Mitos prestados. La influencia mitológica entre culturas.

abril 30, 2016 Escrito por: Tablilla De Cera - 5 comentarios

Los mitos forman parte del imaginario colectivo de cualquier sociedad. Se entienden como el inicio de algo y tienden a otorgar un origen épico o dramático (ambos generalmente) a un aspecto determinado de una sociedad concreta. El mito está ligado a la religión y al mundo mágico-simbólico de la sociedad a la que se adscribe esa religión. Resumiendo al antropólogo Lévi-Strauss podríamos indicar que el mito alude a una época remota en una doble vertiente, el marco histórico o los elementos históricos y por tanto reales del relato y la vertiente ahistórica, los elementos mágico-simbólicos que se encuadran en el marco histórico del relato. El mito explica una cuestión esencial y parte de la rivalidad con un «opuesto» (un rival o un fenómeno adverso) para acabar con una solución unitaria y aglutinadora que responde a un problema social y marca las pautas a través de las cuales se guía esa sociedad.

Sin embargo los mitos no son fenómenos delimitados y asilados sino que están conectados entre sí tejiendo toda una red de relatos que forman las pautas y orígenes de la religión e historia primigenia de una sociedad determinada (por ejemplo toda la serie de relatos entorno a los protagonistas de la guerra de Troya o todo lo que rodea a la imágen que tenemos de Tartessos como ya vimos en «Tartessos. Mito y realidad.«). Más allá incluso, los mitos se relacionan entre sociedades distintas. El mito de una cultura acaba influenciando o dejándose influenciar por el mito de otra cultura, se hacen préstamos de partes de una tradición oral mítica para crear o reforzar otra tradición, otra sociedad o religión. Estas influencias, adaptaciones y mezclas forman parte de lo que se viene a llamar sincretismo religioso, algo que ya vimos en el artículo de «Arabia preislámica« con la asimilación del dios Hubal a Allah.

El objetivo de este artículo es precisamente el análisis breve de una serie de mitos paralelos o interconectados. En este caso trataremos el ciclo de osiris, los mitos sobre el diluvio y los mitos de evangelización pero no son, ni mucho menos, los únicos tipos. ¿Cómo es capaz de influir la religión egipcia en la cristiana?, ¿existen marcos históricos comunes para diferentes mitos asilados entre sí?, ¿hasta qué punto puede influir el mito en una sociedad determinada? intentaremos ver estas y otras cuestiones a través de una serie de relatos míticos que seguramente resultarán conocidos y veremos como están conectados entre sí a pesar de ser aparentes polos opuestos.

Mitos del diluvio.

El mito del diluvio universal es sobradamente conocido en la cultura judeo-cristiana: Yahvé desea castigar al hombre por su maldad y decide destruir a la humanidad salvando únicamente a Noe y a su familia, que tienen como misión construir un arca en la que introducir un par animales de cada especie. Sin embargo el mito del diluvio es uno de los más comunes en la historia mítica de la humanidad: muchas culturas, desde los pueblos mesopotámicos cuya tradición recoge el judeo-cristianismo, hasta los mapuches o los mayas pasando por las tradiciones greco-latinas, recogen el mito del diluvio de una forma u otra.

Ya en la mencionada tradición judeo-cristiana tenemos varias versiones del diluvio según la fuente: algunos textos más antiguos que la tradición sacerdotal (el relato más reciente del Antiguo Testamento. Sobre este tema dejamos enlaces en el apartado «Para saber más») cambian el número de animales: siete por cada especie ya que Noé celebra sacrificios y debía disponer de más de una pareja para evitar la extinción de la especie. Además es el cuervo el que anuncia tierra en lugar de la paloma y no hay pacto entre la deidad y Noé. Pero es que además, el libro de Enoc (considerado apócrifo), introduce el castigo no sólo al ser humano, sino a un grupo de ángeles (los «vigilantes») que cometieron pecado al tener descendencia (según unas versiones por tener relaciones con mujeres humanas, según otras porque algunos ángeles adoptaron sexo femenino), los Nefilim, una especie de gigantes violentos corrompidos a ojos de los planes de Dios y sin opción a la resurrección final.

Para los pueblos mesopotámicos (sumerios y babilionios como fuentes principales) la historia del diluvio es muy similar, lo que nos da idea de los préstamos ideológicos entre las culturas del Oriente próximo. En este caso debemos acudir al poema acadio de Atrahasis, que en Babilonia aparece insertado en la epopeya de Gilgamesh (nombrado aquí como Utnapishtim) y en textos sumerios como Ziusudra. En este caso es el dios Enlil, señor del cielo, quien tras dos intentos fallidos de destruir a la humanidad por el molesto ruido que le impedía dormir, decide mandar un diluvio y obliga al resto de dioses a jurar para evitar el fracaso del plan. Pese a las protestas de Enki, señor de la tierra y hermano de Enlil, que había frustrado los dos intentos anteriores, todos juran su no intervención en el asunto. Aun así, Enki vuelve a burlar a su hermano avisando a las paredes de la casa de su favorito, el sabio Atrahasis, evitando así romper el juramento. Atrahasis obviamente escucha las palabras de su dios:

¡Pared, escúchame atentamente!
¡Choza de caña, asegúrate Tú, de escuchar a todas mis palabras!
Desmonta la casa, y construye un barco…
¡Que la azotea sea como el Apsu, que ni el sol pueda penetrar dentro!
Haz cubiertas superiores e inferiores,
al abordar deben ser muy fuertes,
que el betún sea fuerte.
(Poema o Historia de Atrahasis)

En el arca de Atrahasis se introduce un animal de cada especie y la familia -mejor entendida como tribu- del sabio. Tras 7 días y siete noches (frente a las 40 del diluvio de Noe) las brutales inundaciones remiten y el sabio puede salir y ofrecer un sacrificio a los dioses, que se encuentran hambrientos. Enlil descubre el arca y la traición de Enki pero ambos llegan a un acuerdo y pactan medidas para frenar el exceso demográfico: un demonio será el encargado de arrebatar el bebé de un tercio de las embarazas y se impedirá la descendencia de aquellas mujeres dedicadas al sacerdocio.

deucalion

«Deucalión y Pirra». Beccafumi (1486-1551)

En la cultura greco-latina es Prometeo quien asume el papel de Enki como deidad defensora de la humanidad y Zeus (Enlil), enfadado porque este ha entregado el fuego de los dioses a la humanidad, es quien manda el diluvio sobre la tierra. Por consejo de Prometeo, su hijo Deucalión construye el arca junto a su esposa Pirra (hija de Pandora). En este caso también hay un puñado de supervivientes que consiguen ponerse a salvo en las cumbres mas altas pero la población se ve tan reducida que Deucalión recurre al oráculo de Delfos en busca de consejo y se les insta a lanzar los «huesos de su madre» por encima del hombro. Entendiendo a Gea como la gran madre, Deucalión y Pirra lanzan piedras (los huesos de la tierra, Gea) sobre sus hombros. De las piedras de Deucalión nacerán los hombres y de las de Pirra las mujeres.

Según las teorías mayoritarias podríamos estar hablando o bien del asteroide que provocó el golfo de México y un posterior tsunami que alcanzaría el golfo de Persia y que además propiciaría la formación de nubosidades en la zona o bien del deshielo de la última era glacial entorno al Mar Negro, que provocaría la erosión y fractura de lo que luego serían los estrechos del Bósforo y Dardanelos y el choque de las aguas del mar Negro con el Mediterráneo con las consecuentes inundaciones de las costas. Sea como fuere observamos como en las sociedades antiguas pervive la idea de una gran inundación y con ella una catástrofe que redujo la población drásticamente y propiciando enfermedades y destrucción de asentamientos principales. La búsqueda de una explicación mítica a unas causas geológicas de un tiempo remoto lleva a componer los relatos de Noe, Deucalión o Atrahasis-Utnapishtim donde las similitudes nos muestran unos contactos entre pueblos que van más allá de la guerra o el comercio, se transmiten los relatos de los antepasados y se terminan adaptando a la sociedad que los acoge.

El ciclo de Osiris y los mitos de resurrección.

Algo tan aparentemente alejado de la cultura cristiana como fueron los mitos egipcios nos da cuenta de la importancia de entender la religión como un continuo proceso de evolución en las ideas y pensamientos de la sociedad fruto del contacto entre pueblos y los préstamos ideológicos que se llevan a cabo sin proponerlo. Aquellas ideas de una tradición ajena que son compatibles con la sociedad de acogida, se transforman y adaptan a esta. El ciclo de Osiris y su influencia en el cristianismo son muestra de este proceso.

En el ciclo de Osiris se encuentran varios mitos aplicables al cristianismo. Osiris es hijo primogénito de Geb, la tierra y Nut, el cielo y como tal le corresponderá el atributo de la fertilidad, asociado no sólo a la continuidad del ser humano sino al nacimiento de las semillas y el ciclo de los cultivos, algo vital en Egipto. En consonancia, su hermana y esposa Isis será la encargada de las reglas del cultivo y las normas de la vida familiar. A Neftis le correspondieron las tierras de secano y las menos fértiles mientras que su esposo y último de los hermanos, Sêth, quedó con el desierto egipcio, asociado a la maldad y la muerte.

Tenemos para empezar el mito de los dos hermanos, algo que vemos en Rómulo y Remo en la cultura Romana y en Caín y Abel en la cristiana. Uno de ellos, envidioso del primogénito y de la buena fortuna de este, acabará tramando la muerte del otro (Sêth y Caín) o desafiándole y muriendo por ello (Remo). En este caso Sêth trama la muerte de Osiris organizando un juego durante un banquete: elabora un arca del tamaño exacto de su hermano y reta a los presentes a ver quien entra mejor en ella. Cuando Osiris se coloca en el arca, Sèth y los invitados, que resultan ser compinches, se abalanzan sobre él y cierran la caja arrojándola al Nilo.
Isis y Neftis, esta última abandonando a su malvado esposo, se lanzan en persecución del arca por todo el Nilo hasta el mar, según algunas versiones el arca acaba como columna del palacio de Biblios en Fenicia y las hermanas deben engañar a los monarcas, los dioses fenicios Melkart (el Hércules griego) y Astarté (Afrodita o Demeter), según versiones). Hacemos un inciso para señalar que no debe de extrañarnos la presencia de dioses extranjeros como Melkart en el mundo egipcio, los préstamos culturales son tan obvio en esta época que los Grandes Reyes del Creciente Fértil se escriben haciendo peticiones mutuas de préstamos de dioses -sus estatuas- para realizar procesiones solicitando al dios o diosa extranjeros lo que los dioses autóctonos no han conseguido (por ejemplo durante una severa sequía). Sea como fuere, una vez recuperada el arca comprueban que el cuerpo de Osiris está destrozado (según otros textos, a su vuelta a Egipto, Sêth descubre la recuperación del cuerpo y lo corta en pedazos esparciéndolo por todo el país, Isis y Neftis vuelven a emprender la búsqu

Anubis embalsama el cuerpo del faraón Sennedjem

Anubis embalsama el cuerpo del faraón Sennedjem

eda).

Una vez recuperado el cuerpo, Osiris es momificado con la ayuda de Anubis, (hijo de Neftis y de Osiris por

medio de una treta de Neftis) y se produce la resurrección, estableciendo así la promesa de la vida eterna mediante el ritual que seguirán los reyes-faraones egipcios para su resurrección.

Similar proceso sufrirá Jesús de Nazaret tras su condena a muerte a manos de la justicia romana por la rivalidad de su discurso en oposición al discurso tradicional y oficial del Sanedrín judío.

Lucas 23:50-56
Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio [el Sanedrín según San Marcos], varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo [el sábado]. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.

El entierro de Cristo. Rafael Sanzio (1483-1520)

El entierro de Cristo. Rafael Sanzio (1483-1520)

Jesús es inhumado, no incinerado. Se pretende conservar el cuerpo al que se le aplican una serie de ungüentos de los que San Juan [19, 38-39] nos da algunos datos: «Nicodemo […] trajo una mezcla de mirra y áloe que pesaba unos 30 kilos» y se cubre con una sábana que según San Marcos [15, 42-47] «éste compró una sábana» y San Mateo [27, 56-61] «lo envolvió en una sábana limpia» y finalmente se introduce el cuerpo «en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca» [Mateo 27, 56-61]. El proceso de embalsamamiento egipcio, descrito profusamente por Heródoto en el libro II de su «Historia», es mucho más costoso, complejo y acompañado de una serie de fórmulas rituales pero el objetivo es el mismo: «la salida al día» (tal cual narra el libro de los muertos egipcio) del difunto, que resucita con el sol «a la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro» [Marcos 16 1-8] y accede a la inmortalidad, «la duración de la vida del rey es la Recurrencia Eterna, su límite es la identidad Eterna» (textos de las pirámides: Pir. 412a-b). El rito de la resurrección se celebra en ambas religiones al menos una vez al año. En Abidos, importante centro sacerdotal, se celebraba la resurrección de Osiris en una festividad anual de tres días de duración: El primero día se salía del templo hacia occidente (donde nace el sol) bajo la protección del dios chacal Upuaut que abría el camino («el que abre los caminos» sería la traducción de su nombre) para la procesión del segundo día hasta un lugar apartado del templo, donde se realizaban los rituales pertinentes para la resurrección del dios, que se festejaba al tercer día volviendo al templo.

Una vez tenemos a Osiris resucitado, este concibe un hijo en secreto con Isis y marcha al reino de los muertos. Isis se ocultará entre los marjales del delta del Nilo, terreno que históricamente sólo será colonizado en época muy tardía con el establecimiento de los hicsos en Egipto, por lo tanto no es de extrañar que sea un lugar remoto en el mito. El Moisés bíblico también sería ocultado entre las cañas altas del Nilo para evitar la orden del faraón de dar muerte a los varones hebreos recién nacidos. Una vez nacido y criado, Horus inicia una larga lucha contra Sêth para vengar a su padre y de igual forma lo hará Moises mediante las diez plagas hasta conseguir la liberación del pueblo hebreo. Según algunas versiones Horus encadena a Sêth pero su hermana Isis se apiada y lo libera, siendo asesinada por su hijo enfurecido y resucitada después por Thoth, dios de la sabiduría que interviene en cualquiera de las versiones para mediar y poner fin a la guerra. En el juicio que se celebra después, Sêth es castigado perdiendo la corona sobre la parte de Egipto que controlaba, a favor de Osiris y Horus se convierte en heredero legítimo de ambas coronas.

¿Cómo se explican las similitudes entre el ciclo osiriaco y los relatos judeo-cristianos que hemos visto? el tema daría para un artículo entero pero vamos a tratar de resumirlo por encima mediante la presencia de los hicsos en Egipto. Estos hicsos fueron vistos por los faraones del Reino Nuevo que los acabaron expulsando, como invasores extranjeros llegados de la franja sirio-palestina (cananitas y hurritas fundamentalmente) que habían provocado la caída del Reino Medio conviertiendose en reyezuelos del Bajo Egipto con centro de poder en Avaris, en el delta. El largo tiempo de los pueblos hicsos en Egipto propició los contactos culturales que permitirían los préstamos ideológicos de los que estamos hablando y que llevarían de vuelta a sus antiguas tierras al ser expulsados. Estos hicsos se enlazan con la tradición judeo-cristiana de Moises y el Éxodo pero no vamos a entrar en detalle por no alargarnos, queda pendiente.

Mitos de evangelización.

En un marco histórico y social diferente al de épocas anteriores nos encontramos los mitos de evangelización medievales. Este tipo de mitos se establecen en zonas remotas y poco pobladas, generalmente con un tipo de población que aun guarda reminiscencia de los cultos paganos aunque conozcan el cristianismo. Constan de un periplo al más puro estilo de los navegantes míticos de la antigüedad: Ulises-Odiseo, Eneas, Hannón, Himilcón… un trayecto generalmente marítimo en el que al protagonista y a su compañía le suceden diversos encuentros con seres mitológicos o que aparecen para colaborar en momentos destacados y determinantes de la historia del lugar conformando así una historia mítica que permite la evolución social -religiosa e ideológica por igual- y económica de la región. Vamos a ver dos ejemplos de lo que hemos llamado «mito de evangelización»: el apóstol Santiago y San Brandan el Navegante.

La historia postmortem de Santiago apóstol es vital para entender la evolución de los reinos cristianos de la península ibérica y en especial del área cántabra, que se convertirá en una importante vía de tránsito por la que discurrirán personajes, ideas y noticias desde toda Europa y supondrá un impulso considerable en la economía y sociedad a lo largo de todo el camino con la apertura de hospederías, hospitales, iglesias, monasterios, tiendas de comercio y obras de ingeniería como puentes o mejora de las carreteras.
El mito narra como el cuerpo de Santiago, decapitado por Herodes y expuesto a las alimañas y aves de rapiña, es robado por sus discípulos -y es de suponer que su cuerpo es embalsamado y tratado según hemos visto con Jesús de Nazaret- y embarcado en el puerto de Jaffa, en una nave con víveres pero sin tripulación ni vigilancia, rumbo a occidente, al fin del mundo. Los discípulos del apóstol desembarcan en Iria Flavia (Padrón) y proceden a dar sepultura en una cueva donde aparecen algunos ídolos paganos que lógicamente retiran. Apenas hay fuentes escritas sobre el apóstol entre el supuesto viaje y el descubrimiento de la cueva en el siglo IX, apenas algunos textos en los siglos VI y VII donde se le asocia predicando en la península ibérica.

Es en el marco del convulso fin de siglo VIII y comienzos del IX cuando aparece la devoción por Santiago. Por un lado nos encontramos una situación política complicada, con el incipiente reino asturiano amenazado desde el sur por el emirato omeya de Abd al-Rahmán I y desde el noreste por el imperio de Carlomagno, aparte de algunas incursiones normandas. En el terreno social-religioso, la lucha en el seno de la iglesia hispana es patente: por un lado desde Roma y gracias a la alianza entre el papado y los carolingios el Papa presiona para influir en la iglesia hispana -que tenía cierta autonomía respecto a Roma- y por otro, los cristianos del obispado de Toledo -en poder musulmán- ven en la creación del obispado de Oviedo una amenaza a la preeminencia del obispado toledano en el seno de la iglesia hispana. Siendo así, en el momento en que se busca la legitimad del nuevo reino norteño por medio de Santiago apóstol, en el sur salen voces discordantes desde la propia iglesia (véase la pugna entre Beato de Liébana y el arzobispo de Toledo, Elipando).

Historia Turpini. Volumen dentro del Codex calixtinus que narra las gestas de Carlomagno contra el infiel gracias a la ayuda del apóstol Santiago

Historia Turpini. Volumen dentro del Codex calixtinus que narra las gestas de Carlomagno contra el infiel gracias a la ayuda del apóstol Santiago

En este contexto si seguimos lo que narran las fuentes (el manuscrito Tumbo A principalmente), el sepulcro del apóstol es descubierto por el obispo Teodomiro tras una revelación en forma de estrella señalando el lugar, el futuro Campus stellae («campo de la estrella») o Compostela, durante el reinado de Alfonso II el Casto. En pocos años (834) se sacraliza el espacio (locus sanctus) y se entrega a una comunidad monacal para su cuidado y protección. Se erigen iglesias y una legislación protectora del lugar y una literatura afín. Ya en el 906, desde San Martín de Tours se hacen ofrendas a la monarquía asturiana para restaurar el templo arrasado por los normandos y se suceden las primeras peregrinaciones y ofrendas al apóstol por parte de los monarcas de los reinos cristianos. A finales del XI, Alfonso VI de Castilla promueve la construcción de un templo románico capaz de acoger al creciente número de peregrinos. El norte peninsular había ganado, gracias a Santiago, la pugna en su búsqueda de legitimación política y religiosa y Santiago de Compostela era ya un punto clave e indiscutible en la geografía hispana.

Una vez asentado el mito, este se engrandece con nuevas aportaciones que le dan continuidad y fomentan la creación de lo que sería el Camino de Santiago. Al apóstol se le atribuyen una serie de apariciones milagrosas a lo largo del mismo, se cuentan hasta 11 milagros desde la frontera pirenaica hasta Santiago y también comienza a forjarse su leyenda como militar: El famoso Codex Calixtinus (siglo XII) asegura que el sepulcro de Santiago fue descubierto en primer lugar por Carlomagno asimilando así la figura de un personaje histórico «internacional» relevante con la del mito local que se pretende promover. Comienza así la fama de Santiago al frente de la cristiandad encarnada en Carlomagno, el que fue brazo derecho del Papado, contra el infiel, hecho que será repetido sistemáticamente por los reyes hispanos en su avance hacia el sur.

Caso similar ocurre con Brandan El Navegante aunque en este caso el trayecto se hace en vida. Aunque hay quien

San Brandan y su compañía sobre el pez Jasconius. Honorio Philoponus (1621)

San Brandan y su compañía sobre el pez Jasconius

discute su historicidad, San Brandan (también aparece escrito como Brendan, Brandano, Borondón…) parece haber sido abad de Clontarf (Irlanda) a comienzos del siglo VI y siguiendo la estela de otras expediciones de evangelización por parte de monjes irlandeses (San Columbano), inicia un periplo mitificado por la tradición por las islas del Atlántico en busca del Paraíso. De igual forma que la tradición del camino de Santiago atribuye al Santo una serie de apariciones para obrar milagros o insuflando valor en los guerreros cristianos, Brandan se hace a la mar con sus discípulos afrontando una serie de peligros de carácter mítico al más puro estilo del viaje de Ulises. La compañía de Brandán debe enfrentarse a la tentación del diablo y el paso del infierno o a bestias mitológicas como el pez gigante Jasconius, al que confunden con una isla o a las aves de la isla que viene a ser llamada por la Navigatio Sancti Brandani como Paradisum avium («el paraíso de los pájaros»), donde las aves se muestran como antiguos ángeles que permanecieron neutrales en la guerra entre el arcángel Miguel y Lucifer. A Brandan se le atribuyen una serie de descubrimientos geográficos como la isla de Terranova o las islas Feroe y su mito ha tenido una enorme acogida en las islas Canarias, donde se quiso situar la isla de San Borondón, una isla que aparecía y desaparecía aleatoriamente y que algunos habitantes de las canarias aseguraban ver en la parte occidental del archipiélago. Este fenómeno se suele atribuir a un efecto meteorológico de nubes o a un espejismo pero su influencia y localización mítica fue tal que se organizaron expediciones (Felipe II al fortificar las islas, por ejemplo) hasta el siglo XVIII y aparece señalada en algunos mapas de la época.

Ambos mitos de evangelización sirvieron para fomentar, no sólo la cristianización de zonas remotas donde aun pervivían restos de paganismo (como Galicia e Irlanda), sino que dieron un impulso económico y cultural a la zona y atrajeron la «inversión» extranjera. El camino de Santiago sirvió para crear una alternativa de peregrinación a Tierra Santa -un viaje mucho más largo y peligroso- y para fomentar una segunda tierra donde luchar contra el infiel (musulmán) para redimir pecados y alcanzar el paraíso. La tradición de la Navigatio Sancti Brandani fomentó primero un interés para atraer a comunidades monásticas a Irlanda y después la exploración de las islas atlánticas y el interés manifiesto de los navegantes más aventureros, permitiendo la discusión de teorías sobre la navegación hacia el oeste que acabarían influenciando a cartógrafos y marinos como Cristóbal Colón (que también menciona la isla de San Borondón). En ambos mitos de evangelización (y en otros casos similares), se adapta la estructura narrativa de mitos anteriores (volvemos a citar la referencia a Ulises) y se mezcla con costumbres paganas como el ejemplo claro de los discípulos de Santiago usando un antiguo espacio sacro (una cueva con ídolos paganos) como lugar de descanso eterno del apóstol.

Para reflexionar:

  1. ¿Hasta que punto son exclusivos los mitos propios de nuestra cultura?
  2. ¿Somos capaces de aceptar este tipo de influencias?, ¿choca con nuestras creencias?
  3. ¿Tenemos la idea de una religión -tanto antigua como actual- como algo estanco e impermeable, radicalmente opuesta a otra?
  4. De igual forma, ¿hasta que punto son los mitos algo propio de una cultura o religión?, ¿hasta que punto son capaces de tomar préstamos?, ¿evolucionan con el paso del tiempo para adaptarse a realidades sociales diferentes?
  5. ¿Existe mitología actual?, ¿qué ejemplos -no necesariamente de carácter religioso- puedes citar?

Para saber más:

  • Un resumen conciso de la hipótesis documentaria o hipótesis de Wellhausen sobre los primeros libros del Antiguo Testamento lo podemos encontrar en wikipedia.
  • Para Santiago de Compostela y todo lo que rodea al mito tenemos una publicación muy reciente en: Desperta Ferro Arqueología e Historia nº6: El camino de Santiago en la Edad Media. ISSN 2387-1237
  • Herodoto libro II (pdf) 
  • Homero. La Odisea (pdf)
  • Bierlein, J.F. El espejo eterno: mitos paralelos en la historia del hombre. Editorial Anaya, 2001.