Mapas: la percepción del espacio físico en la Historia.

marzo 22, 2016 Escrito por: Tablilla De Cera - 1 comentario

Los mapas forman parte de nuestra vida cotidiana, nos ayudan a entender el espacio físico que nos rodea y el que tenemos lejos y desconocemos. Esto es una constante en la humanidad desde los primeros tiempos y no ha cambiado demasiado porque consultar el plano de una comarca que vamos a visitar, usar el GPS de nuestro coche para ir al centro de la ciudad o usar conocidos mapas online desde casa para planificar nuestra salida en bicicleta el fin de semana no nos diferencia demasiado de navegantes, exploradores o conquistadores; todos hacemos uso del mapa con el fin de ayudarnos en nuestro periplo por lo que se vino a llamar, en algunos planisferios del siglo XV en adelante, como terra incognita. Ya sea esta tierra desconocida el barrio vecino, nuestro destino de vacaciones o la búsqueda del Nuevo Mundo, para todo ello necesitamos hacer uso de una de las herramientas más antiguas de la humanidad: el mapa.

Sin embargo la percepción del mapa como tal no siempre fue o es la misma: nosotros tenemos planos, callejeros, mapamundis, globos terráqueos, servilletas dibujadas y otros, cada cual con su función y forma especifica. Esta visión del mapa, o mejor dicho de la percepción del espacio físico, siempre estuvo sujeta a cambios según modas, necesidades o estudios geográficos y en este artículo pretendemos hacer un repaso de la evolución y las necesidades a lo largo de la historia. Recomendamos ampliar y detenerse en cada uno de los mapas para apreciar los detalles.

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Mapa babilónico en arcilla (500 a.C). Museo Británico de Londres. A la derecha esquema del mapa.

Aunque vamos a intentar huir de la visión tradicional que podemos encontrar en cientos de artículos, tenemos que empezar brevemente por el que está considerado el primer mapamundi, fechado en el 500 a.C. en Babilonia como copia de una obra 200 años anterior. En esta tablilla de arcilla aparece Babilonia en el centro, rodeada de numerosos pueblos vecinos (Uratu, Assyria, Habban, Armenia…) con los montes de Anatolia en el norte mostrando el nacimiento del Eufrates y su discurrir hacia el sur. Esta visión etnocéntrica del mundo será una constante hasta nuestros días como iremos viendo. De este primer mapa resultan interesantes dos aspectos: la exclusión de los persas y los egipcios, potencias vecinas a las que conocían muy bien a través de numerosos conflictos y a las que se les niega la existencia en el mapa. También la orientación hacia el noroeste en lugar de hacia el norte por la importancia de los vientos, en este caso el viento predominante en la región, asociado a la diosa Isthar, marca la orientación.

Damos el salto al mundo greco-romano donde la geografía forma parte esencial de los intereses de la sociedad. Son numerosas las descripciones geográficas donde se une geográfica física y humana dando lugar a la interesante obra de Estrabón, básica para situar diversos pueblos y tradiciones. El interés por las descripciones geográficas no es sólo propio de geógrafos como Estrabón o Ptolomeo pues en una cultura expansionista como la romana, las descripciones de los lugares lejanos son apreciadas por los romanos de la Ciudad; su lectura se da en las domus de los senadores o por medio de pregoneros en los foros.

<<Toda la Galia está dividida en tres partes, de las cuales una habitan los belgas, otra los aquitanos y la tercera los que en su propia lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre si en la lengua, las costumbres y las leyes; a los galos los separa de los aquitanos el río Garona; de los belgas, el Marne y el Sena.>>
Guerra de las Galias, Julio César

Estas descripciones permitían situar nuevas tierras, sus tradiciones y su modo de vida en el imaginario colectivo, servían a viajantes, mercaderes y militares para trazar rutas y especular con los posibles beneficios según el conocimiento adquirido a través de estos textos o de otros viajantes.

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Mapa ptolemaico en manuscrito iluminado por Donnus Nicolaus Germanus (1467). Biblioteca Nacional de Polonia .

Un siglo después de Estrabón y César tenemos a Ptolmeo trabajando en la biblioteca de Alejandría en una ingente obra geográfica (aparte de temas de astronomía, astrología e incluso música) que será clave en siglos posteriores. La Geographia establece una metodología de trabajo y sitúa alrededor de 5000 lugares del mundo conocido y veintisiete mapas adjuntos. Aunque comete numerosos errores (que al parecer permitieron irónicamente a Cristóbal Colón situar el Nuevo Mundo) y aunque los mapas originales se perdieron, los mapas fueron reproducidos a partir del 1300 según las latitudes y longitudes de la descripción geográfica del texto ptolemaico.
La visión de Ptolomeo fue clave para configurar el espacio imaginario medieval: como astrónomo estableció la Tierra como centro del universo, inmóvil frente al resto de planetas, el sol y la luna que girarían entorno a esta, lo cual resultaba muy atractivo a la cosmovisión cristiana, cuya sociedad no empezó a plantearse cambios hasta el siglo XVI con la entrada del Nuevo Mundo en los mapas, las teorías heliocéntricas de Copérnico y las luchas de los reformistas protestantes.

Muy interesante para nuestro propósito resulta un famoso mapa del siglo IV d.C., la tabula peutingeriana que recomendamos ampliar y ver en detalle. No es un mapa al uso ya que su finalidad no es la de mostrar una visión realista del terreno, sino que viene a ser lo más parecido a un mapa de carreteras o un GPS en nuestros días. La tabula, un pergamino con una longitud de casi 7 metros dividido en 12 «hojas» empezando por Hispania y Britania y acabando en la India, nos muestra la red de carreteras principales de Roma con sus distancias, situando ciudades destacadas y las llamadas mansio que vendrían a ser albergues donde pasar la noche entre etapas y que, a diferencia de otros tipos de alojamiento como la caupona o la mutatio, de peor calidad y seguridad, solían ser utilizadas por el correo imperial por su posición, calidad y rapidez en el trayecto. Por último, recomendamos localizar en la tabula las ciudades de Roma, Constantinopla y Antioquia, las más destacadas de su época y por ello representadas de forma llamativa.

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Tabula peutingeriana. Biblioteca Nacional de Austria (Viena).

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Mapamundi del Salterio de la abadía de Westminster (1265) British Library (Londres).

Siguiendo a Ptolomeo, durante la Edad Media aparece una nueva forma de representar el mundo, los llamados Mapas T en O, con una función fundamentalmente religiosa del mundo. La T simbolizaría el Mediterráneo formando la parte vertical de la letra a cuyos lados estarían Europa (izquierda) y África (derecha) en la parte inferior del mapa, el mar Negro formando la parte horizontal de la letra, en cuya margen superior se sitúa Asía. Como mapa conceptual con función religiosa carece de una orientación de puntos cardinales o de vientos (como vimos en el mapa babilónico), la T simbolizaría la cruz de Cristo encuadrada en la O, el orbe terráqueo. Hay variedad y evolución en este tipo de mapas, desde los más sencillos que son meros esquemas de la descripción que hemos hecho, los que sitúan en el centro (la unión de la parte vertical con la horizontal de la T), el paraíso o Jerusalén (en ocasión es lo mismo) o hasta los más complejos y detallados como el que adjuntamos, el mapamundi del Salterio de la abadía de Westminster, fechado entorno a 1260 aunque parece una copia de una obra anterior, cuya profusión de detalles geográficos es mucho mayor a pesar de su evidente carga religiosa y que es presidido por la imagen de Cristo en acto de bendecir y un pequeño orbe en la otra mano donde se aprecia claramente esta división de T en O.

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Mapa contenido en «La perla perfecta de las maravillas y la perla preciosa de lo extraordinario» (1400)

Pero esta visión religiosa del espacio físico no sólo es propia del cristianismo. En la obra de Sirāj al-Dīn Abū Ḥafṣ ʿUmar ibn al-Wardī llamada»La perla perfecta de las maravillas y la perla preciosa de lo extraordinario» (aproximadamente en las primeras décadas del 1400), encontramos una descripción geográfica a la se que añaden algunos elementos relacionados con la historia natural (gemas, rocas, plantas…). En esta obra en encontramos el mapa circular que adjuntamos, que como vemos resulta muy similar a los de T en O cristianos situando La Meca y Medina en el centro.

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Mapa de Juan de la Cosa (1500). Museo Naval de Madrid

A finales del siglo XIII y sobretodo durante el XIV y XV, los mapas se vuelcan al mar. Dejamos de lado la guía de carreteras de los romanos, la visión religiosa medieval y levamos anclas. Durante estos siglos los mares y océanos se llenan de navíos comerciando, explorando o guerreando. El mar ya no es sólo un obstáculo sino un camino mucho más rápido, útil  y -muy entre comillas- «seguro» que en siglos anteriores. Fruto de este intenso tráfico marítimo se crean los portulanos, mapas donde lo importante no es tierra firme sino el mar y especialmente sus costas: son mapas donde se ignora el interior de los continentes que aparecen normalmente en blanco, con referencias mitológico-religiosas o con notas sobre algún dato concreto. Si en la tabula peutingeriana se detallaban alberges donde pasar la noche y las ciudades por las que pasaba una vía concreta, en los portulanos se detallan con profusión las costas y las localidades costeras donde atracar y comerciar, además se trazan los rumbos necesarios para la navegación. Se tienden a aglutinar en cuatro «escuelas»: árabe, portuguesa, italiana o mallorquina cada una con características más o menos comunes. A la escuela mallorquina pertenece la carta portulana que traemos a colación, el mapa de Juan de la Cosa, fechado en la propia carta portulana en el 1500 aunque hay controversias respecto a una fecha que parece temprana para algunos de los elementos señalizados. Es el primer mapa donde aparece el continente americano en su totalidad, recogiendo los descubrimientos ingleses, portugueses y de la corona castellana en América hasta la fecha. Como hemos dicho, en las tierras de interior se dibujan figuras mitológicas como el Preste Juan o los Reyes Magos. Es característico de este mapa que América aparece dibujada en verde con el Santo Cristóbal como patrón en alusión -quizás- a Cristóbal Colón.

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Mapa mediterráneo de Paolo Forlani (1569)

Un ejemplo de portulano con una función mucho más práctica que el de Juan de la Cosa es el portulano de Paolo Forlani de 1569 perteneciente a la escuela italiana. No hay elementos mitológicos o alusiones religiosas, el interior se deja en blanco salvo por los nombres de los países mientras que en las costas se sitúan todos los posibles puertos del mediterráneo y la costa atlántica europea. A pesar de la fecha, más tardío que el de Juan de la Cosa, América y las costas del centro y sur de Africa no interesan, su función era únicamente para uso de navegación mediterránea y el Atlántico más próximo

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Europa regina de Sebastian Münster (1544)

Capítulo aparte y a tan sólo un año aproximado de diferencia con el de Forlani tenemos la representación de Europa regina (Europa reina) o Europa in forma virginis (en forma de doncella) de Sebastian Münster (1544). El primero en utilizar esta forma en un mapa es Johannes Putsch seguido por una serie de cartógrafos alemanes como Johann Bussemacher, Heinrich Bünting o el propio Münster, todos ellos de origen alemán, lo que sugiere que este tipo de mapas podrían ser una alusión a la fuerza dominante de Sacro Imperio en el continente, hipótesis avalada primero por las relaciones cordiales de Putsch con Fernando I de Habsburgo, Sacro emperador y segundo por los detalles alusivos al Sacro Imperio que apreciamos en este tipo de mapas: la corona formada por parte de la península ibérica tiene forma de corona carolingia, mientras que Sicilia es representada con el globus cruciger o orbe imperial (forma que vimos en los mapas de T en O) y a la derecha, Europa sostiene el cetro imperial. Un cambio respecto a otros mapas figurativos como el de Peutinger, que sólo se detienen en dar detalle a ciudades muy concretas, es la desaparición de Roma como gran ciudad. En el mapa de Sebastian Münster aparecen París, Belgrado, Constantinopla y Venecia.

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Mapamundi japonés (1853)

Con el paso a la Edad Moderna y en siglos posteriores los mapas adquirirán una forma cada vez más
similar a la que usamos normalmente hoy en día.
Se abandona la influencia de Ptolomeo y las formas figurativas medievales y se adapta mayormente la proyección de Mercator, creada en 1569 y usada en nuestros días de forma habitual (es la que podemos encontrar en los mapas web más conocidos y en los mapamundis que cuelgan en las aulas). La forma más habitual sigue siendo una visión etnocentrista europea, con el viejo continente en el centro, pero no debe de extrañarnos otras formas de Mercator con América en el centro o como la de este maravilloso mapamundi japonés de 1853. También podemos invertir el eje hacia el norte y encontrarnos mapas «girados» hacia el sur. Debemos tener siempre en cuenta las dificultades de mostrar el globo terráqueo sobre un plano: la proyección de Mercator sigue siendo inexacta al igual que, por ejemnplo, las latitudes y longitudes dadas por Ptolomeo. En el caso de la proyección de Mercator, según nos acercamos a los polos las formas y tamaños se distorsionan y Groenlandia, por ejemplo, nos aparece de un tamaño más o menos similar al del continente africano cuando en realidad tiene un tamaño mayor.

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Mapa de población.

Una última mención merecen los mapas figurativos de
nuestros días.
Si la tabula peutingeriana mostraba un mapa de carreteras y Münster nos mostraba a Europa regina, hoy en día podemos encontrar mapas de población o mapas de tráfico aéreo como los que se ven en la imagen.

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Mapa de tráfico aéreo. European Space Agency

Para reflexionar:

  1. ¿Qué otras proyecciones conoces aparte de la de Mercator?
  2. ¿Condiciona la religión o los intereses estatales del lugar donde vivimos nuestra percepción del espacio físico?
  3. Teniendo en cuenta la pregunta anterior, ¿qué lugares del orbe terráqueo somos capaces de visualizar rápidamente?, ¿cuales no?. ¿Condiciona a esta respuesta las noticias recientes de la prensa o radio-televisión de tu comunidad?
  4. ¿Crees posible nuevas formas de plasmar el espacio físico en el futuro tan diferentes a la nuestra como lo es el mapa babilónico o Europa regina?
  5. ¿Qué otros tipos de mapas actuales conoces?, ¿qué tipos de mapas antiguos faltan en el artículo?
  6. ¿Existe terra incognita en nuestros mapas mentales?, ¿qué parte de tu ciudad, pueblo o región inmediata aparece en blanco en tu mente?

 

Para saber más: