Pervivencia de los ritos de paso de madurez

junio 30, 2017 Escrito por: Tablilla De Cera - No hay comentarios

La alusión a los ritos de paso nos recuerda a una época remota donde el niño debía demostrar una serie de rasgos, características o valores que le permitiesen, a ojos de la comunidad, entrar en la fase adulta y ser aceptado como un igual. Normalmente esta idea viene asociada a unas pruebas brutales, temerarias o que simplemente nos resultan «antiguas». ¿Es esto realmente así? en este artículo mensual de La Tablilla de Cera analizaremos el concepto del rito de paso por medio de una serie de ejemplos que nos permitirán reflexionar sobre la pervivencia de los ritos de paso en nuestros días. Pretendemos alejarnos de la visión habitual de este tema con ejemplos extraños, exóticos y brutales (consideramos que es una visión morbosa del asunto sin nada que aportar) y en su lugar analizaremos unos ritos históricos que quizás no nos resulten tan extraños y quizás no los tengamos asimilados como ritos de paso propiamente dichos.

En primer lugar debemos hacer un apunte sobre el enfoque del artículo: contamos con varios tipos de ritos de paso, algunos entremezclados entre sí dependiendo de lo que leamos. Contamos con ritos de paso funerarios que nos hablan del paso del difunto al más allá, ritos inciáticos para grupos muy concretos (sociedad de cazadores/guerreros, cultos a alguna deidad, sociedades secretas…) o ritos de la niñez a la adolescencia y de esta a la edad adulta, incluso el paso de la edad adulta a la vejez.  En este artículo nos interesa centrarnos exclusivamente en los ritos de paso a la madurez, dividiendo solamente entre niño y adulto, así que cuando nos refiramos a ritos de paso lo haremos a este tipo en exclusiva aunque sabemos que la tipología es más amplia.

Una herramienta necesaria para tratar este tema es la antropología disciplina habitual en La Tablilla de Cera. Será el antropólogo Arnold Van Grennep en 1909 quien establezca esta definición , siendo sus tesis matizadas y corregidas después pero el fondo sigue siendo igual de válido. Para Van Grennep los ritos de paso son «un conjunto específico de actividades que simbolizan y marcan la transición de un estado a otro en la vida de una persona». Estas actividades son comunitarias y se rigen por una tradición y unas normas sociales de tal forma que el individuo deja de ser uno y pasa a formar parte de la comunidad. El niño no se considera parte de la sociedad hasta pasar esta transición, deja una especie de régimen especial marcado por la infancia y se integra en la comunidad acatando sus normas. El rito de paso marca la transición entre un individuo inútil para la sociedad que necesita ser cuidado, formado y alimentado y un individuo útil que participa activamente en el devenir de su comunidad.

Estos ritos de paso son una constante en la Historia humana, no surgen en una cultura definida y se propagan en el resto sino que se trata de un fenómeno natural de la vida en común. En toda comunidad humana resulta necesario marcar o tener un momento concreto de transición en el que los más jóvenes dejan de considerarse menores y con ello personas que requieren unos cuidados y una protección así como una formación, una educación por parte de la comunidad, para convertirse en elementos útiles para el grupo. Durante la niñez y con los privilegios que otorga, los menores son formados para servir a la tribu y poder desenvolverse como adultos dentro de la estructura y normas de la tribu. El rito de paso marca esta transición. Se asume que el niño deja de serlo y se convierte, repetimos, en un elemento útil para su tribu, ya no es alimentado y formado sino que busca su comida y forma a otros.

Este rito de paso se produce de muchas y variadas formas en cada cultura y tiempo histórico. Si nos remontamos a las primeras comunidades humanas en la prehistoria, la ausencia de un registro escrito y la precariedad o complejidad de los restos arqueológicos, nos plantea serios problemas para conocer e interpretar estos ritos, no obstante sabemos que debían existir y tener una importancia destacable. Especialmente útil para estos casos es la antropología comparada, disciplina que en este caso nos permite establecer semejanzas entre estas culturas prehistóricas y culturas actuales o casi actuales con un modo de vida semejante al prehistórico. Como sí tenemos acceso a estas culturas indígenas actuales y contamos con fuentes escritas por parte de aventureros, militares y exploradores en el XIX o más recientemente por parte de antropólogos etnólogos como Conrad Phillip Kottak (excelentes trabajos de campo en el Amazonas y en Madagascar) sí podemos establecer hipótesis sobre la vida en común de la tribu en ese estadio de civilización (definición que aquí nos resulta útil pero con la que tenemos que tener cuidado a la hora de aplicarla).

Tatuajes etíopes realizados con espinas y curados con ceniza o savia para un resultado más prominente.

Combinando la antropología comparada y el registro arqueológico podemos asociar algunos elementos a los ritos de paso, aunque confesamos que resulta complicado saber si nos referimos exclusivamente a la transición a la madurez y la vida en comunidad. El tatuaje, elemento cuya presencia que conocemos de sobra en tribus africanas o de la amazonia, marca de forma literal al individuo y nos muestra sus logros (o condenas). Se asocian a ritos en los que el individuo se ve puesto a prueba en solitario o en pequeños grupos, mostrando su valentía a la tribu sobreviviendo a un entorno hostil apartado de la tribu y cazando una presa que debe llevar luego ante sus mayores. Si logra pasar la prueba se considera que su transición ha finalizado y se le marca como adulto y útil a la tribu. Ejemplos de estos tatuajes los tenemos en la momia de Amunet, sacerdotisa de Hathor, que en su mayoría deben de corresponder a ritos de culto pero podemos suponer que nuestra protagonista debió de pasar un ritual de madurez para ser aceptada como mujer adulta en el culto de Hathor, sus tatuajes podrían corresponder a diversas fases de vida o culto. De igual forma, el famoso Ötzi, el hombre de hielo de los alpes y la momia más antigua (3.300 a.C.), contaba con diversos tatuajes a lo largo de su espalda, aunque en este caso se especula que tuviesen una función mágico-curativa ya que se localizan justo en las zonas afectadas por la artritis que padecía.

Petroglifos en Garafia (isla de La Palma)

Otro elemento son las marcas sobre el terreno, petroglifos, hitos o mojones alejados del poblado y de los campos de cultivo o pastoreo que suelen estar adyacentes al mismo, por lo tanto en zonas de poco interés aparente para el poblado. Estas marcas en estos lugares pueden indicarnos zonas externas a la comunidad donde practicar estos ritos. Si avanzamos en el tiempo hasta la Grecia clásica podemos apreciar mejor este punto si tomamos como ejemplo la practica de la Krypteia, ritual de paso donde los niños espartanos ya adolescentes abandonaban la comunidad y eran obligados a sobrevivir fuera de los límites de la misma armados con un cuchillo y escasas provisiones. Debían de hacer la guerra por su cuenta a comunidades aisladas de ilotas (el escalafón inferior en la sociedad espartana, originarios de la conquistada Mesenia), robar su comida y matar con impunidad a los que pudiesen. Cuando el individuo abandona la seguridad de la comunidad traspasando los límites que marcan estos petroglifos o hitos, entra en el periodo de transición y sólo al volver a traspasarlos de vuelta habiendo cumplido con las tareas asignadas (actividades, según la definición de Van Gennep) se integra en la comunidad como un miembro más en plena capacidad participativa.

Cuando la tribu pasa a controlar un amplio territorio, producir bienes más allá de los necesarios para alimento y supervivencia y a chocar con otras tribus de similares características, esta comunidad se hace más compleja y sus actividades se diversifican. El aumento de población requiere nuevas formas de organización comunal, los miembros de la tribu ya no forman un único clan donde todos conocen a todos y los lazos de unión ya no son exclusivamente familiares: aparecen nuevos clanes dentro de la tribu, algunos enfrentados entre si y se necesita un nexo de unión más complejo que permita la unidad de estos grandes grupos familiares. Empieza a ser necesario un corpus de leyes o de tradición que marque las pautas a seguir de todos los clanes de la tribu; estamos ante el paso de la organización tribal a la organización política donde el individuo se convierte en ciudadano.

El concepto de ciudadano (tratado por otra parte en La Tablilla de Cera: Ciudadano antiguo y ciudadano moderno. La isocracia ateniense frente a la democracia ilustrada.) nos plantea nuevos ritos de paso. El niño alcanza la madurez cuando se convierte en ciudadano, ya no es tan importante la supervivencia fuera de la comunidad sino la participación política del ciudadano en su comunidad. Incluso en aquellos casos donde perviven ritos considerados arcaicos incluso por sus contemporáneos como ocurre con Plutarco o Platón ante la Krypteia espartana que hemos mencionado antes, el rito tiene una función política para la ciudad: la caza de un animal o la supervivencia forman al individuo pero las tareas asignadas por la Krypteia tienen una función de control de la población mesenia sometida (ilotas), tanto físicamente mediante la reducción de la población por medio del asesinato ritual, como psicológica a través del miedo que suponía este rito para los ilotas.

Relieve del Ara Pacis donde apreciamos la bulla en los dos niños de la izquierda Germánico y Domicio Ahenobarbo (padre de Nerón) y la lúnula en el caso de Domicia Longina (derecha)

El rito de paso romano estaba íntimamente ligado a la ciudad, especialmente entre las clases sociales superiores. El niño se formaba como ciudadano de pleno derecho con capacidad para votar en los comitia (asambleas) y presentarse a los diversos cargos políticos de su comunidad, desde los más modestos como funcionariado encargado de bibliotecas (procurator bibliothecae) o del ciclo del agua (curator aquae) hasta las magistraturas del Estado (ediles, cuestores, legados…). El ritual de paso se llevaba a cabo dentro de la ciudad, mediante una serie de ceremonias públicas y privadas en las que participaba la familia y la clientela o incluso los patronos del pater familias del niño. El niño se quitaba el colgante protector que le era impuesto desde su nacimiento (bulla para los niños, lúnula para las niñas) y la toga praetexta propia de la niñez, ambos elementos junto con algunos juguetes se depositaban ante los lares familiares en el altar de la casa y se procedía a vestir al niño con la toga viril. A partir de entonces ya era un adulto de cara a su familia pero seguidamente debían encabezar una procesión hacia el foro de la ciudad para ser inscrito con tría nomina (matices sobre el tria nómina en La Tablilla de Cera: Descifrando epígrafes romanos I: estatus socio-jurídico) en el registro de ciudadanos romanos (el caso de las niñas es diferente ya que la ciudadanía romana es exclusivamente masculina). A partir de entonces y tras un sacrificio ante el dios Liber y una moneda ofrecida a Iuventas, el niño ya era adulto de cara a la ciudad y por tanto un ciudadano de pleno derecho.

Con la introducción del cristianismo en Europa a finales del mundo romano estos ritos de madurez vuelven a cambiar. Si contamos con una primera fase donde los ritos de paso se relacionan con la supervivencia y la muestra de valentía, un segundo momento donde lo importante es la utilidad política del individuo para su comunidad, en esta tercera fase el rito de paso se diluye entre el ámbito laico y el religioso. El niño, en palabras de Tomás de Aquino, en un ser imperfecto, casi un enfermo cuya única cura es la madurez y con ella la utilidad práctica como cristiano.

<<Sólo el tiempo puede curar de la niñez y de sus imperfecciones.>> Tomás de Aquino.

Esta madurez se alcanza entre los 12 y los 14 años cuando ya es apto para comprometerse y planificar el matrimonio que es, finalmente, lo que determina al individuo como una persona adulta capaz de formar una familia y organizar su vida. El rito del matrimonio se establece en dos partes, una primera donde los padres de los contrayentes establecen un contrato de matrimonio (son prometidos) donde se estipula la dote y las condiciones del matrimonio y más tarde, según el tiempo acordado, se celebraba el enlace, donde se mezclaba la tradición jurídica heredada de los pueblos germanos donde el una serie de símbolos como las arras (parte de la dote) servían para sellar el contrato, con un poder eclesiástico cada vez más presente en la ceremonia mediante la presencia de los presbíteros, que se consolidarán como parte indispensable y protagonista en la Alta Edad Media. Tras la ceremonia y la entrega por parte del padre de la mujer en la casa del marido, se rompen los lazos parentales y la pareja, bajo la fórmula de una familia, entran a formar parte de la comunidad ya como adultos.

En el ámbito laico y para la aristocracia varonil, existía otro tipo de rito de paso. Recordando que el niño es un ser imperfecto se le forma desde edad muy temprana en el trabajo duro. El destino de los niños de origen humilde era trabajar en el campo o en lugares peores como minas, mientras que el niño aristócrata tampoco se escapaba del trabajo: El sistema vasallático suponía un control jerárquico y basado en la guerra, donde el niño se formaba para la guerra como paje o escudero, cuidando los elementos guerreros de su Señor (las armas, los caballos…) mientras se entrenaba él mismo y participaba en un segundo plano en las guerras, no en la lucha directa pero sí como ayudante en el frente. La madurez llegaba cuando se armaba caballero, el ritual medieval por excelencia. Encontramos aquí también una mezcla entre elementos que algunos autores identifican con el mundo germánico y la introducción del elemento religioso que cada vez se hace más presente. Resulta curioso pero en el rito del caballero contamos con elementos similares al rito del matrimonio, como un periodo de vigilia o ayuno y una ceremonia religiosa donde se pronunciaban los votos y se confirmaba al individuo como caballero. El niño ya adolescente se vestía ritualmente con las armas y mediante una serie de símbolos más o menos comunes (la entrega de unas espuelas de oro, el toque de la espada en el hombro del arrodillado, el juramento de vasallaje…) pasaba a convertirse en caballero, en un miembro útil de la sociedad guerrera.

Con el fin del Antiguo Régimen y su sociedad eminentemente guerrera y los cambios sociales y estructurales que se suceden en las siguientes décadas observamos nuevas formas de madurez. Aunque entre las capas más bajas de la población el matrimonio seguirá siendo el rito de paso principal para entrar en la vida adulta y en la comunidad hasta el siglo XIX, entre la nueva aristocracia de salón y los nuevos grupos burgueses que buscan una participación activa en el devenir de su comunidad, el matrimonio sigue siendo un rito de paso importante pero no es el único y cambian ciertos detalles. El rito de vasallaje y de armar caballero desaparece en importancia y con la Ilustración se retoman las viejas ideas de ciudadanía (volvemos a recordar el artículo de La Tablilla de Cera sobre ciudadanía y democracia citado anteriormente). Podríamos considerar que ya no hay rito de paso laico como tal para acceder a la ciudadanía como ocurría en Roma, también es cierto que las prerrogativas de participación política son exclusivas para una minoría de la población pero la propia Ilustración aparece como un rito de paso de madurez:

<<La Ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad.>> Kant.

Kant pone al individuo adulto como elemento indispensable de la comunidad. Realiza una critica feroz de la no participación política o social y señala que el hombre que delega su participación en la comunidad por vagancia o por ignorancia no puede considerarse adulto.

<<La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena, permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea. Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia.>> Crítica de la razón pura. Kant (1781)

Immanuel Kant (1724-1804)

Si reflexionamos sobre esta idea el rito de paso se hace extensible a la comunidad. La comunidad no puede considerarse adulta si no tiene elementos que le permitan reflexionar y tener pensamiento crítico. Se establece además que la comunidad está formaba por individuos, no por grupos, de tal forma que las ideas y el trabajo de cada individuo hacen avanzar de forma positiva y adulta al conjunto de la sociedad. (Sobre las comunidades y los individuos conviene recordar uno de nuestros últimos artículos: La Tablilla de Cera: El imaginario colectivo en Historia. El ejemplo de Numancia) Así mismo, se observa una crítica al Antiguo Régimen (extensible además a otros periodos históricos anteriores), Kant propone el fenómeno de la Ilustración como el periodo de transición en el que el individuo histórico alcanza su mayoría de edad. Las comunidades anteriores, regidas por tutores ya fuesen laicos como el caso de los Señores feudales, o religiosos como en el caso de los canónigos, no pueden considerarse adultas, son comunidades infantiles que necesitan del rito de paso que supone la Ilustración para considerarse, al fin, comunidades históricamente adultas.

Goethe contemplando el Coliseo (1790) Jacob-Philipp Hackert

El último rito de paso que analizaremos nos adentra en esta aristocracia de salón y en la burguesía adinerada del siglo XVIII; volvemos a tener un rito de paso concreto que nos sirve de complemento al rito abstracto y reflexivo que proponen los ilustrados. Se trata del fenómeno del Grand Tour, el antecedente del turismo y exclusivo a las clases pudientes hasta que a mediados o finales del XIX aparecen los transportes de masas. Este Grand Tour era una especie de viaje iniciático para las élites: el niño ya adolescente abandonaba su hogar acompañado de un séquito de sirvientes y realizaba un viaje por Europa (Francia e Italia fundamentalmente) de una duración aproximada de entre unos meses y un año. Durante ese tiempo, el joven se formaba intelectualmente participando de las costumbres y cultura de otros países. Sólo a su vuelta el joven aristócrata estaba preparado para formar parte de la vida adulta, interesarse por las cuestiones políticas y sociales de su comunidad y contraer matrimonio. En palabras de Anthony Ashler, filósofo y político inglés:

<<Por conocimiento del mundo yo entiendo aquel que resulta de la observación de los hombres y las cosas desde un contacto con las costumbres y usos de otras naciones, con una visión interna de sus políticas, gobierno y religión […]. Esta es la madre de las ciencias que todo caballero debe comprender y de la que nunca han oído nuestras escuelas y colegios.>> Characteristics of men, manners, opinions, times. Anthony Ashler, tercer conde de Shaftesbury (1711).

Siguiendo las ideas que anunciará Kant unas decenas de años después, el rito de paso que convierte al niño en adulto es la formación en Humanidades mediante el Grand Tour, el viaje iniciático que le permite formarse como adulto.

Llegados a este punto hemos intentado dar una visión normalizada de los ritos de paso, con una serie de ejemplos históricos que quedan algo alejados de la idea preconcebida que tenemos sobre los mismos y cuya reflexión, a partir de ahora, nos permitirá analizar los ritos de paso actuales y la pervivencia de estos ritos históricos en nuestros días.

Para reflexionar:

  1. ¿Qué elementos comunes podemos apreciar en cada uno de estos ritos históricos si los comparamos con los ritos actuales?
  2. ¿Cuales perviven y como han evolucionado según las necesidades de la sociedad actual?
  3. ¿Existen nuevos ritos de paso de madurez en la actualidad?, ¿puedes poner algún ejemplo?
  4. ¿Alguno de los casos seleccionados ha perdido su utilidad como rito de paso pero pervive en la sociedad de alguna manera?
  5. ¿Es la Ilustración un rito de paso comunal para la sociedad?
  6. ¿Qué propone Kant en el texto seleccionado?, ¿se puede aplicar en nuestros días?
  7. ¿Qué cambios en la mentalidad ha supuesto el concepto de infancia hasta nuestros días?

Para saber más: