaso y su formación. El objeto de análisis serán los Estados tapón creados por el Congreso de Viena de 1814 y finalmente un par de ejemplos de otros periodos históricos.

Así, un Estado tapón o Estado colchón es un término que alude a un territorio teóricamente pequeño, autónomo e independiente situado entre dos o más Estados potencialmente enfrentados entre sí. Su utilidad es la de hacer de «tapón» o «colchón» en las disputas entre ambos Estados, no se trata de ejercer un arbitraje serio sino de un freno geográfico y político para evitar el conflicto bélico que causaría daños mayores. Muchas veces estos Estados tapón sufren, a cambio de su autonomía, la presión (tanto diplomática como violenta) de ambas potencia enfrentadas, que pasan a dirimir sus disputas en el territorio de este Estado en lugar de pasar a mayores en la frontera entre ambos. Suelen ser creaciones artificiales o la recuperación de viejos entes políticos caducados tiempo atrás y suelen ser creados o bien por uno de los bandos o bien mediante un acuerdo entre ambos bandos o mediante el acuerdo de una serie de Estados más o menos aliados para prevenir futuros conflictos en una región determinada.

Como ya hemos visto en otras ocasiones en La Tablilla de Cera, la mayoría de términos de carácter geopolítico o socio-político en uso en la actualidad nacen a raíz de periodo de inestabilidad política que surge a raíz de la revolución francesa y americana, los intentos de abolición de las viejas monarquías absolutistas, el colonialismo europeo y la creación de los Estados modernos en base a nuevas ideas basadas en el conjunto de ciudadanos y en los valores unitarios en lugar de personalismos de carácter hereditario. Estamos por tanto en el siglo XIX y el comienzo de lo que conocemos como Edad Contemporánea.

Reorganización europea tras el Congreso de Viena (mapa Ed. Vicens Vives)

Reorganización europea tras el Congreso de Viena (mapa Ed. Vicens Vives)

En este contexto y tras la derrota napoleónica y el consiguiente fin del periodo revolucionario francés que había puesto del revés el orden europeo, las viejas potencias europeas se reúnen en 1814 en un palacio situado de Viena situado en la Ballhausplatz, que hoy es sede de la Cancillería de Austria. A lo largo de casi 9 meses y entre bailes, banquetes y reuniones entre diplomáticos sin un orden concreto ni un tiempo definido, reorganizan el mapa internacional retocando fronteras, otorgando privilegios comerciales, reconociendo derechos, defendiendo el viejo sistema absolutista y creando Estados nuevos. Este último punto es el que nos interesa destacar con la creación del Reino de los Países Bajos (Bélgica incluida), Suiza y el Reino de Piamonte-Cerdeña, que si nos fijamos en el mapa forman prácticamente un cordón que separa Francia del norte y este de Europa. El Congreso de Viena, a pesar de la brillante actuación del diplomático francés Talleyrand que consigue que la nueva Francia de Luis XVIII no quede excluida de las reuniones, aprueba la creación de este «colchón» para evitar futuros intentos expansionistas por parte de Francia. Surge aquí la idea del equilibrio de poder, teoría política que irá reafirmandose desde entonces hasta nuestros días y que pretende mantener el status quo entre los Estados de tal forma que ninguno pueda sobresalir demasiado sobre el resto y suponga una amenaza seria para el orden internacional. En este contexto, los Estados tapón contribuyen a la defensa del status quo y la amenaza sobre alguno de ellos puede suponer la reacción internacional contra el agresor. La agresión a uno de estos Estados permite a las potencias el tiempo necesario para reaccionar (o no) sin que sus fronteras se vean comprometidas desde el primer momento y se consigue que los desastres de la guerra recaigan sobre estos Estados, que se convierten en el campo de batalla de las potencias enfrentadas.

¿Fueron realmente eficaces los Estados que surgen a raíz del Congreso de Viena? Por todos es sabido que en tan solo un siglo Europa se vería agitada por las dos brutales guerras que hoy conocemos como Guerras Mundiales, pero esto no significa el fracaso de esta política que merece ser vista con mayor detenimiento:

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Escudo de la Casa de Orange-Nassau

El Reino de los Países Bajos será una creación artificial. Los Países Bajos, desde la independencia de la Monarquía Hispánica en 1648 por medio del Tratado de Westfalia, llevaban practicando una forma de gobierno aristocrática bajo el control de un Estatuder que debía rendir cuentas a los Estados Generales. El cargo de Estatuder fue ocupado casi permanentemente por la Casa de Orange, siempre vinculada a los Países Bajos por su apoyo decidido al bando protestante frente a la Monarquía Hispanica y aunque en un momento dado el cargo se convirtió en hereditario para los miembros de esta Casa, no se trataba de un sistema monárquico y mucho menos de carácter absolutista teniendo en cuenta la legislación autónoma de cada provincia y las aspiraciones comerciales de todo el territorio. Esta situación acabará con la anexión francesa por parte de Napoleón. Después los diplomáticos del Congreso de Viena decidirán la creación de un Estado que sea lo suficientemente potente como para hacer desistir a los franceses de repetir las acciones de la Francia Revolucionaria y el imperio napoleónico, y que a su vez no acabe representando una amenaza para los viejos Estados europeos. Los territorios de los Países Bajos que acaba de perder Francia tras la derrota de Napoleón serán objeto de negociaciones y cábalas para buscar este fin y, finalmente, se creará el Reino de los Países Bajos que abarcará las provincias de los Países Bajos previas a la anexión francesa y Bélgica, que aunque también recibía popularmente el nombre de Países Bajos del Sur, era independiente desde la separación de la Monarquía Hispánica y en este momento pasa a integrarse, por deseo de los diplomáticos del Congreso, al nuevo Estado. Como no existía un monarca previo a la conquista francesa, los diplomáticos buscan entre la nobleza al candidato ideal, y ascienden al ultimo Estatuder (que apenas había podido ejercer como tal debido a la anexión francesa), Guillermo V de la Casa de Orange al título de monarca absoluto bajo el nombre de Guillermo I. Además, se le otorgará como posesión personal el Gran Ducado de Luxemburgo, ampliando en la practica el territorio del nuevo Estado.

En menos de dos décadas, Guillermo I tuvo que lidiar con los problemas que suponía esta unión: diferencias religiosas (católicos del sur y protestantes del norte), lingüísticas (francófonos frente a los dialectos holandeses: neerlandés, flamenco…), política económica y comercial… y en 1830 los Belgas se declaran independientes. Situación que, ante la lentitud de actuación de Guillermo I, aprovechará Francia para mostrar su apoyo al nuevo Estado. Guillermo I tendrá que ordenar la vuelta de las tropas sin entrar en combate y las potencias europeas decidirán no intervenir. La idea de un Estado tapón fuerte no será posible pero en su lugar se crearán dos Estados tapón, ya no para frenar solo a Francia, sino como un colchón entre franceses y los territorios austriacos y alemanes. En 1890 Luxemburgo quedaría independizado de la Corona de Orange al heredar el trono la reina Guillermina pues la ley del Gran Ducado impedía que la posesión fuese heredada por vía femenina.

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La localidad belga de Ypres durante la Gran Guerra (1915)

Esta situación de colchón se mantendrá durante un siglo (1815-1914) hasta que la amenaza expansionista llegue desde el norte. La Alemania de la Gran Guerra (o I Guerra Mundial) buscará una rápida invasión de Francia y para ello el plan Schlieffen pretendía sorprender a los Franceses atacando desde Bélgica, que debía de ser sometida en apenas unos días. La ciudad fortificada de Lieja se interpuso en los planes alemanes y, contra todo pronostico consiguió retrasar la invasión dos semanas. Bélgica y Luxemburgo se convertirían, primero en el camino alemán hacia el frente occidental, a pocos kilómetros al sur de la frontera francesa y más tarde en campo de batalla cuando la guerra da el giro a favor de los aliados. Por su parte, los Países Bajos conseguirían mantenerse apartados de la guerra, siendo respetada su neutralidad al no encontrarse en el camino de las tropas enfrentadas. No obstante, la emigración masiva de la población belga supuso problemas de abastecimiento para la población hasta el final de la guerra. La II Guerra Mundial no libraría a ninguno de los tres Estados, los Países Bajos, muy mal preparados para la guerra serían arrollados y sufrirían serios bombardeos mientras Bélgica y Luxemburgo volvían a convertirse en campo de batalla durante toda la guerra.
¿Fueron entonces efectivos los Estados tapón del actual Benelux? no podemos más que decir que de forma relativa, sí. Durante un siglo se mantuvo el status quo y las presiones entre potencias se llevaron a cambio en los despachos y mediante movimientos estratégicos como el apoyo francés a los belgas. Cuando estallan las Guerras Mundiales, los Estados del Benelux, sin ser potencias involucradas en las luchas de poder europeas, se llevan una de las partes más duras de la guerra, lo cual sirvió para aliviar en parte a las grandes potencias en pugna (Francia y Alemania con Inglaterra en segundo plano).

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Mapa de los cantones suizos en la actualidad

El caso de Suiza es realmente particular y merecería un estudio más detallado por ser una excepción dentro de los Estados modernos. Suiza también consigue su independencia del Sacro Imperio Romano Germánico en 1648 durante las negociaciones del Tratado de Westfalia (el mismo que libera a los Paises Bajos de la Monarquía Hispánica), se aglutinará a la manera germánica mediante una alianza de cantones en forma de Confederación Helvética unidos entorno a unas políticas comunes basadas en el control de las rutas montañosas entre el sur y el norte de Europa y los tratados de libre comercio entre los cantones, así como una diplomacia eficaz en busca de alianzas (Luxemburgo será su principal aliado) y un ejercito modesto pero potente que dará continuos problemas a las aspiraciones de los Habsburgo germánicos sobre los cantones. Pese a diversos problemas de índole religiosa con la llegada del protestantismo y la presión de algunas oligarquías sobre la población, los cantones suizos permanecieron unidos hasta la conquista napoleónica, que unifica el territorio y crea una República Helvética que ignorará las pretensiones de cada cantón y les obliga a aportar tropas profesionales a los ejércitos franceses. Durante las negociaciones del Congreso de Viena, los suizos conseguirán mantener su status previo al terremoto francés, sin interferencias extranjeras como en el caso de los Paises Bajos y aun más allá, conseguirán ampliar su dominio sobre otros cantones hasta alcanzar la extensión territorial que conocemos hoy en día. Además y lo más importante, Suiza será reconocida por todas las potencias como un Estado neutral y sus eficaces tropas serán compradas al Estado por el resto de potencias según necesidades de las guerras europeas pero nunca actuarán como Estado involucrado en ninguna guerra (salvo el apoyo por contrato a los Estados Vaticanos, el germen de la Guardia Suiza). Un hecho clave para la Historia de Suiza fue la guerra civil de 1847 o Guerra del Sonderbund que a pesar de su corta duración (1 mes) y un mínimo número de bajas (alrededor de 100 personas) termina por crear la conciencia nacional suiza mediante una unión sin fisuras de todos los cantones, se trata de dejar los problemas religiosos al margen del Estado y de unificar las políticas (especialmente las comerciales), así como la creación de una avanzada Constitución a inspiración de la americana.

Este punto será clave para entender la eficacia del Estado frente a los problemas de las Guerras Mundiales. Suiza, a pesar de ser un nudo de comunicaciones en mitad de Europa, se librará en ambas ocasiones de correr la misma suerte que Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos. La configuración montañosa y sus tropas profesionales impedirán la conquista alemana y una eficaz política diplomática que jugará desde una posición de arbitraje hasta de garante de exiliados como Lenin, permitirán salvarse del desastre y, al igual que tras el Congreso de Viena, tras la Gran Guerra y la creación de la Sociedad de Naciones, los suizos conseguirán convertir Ginebra en sede de la organización a condición de quedar fuera de toda implicación militar en conflictos posteriores y de nuevo, durante la II Guerra Mundial, Ginebra también se convirtió en sede de la Cruz Roja a la par que jugaba el papel de espía para los aliados mientras continuaba con su labor mediadora entre el Eje y los Aliados.

Quizás podríamos decir que Suiza, pese a su situación en el centro mismo de Europa, es el caso de un Estado tapón plenamente exitoso gracias a la configuración del terreno y a una hábil política internacional junto a la unión de objetivos entre los cantones que permitió la no interferencia -política o militar- de potencias claramente más fuertes.

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Victor Manuel I, Rey de Piamonte-Cerdeña (1759 – 1824)

En el tercer caso, el Reino de Piamonte-Cerdeña, nos encontramos ante una restauración monárquica y territorial por parte del Congreso de Viena. La Historia de este territorio está ligada al de la Casa de Saboya en el siglo XI que nace como Condado y que muy pronto unirá su destino al del Piamonte (al este de Saboya), en el siglo XV se convierte en Ducado y en 1720, tras la Guerra de Sucesión Española (1714) y la invasión de los Habsurgo de la isla de Cerdeña, el Sacro Imperio cede a la Casa de Saboya el Reino de Cerdeña, convirtiendo a los herederos de la Casa de Saboya en Reyes de Piamonte-Cerdeña. Dada su configuración en el triángulo político y geográfico formado por el Reino de Francia, el Sacro Imperio y la Monarquía Española, la Casa de Saboya se verá envuelta en prácticamente todos los conflictos bélicos europeos, algunas veces bajo la órbita hispánica, otras bajo la francesa y más adelante del lado germánico, sera campo de batalla para las potencias y promoverá el juego de alianzas entre ellas por lo que su consideración como Estado tapón y los intentos de interferencia extranjera serán continuos desde mucho antes de la reorganización europea por el Congreso de Viena. Durante la revolución Francesa, la Casa de Saboya al mando de Victor Amadeo III, pierde sus posesiones continentales pero consigue mantener a duras penas la isla de Cerdeña. El territorio continental (Piamonte y Saboya) sufrirá varios cambios de mano y varios sistemas de gobierno: una primera República del Piamonte bajo control francés, una restauración monárquica bajo control austriaco, la reconquista francesa al año siguiente con la creación de la República Subalpina y finalmente la anexión a Francia por parte de Napoleón. El Congreso de Viena procederá a restaurar las posesiones de la Casa de Saboya a su heredero legítimo, Victor Manuel I, que además acrecienta su poder en la misma línea que el caso de los Países Bajos: un Estado tapón potente frente a futuros intentos franceses.

Pero en este caso y tras varias sucesiones, el viraje de la política de la corona hacia las teorías liberales francesas frente a las viejas tesis absolutistas de los vencedores del Congreso de Vieja se hace patente y finalmente, el Reino de Piamonte-Cerdeña se convierte en el principal defensor (y única monarquía italiana que lo hace) de las ideas de unificación italiana frente a las históricas aspiraciones austriacas sobre el norte de la Península itálica, a la par que continua estando presente en los conflictos europeos (Napoleón III, Guerra de Crimea…). Finalmente la unificación italiana será un éxito mediante la alianza política entre el político Giuseppe Garibaldi y el Rey del Piamonte-Cerdeña Victor Manuel II, que a la sazón se convierte en primer monarca italiano. Podemos concluir señalando la importancia estratégica de este Estado tapón desde mucho antes del Congreso de Viena y su importancia en el juego de alianzas y guerras europeas durante siglos hasta su disolución y anexión aceptaba en el Reino de Italia antes del periodo de Guerras Mundiales.

Hasta este punto hemos visto los Estados tapón que nacen a partir del Congreso de Viena en 1814. Aunque estos territorios ya existían desde mucho antes como el Piamonte-Cerdeña (desde el siglo XI, recordemos), en estas fechas hay una intencionalidad clara por potenciarlos y mantenerlos por parte de las potencias europeas con unos fines claros y una interferencia extranacional que marca, al menos en los primeros años, la política general de los mismos. Aunque el concepto de equilibrio de poder y los intentos por mantener el status quo nacen políticamente en esta época, cabe preguntarnos por la existencia de Estados tapón en otros periodos históricos anteriores y si hoy sigue vigente esta política diplomática y las consecuencias en el panorama internacional que han podido tener..

Vamos a citar dos ejemplos anteriores a 1814, uno para las luchas entre romanos y partos y otro para el periodo carolingio y su enfrentamiento con el imperio islámico.
Para el primer caso citaremos el Reino de Armenia que comprendía la frontera oeste de Turquía, la actual Armenia, Azerbaiyán y parte del norte de Irán. Este reino se forma con el beneplácito de una incipiente Roma tras la derrota de Antíoco III del Imperio Seléucida a manos de Lucio Cornelio Escipión Asiático (hermano del famoso Escipión Africano). Artaxias, un antiguo general armenio de Antíoco III consigue la fundación de un reino que sin competidores cercanos (Roma aun no tenía intereses claros y los Ptolomeos de Egipto no ambicionaban la región) logra expandirse a costa de los pueblos vecinos hasta convertirse en una de las potencias Orientales. A las puertas del año 66 a.C, Tigranes II el Grande había conseguido la máxima expansión para su reino aprovechándose por un lado de la debilidad de los partos al sur y de su alianza con Mitrídates IV en el Ponto (Tigranes contrae matrimonio con Cleopatra, hija de Mitrídates), cuya ayuda mutua les convierte en dueños y señores del Mar Negro y el Oriente próximo hasta el choque con los intereses romanos, que derrotan a ambos monarcas, primero Lúculo y finalmente Pompeyo Magno que derrota a Mitrídates IV y fuerza la rendición de Tigranes II, que es condenado a pagar un tributo a cambio de la concesión del título de «amigo y aliado del pueblo romano». A partir de esta fecha, el Reino de Armenia se convierte en un Reino cliente (sobre el clientelazgo en Roma hablaremos en otra ocasión) y sirve a estos como colchón frente a los partos, que recuperan su poder y pugnan con Roma por el control de Oriente Próximo.

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Moneda en plata con la efigie de Tigranes II el Grande

El Reino de Armenia será, desde el año 66 a.C. hasta el 387 d.C., un Estado tapón convertido en un continuo campo de batalla de partos y romanos. Los reyes armenios actuaran bajo la órbita romana a excepción de cortos periodos de tiempo de invasión parta: la década del 37-47 d.C. bajo Calígula, en varios golpes de mano en la década de los 50 d.C. bajo Nerón, de nuevo en el 162-165 d.C. con Lucio Vero y el periodo más largo del 252 al 287 bajo reinado de Valeriano I hasta que finalmente en el 387 d.C, Roma y Partia acuerdan la disolución del Reino de Armenia y lo dividen en dos: la parte occidental quedará anexionada como provincia romana mientras que la parte oriental continuará como reino bajo influencia parta hasta su final anexión casi un siglo después.

Para el segundo ejemplo hablaremos sobre las Marcas Hispánicas y haremos bien en decirlo en plural pues ni se trata de un único territorio ni hablamos de una región bajo el control de otro Estado mayor, sino de regiones sometidas a sendas potencias enfrentadas a lo largo de toda una franja en el noreste peninsular. Cuando Carlomagno se hace con el trono franco y comienza su expansión territorial con la idea de un nuevo intento de restauratio imperii de la pars occidentalis (en la parte oriental, los bizantinos ya lo habían intentado con Justiniano tiempo atrás), se ve en la necesidad de renovar el sistema fronterizo franco y establecer las llamadas Marcas prácticamente a lo largo de todo su territorio (Turingia, Friuli, Panonia, Bretona, Hispánica y Carintia). Estas Marcas tenían una mayor autonomía que el resto del territorio franco, así como una fuerza militar permanente y estaban bajo el cargo de Marqueses. Así mismo, cada una de estas marcas contaba con numerosos Condados (en el siglo IX para la Marca Hispánica: Pamplona, Sangüesa, Jaca, Sobrarbe, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña, Conflent, Rosellón, Vallespir, Peralada, Besalú, Osona, Gerona, Ampurdán y Barcelona) bajo supervisión de los Condes, con autonomía entre sí pero bajo control directo del Marqués que ejercía control civil y militar en toda la región. La Marca Hispánica se forma a raíz de las diversas intervenciones Carolingias al sur de los Pirineos, en ocasiones por voluntad propia, otras por peticiones de ayuda de la nobleza local. Así, se crea todo un territorio que hace de colchón entre el imperio Carlongio y el emirato de Al-Ándalus. Estos condados irán ganando en autonomía según pierda entidad el imperio. Los hijos de Ludovico Pío y nietos de Carlomagno dividirán el imperio en el Tratado de Verdún de 843, correspondiendo la parte sur de Francia y la Marca Hispánica a Carlos «el Calvo», que hubo de enfrentar a una serie de problemas y acabó reformando la administración de los príncipes señoriales sometidos al poder imperial otorgándoles una mayor libertad de actuación. Con el paso del tiempo la presencia imperial dejó de hacerse relevante en los condados y la Marca Hispánica desapareció para dar paso a regímenes señoriales independientes que darían lugar a las diversas potencias de la edad media peninsular.

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Condados de la Marca Hispánica en el siglo IX

La convención historiográfica por clarificar culturas y organizar el estudio y la investigación nos lleva en ocasiones a perder cierta perspectiva de unidad en cuanto a las formas en territorios que sobre el papel nos parecen radicalmente opuestos. El ejemplo de la administración del emirato cordobés en el norte peninsular es un ejemplo ya que, al igual que hablamos de la Marca Hispánica carolingia, debemos mencionar la at-Tagr al-Aʿlà para el territorio inmediatamente al sur de la Marca Hispánica. at-Tagr al-Aʿlà se traduce por Marca o Frontera Superior para diferenciarla de la Marca Media (entre el Tajo y el Duero) y la Marca inferior (entre el Mondego y el Duero). A su vez, esta Marca dependiente de Córdoba y bajo el control de un Qa’ id estaba organizada en Coras autónomas bajo mando de diversos Walies (En el siglo XI para la Marca Superior: Barbitaniya, Washka, Lérida, Saragusta, Calatayud, Tudela y Barusa). La Marca Superior se oponía a la Marca Hispánica, siendo comunes las razzias entre ambos. Sin embargo, así como la parte carolingia fue ganando en independencia por «dejadez» del imperio, el control efectivo del emirato era más intensivo y a la vez más problemático por la resistencia de los walies a la administración central, lo que produjo diversas rebeliones y protagonismo de las tropas cordobesas.

Llegados a este punto hemos visto diversos ejemplos de Estados tapón o colchón a lo largo de la Historia. Centrándonos en los conceptos políticos que nacen a raíz de la revolución francesa hemos revisado los Estados tapón que surgen a raíz del Congreso de Viena, con una clara intencionalidad e injerencia extranjera, así como un par de ejemplos anteriores, que aunque nacen a raíz de los avatares históricos propios de su época, acaban actuando o sirven como tapón en el choque de potencias más dominantes. Al finalizar las Guerras Mundiales observaremos una nueva reorganización de fronteras, esta vez a nivel mundial, y nacerán o se potenciarán una serie de Estados cuya misión es la que estamos observando a lo largo de este artículo. Podríamos citar Uruguay como colchón Argentina y Brasil, las repúblicas soviéticas cuya importancia alcanza a nuestros días con el caso de Ucrania que hoy es el colchón y campo de batalla entre la Unión Europea y Rusia y los Estados de Oriente Próximo fruto de la descolonización y la desaparición del Imperio Turco cuyo caso más paradigmático es Afganistán.

Para reflexionar:

  1. ¿Conoces más ejemplos de Estados tapón?
  2. ¿Qué ejemplos actuales conoces?
  3. ¿Qué papel juegan las antiguas repúblicas soviéticas como Estados tapón entre la Unión Europea y Rusia?
  4. En la misma línea: ¿qué papel juegan estas dos potencias (Unión Europea y Rusia) en la evolución de estos Estados?, ¿cómo se interviene desde fuera del país?
  5. ¿Conoces reuniones o congresos diplomáticos -actuales o pasados- donde se traten temas similares al del Congreso de Viena?
  6. ¿Qué otras decisiones más allá del asunto del artículo se trataron el Congreso de Viena?, ¿cómo afectó al futuro europeo?
  7. ¿Qué otras medidas diplomáticas habituales son usadas en el enfrentamiento entre potencias antes de estallar de forma oficial el enfrentamiento violento?
  8. En el escenario actual de Oriente Próximo, ¿qué Estados tapón puedes identificar?, ¿qué potencias interfieren en ellos y qué aspiraciones tienen sobre la zona?

Para saber más: