Reflexiones entorno a la Historia actual o Historia inmediata.

septiembre 29, 2017 Escrito por: Tablilla De Cera - 1 comentario

El articulo presente apenas nos va a desplazar atrás en el tiempo ya que nos quedaremos en el análisis y reflexión de los dos últimos siglos históricos -XX y XXI,uno de ellos recién empezado-. Es sin duda un tema complejo, lleno de interpretaciones y hasta de polémica, tanto en el mundo social como en el mundo científico, pero merece la pena no tanto el análisis de determinados sucesos de la Historia actual sino la reflexión del propio concepto, el debate historiográfico y los problemas -profesionales y morales- a los que nos enfrentamos los historiadores cuando tocamos estos temas. Invitamos a nuestros lectores a meditar sobre lo escrito y por supuesto a opinar sobre el tema a debate.

Caída del Muro de Berlín (9 y 10 de Noviembre de 1989)

Comencemos por definir el concepto. Historia actual o Historia inmediata se entiende por el periodo histórico comprendido desde la caída del Muro de Berlín hasta el presente. Su comienzo estaría marcado por el fin de las guerras de conquista con la caída de la Alemania de Hitler, el último Estado en promover una conquista de territorios a gran escala. Además, el fin de las guerras mundiales supone la creación por primera vez en la Historia de organismos internacionales para la salvaguarda de la población, de los Estados y del propio planeta a nivel global, es el comienzo de la globalización, una de las principales características de la Historia actual. A nivel de Estados, la diplomacia pasa por mantener el status quo internacional con la creación y mantenimiento de grandes bloques con mayor o menor poder y mayor o menor unidad. Tras el final de la Guerra Fría -URSS y EEUU- los bloques son cada vez más complejos y entremezclados, menos definidos: podemos hablar por un lado del «bloque occidental», en el que englobaríamos a Estados Unidos y la Unión Europea como principales, y por otro de Rusia y su influencia sobre las antiguas repúblicas soviéticas. Sin embargo, otro bloque a destacar sería el denominado G8, que precisamente reúne a Estados Unidos y a Rusia, además de un puñado de Estados europeos pero no su representación como UE. Podríamos alegar que mientras que los dos primeros ejemplos tratan de política o diplomacia internacional, el tercero es un bloque económico, sin embargo resulta imposible desligar la diplomacia internacional y la economía global como objetivos distintos ya que la influencia es mutua y observamos así como los intereses de algún miembro de un bloque pueden ir en contra del bloque y a favor de otro bloque. Aunque solo lo citaremos, conviene recordar la existencia de bloques internacionales ajenos a los conceptos políticos de diplomacia internacional o economía, destacaremos aquí el Acuerdo de París (2016) por el cambio climático o los propios organismos internacionales de carácter social como Greenpeace o WWF (World Wildlife Fund).

La segunda característica de la Historia actual es la llegada de la tecnología al servicio de la sociedad en lugar de al servicio del Estado o de los medios de producción como había pasado hasta la fecha con la revolución industrial o los diversos avances tecnológicos en eras anteriores. Esto supone un cambio radical y acelera los procesos: la llegada de los medios de comunicación al gran público, primero en papel y en formato radio-televisivo y en fechas recientes mediante formato digital y la comunicación a través de Internet. La población recibe noticias de forma inmediata y cuenta con herramientas para difundir su propia opinión más allá del reducido circulo tradicional (familia y comunidad). La Historia actual, gracias a estos avances y al mundo globalizado, aporta más sucesos históricos en menor marco temporal si comparamos con etapas históricas anteriores. La inmediatez es por tanto otra característica de la Historia actual.

Protestas en Ucrania en 2014 que desembocarían en una guerra, en el marco de la crisis entre la Unión Europea y Rusia por un tratado comercial de la UE con Ucrania.

Sin embargo, la principal característica de la Historia actual es que somos testigos de la misma. Las generaciones actuales han vivido en parte o en su mayoría los fenómenos históricos que analizamos: Desde la Guerra Fría o las revoluciones latinoamericanas, hasta la Guerra de Siria, el 11-S o la crisis social y económica actual. No hablamos de una historia del pasado sino del presente y este es el principal problema al que se enfrenta esta disciplina y la convierte tanto en polémica dentro del ámbito científico y como en ausente en los conocimientos de la sociedad.

Con esto ultimo no queremos decir que la sociedad no tenga conocimientos sobre los sucesos históricos recientes, sería absurdo. Nos referimos a que la Historia actual como ciencia pasa desapercibida como forma de conocer estos sucesos frente a la influencia de otras formas de conocimiento como el periodismo. Esto es así: tanto periodistas como historiadores comparten y narran los mismos sucesos, y la inmediatez que hemos mencionado supone que sean los primeros los que lleguen antes a la sociedad.

Si comparten los mismos acontecimientos y el periodismo llega siempre antes… ¿cual es la utilidad de esta disciplina histórica? Los historiadores positivistas opinaban que solo aquellos sucesos con más de 50 años de antigüedad pueden considerarse hechos históricos y por tanto estudiables por el historiador, más recientemente los seguidores de esta idea (positivistas o no) redujeron la cifra a 30 o 25 años. Esto ha supuesto un lastre profesional o moral ya que la clave no está en los años transcurridos desde el hecho histórico al historiador, la metodología de la ciencia histórica es la clave y aunque para evitar extendernos nos remitiremos al artículo publicado por estas fechas el año pasado (La Tablilla de Cera: Historiografía: ¿Cómo trabajan los historiadores?), donde explicamos la diferencia entre narrar un hecho histórico y narrarlo mediante las herramientas de la ciencia histórica, sí que haremos hincapié en algunos puntos de dicho artículo: la objetividad, que debe de ser característica indispensable del historiador, el análisis de las fuentes y la búsqueda de la verdad histórica, posibilitan una visión más completa y menos partidista, aunque menos inmediata, que la información que proporciona el periodismo.

Esta objetividad que debe estar presente en todo trabajo histórico, es precisamente la que se pone en entredicho cuando surge el debate sobre la Historia actual. El historiador no es ajeno a los hechos, los vive y en ocasiones se ve involucrado como persona en ellos. ¿Un historiador que, en su vida diaria, se ve afectado por la crisis actual, puede realizar un análisis histórico objetivo de esta crisis?, ¿hasta que punto puede realizar un análisis objetivo de las injusticias a las que se puede ver sometido?. Estas preguntas pueden decantarnos hacia una visión negativa de esta disciplina pero como nuestra intención es la reflexión, el pensamiento crítico de nuestros lectores y evitar caer en el blanco o negro, vamos a poner un ejemplo que puede resultarnos ilustrativo de esta problemática: El historiador de época romana Tácito está considerado como uno de los mejores historiadores de su época. Su estilo, aunque con algunos errores fruto de aplicar fuentes secundarias, está bien considerado y resulta una fuente histórica fundamental para nosotros. Tácito alcanza la madurez plena y comienza su labor historiográfica con el reinado de Nerva, tras la época convulsa de Domiciano y la guerra civil consiguiente. Por tanto, Tácito vive y como hombre político ligado a personajes destacados como Cneo Julio Agrícola, es participe de los sucesos que acontecen por esas fechas, entre ellos el ya referido polémico gobierno de Domiciano. Estamos por tanto ante una situación similar a la del ejemplo actual, ¿hasta que punto resulta objetivo Tácito?.

El historiador Eric Hobsbawm (1917-2012)

Bien, nuestros lectores habituales o cualquiera que lea el artículo sobre historiografía mencionado más arriba (y en el apartado final «Para saber más»), dirá que según lo dicho entonces Tácito no nos resulta un ejemplo válido ya que dijimos que la Historia como ciencia no aparece de forma rigurosa hasta el siglo XIX. Es cierto pero no invalida el ejemplo: Si nos vamos al siglo XIX tenemos el mismo ejemplo en las figuras de Leopold Von Ranke en Alemania y Auguste Comte en Francia, destacados historiadores que también fueron testigos y afectados por una época convulsa. No es nuestra intención cuestionar la objetividad histórica y para este debate nos remitimos al citado artículo, lo que tratamos de explicar es que la cuestión de la objetividad no invalida que no se pueda hacer análisis histórico de la historia inmediata ya que es un problema que también encontramos en épocas remotas. Para apoyar esta idea podemos citar al historiador de la escuela marxista Eric Hobsbawm (1917-2012) y su teoría de la zona de sombra; Para Hobsbawm todo historiador (y por extensión cualquier persona) mantiene una relación personal con cualquier hecho histórico que pretenda tratar, si bien no de forma directa como en el caso de los historiadores de la actualidad, si que sucede en forma de influencia, ya sea por tradición familiar o, para el caso de épocas más remotas, por cuestiones de identificación con algún grupo social, nacional o religioso. Lo que existe entre el hecho histórico pretérito a tratar y el propio historiador es la zona de sombra, un margen de tiempo (siglos o días) en el que la persona puede verse influenciada por mitos, imágenes o ideas.

La aparición de las nuevas formas de comunicación y las nuevas tecnologías (hablamos fundamentalmente de Internet) han supuesto cambios dentro del debate historiográfico entre profesionales. Aun para las generaciones actuales de historiadores, el alemán o el francés son idiomas reiterados en las aulas universitarias como recomendables para el historiador. Existe toda una importante bibliografía poco traducida, especialmente de la escuela alemana, de la cual el historiador puede tener que recurrir en alguna ocasión. Además, resulta indispensable el recurso de acudir a la biblioteca o el archivo para consultar o adquirir algunos documentos u obras. La introducción de las nuevas tecnologías para el historiador ha supuesto cambios (físicos y mentales) para el gremio: actualmente es posible consultar archivos y artículos en la red a través de plataformas digitales como Dialnet (Universidad de La Rioja), plataforma que los lectores habituales de La Tablilla de Cera conocen bien.

Siguiendo esta línea la fecha de 1993 será clave para la Historia actual. Este año y en la Universidad de Santiago de Compostela (España), se lleva a cabo el I Congreso Internacional de Historia a Debate para tratar sobre nuevos métodos y disciplinas historiográficas y prestar atención a la Historia actual. Aunque ya venía funcionando en años previos, el congreso sirve para fundar la Red Académica Internacional Historia a Debate (HaD), comunidad internacional de historiadores que pretenden impulsar el trabajo en red y los nuevos paradigmas historiográficos. Con el doctor Carlos Barros (Universidad de Santiago de Compostela) a la cabeza, Historia a Debate planteó una serie de cuestiones en 1993 que pretendían renovar la historiografía y separar definitivamente la Historia actual de la Historia contemporánea (etapa en la que estaba usualmente adscrita como un subperiodo más), definiendo noviembre de 1989, fecha de la caída del Muro de Berlín, como fecha de cambio para la nueva etapa histórica. Para esta comunidad de historiadores, las escuelas historiográficas del siglo XX quedaban obsoletas (son especialmente críticos con la persistencia del positivismo) y era o es necesario los cambios en el estudio profesional de la Historia. Son practicamente pioneros y por supuesto impulsores del trabajo en red a través de las nuevas tecnologías, de la comunicación entre historiadores no solo a través de reuniones en congresos sino de tener la posibilidad de un debate más vital, inmediato e internacional gracias a las herramientas que proporciona Internet. Además, entre el resto de ideas que plantean para el ámbito académico, una de las principales es la del multilingüísmo, es decir que en un mundo interconectado o globalizado, no debe de existir un idioma preeminente, un idioma científico como en su día lo fue el alemán para los historiadores de finales del XIX o el inglés para toda la comunidad científica (no solo de corte humanista, también en ciencias puras) a partir de mediados del XX. HaD promueve la traducción simultanea o automática en congresos o publicaciones digitales de al menos tres lenguas (inglés, español y francés). Además plantea abiertamente el problema de la memoria histórica y la historia oficial. Quizás uno de los puntos más problemáticos de la Historia a Debate sea el relativo al monopolio del academicismo y la relación entre memoria e historia: Para la comunidad de HaD el debate histórico no debe de estar cerrado al monopolio del mundo académico como defendían Ranke y los positivistas, sino que puede estar abierto a las aportaciones externas. Por tanto, esta Historia inmediata o Actual debe ser comprometida con la sociedad -algunos han querido ver aquí cierta falta de objetividad histórica-, debe ser plural -multidisciplinar por ejemplo- y profesional.

Por ultimo, la comunidad de historiadores de HaD está muy presente en el debate sobre la memoria o memorias históricas. Evidencian la fractura que hay en determinados países (Francia o España) entre Historia y memoria y el alejamiento de los profesionales del gremio respecto a todo lo que englobe la memoria social. Por contra, la comunidad internacional de Historia a Debate opina que los historiadores de la Historia inmediata no deben de ser ajenos a los procesos de memoria social ni críticos con la historia oficial, sino que deben de ser participes e impulsores del debate social respecto a la memoria histórica.

Como punto final y aprovechando este último apunte sobre memoria social, nos centraremos en el análisis de esta disciplina en España. Ya tuvimos ocasión de ver un caso práctico sobre cómo utilizar un hecho histórico para convertirlo en mito (La Tablilla de Cera: El imaginario colectivo en Historia: El ejemplo de Numancia.) y sabemos la vigencia que tiene como parte del imaginario colectivo español pero, ¿qué ocurre con la Historia más reciente?, ¿está sujeta al debate sano por parte de académicos y el colectivo social como tratan de promover los historiadores de HaD?, ¿existen mitos recientes?.

El caso español es simplemente… complejo. En La Tablilla de Cera opinamos (opinamos, repetimos) que la Historia actual no goza de buena salud en España a pesar de tener buenos profesionales y que la propia sociedad española se resiente, enferma de unos tópicos mal curados, y tiene su reflejo en los sucesos políticos o sociales del día a día. Una sociedad incapaz de tener un pensamiento crítico respecto a su pasado -no decimos negativo o positivo, decimos simplemente crítico- no es una sociedad históricamente sana. ¿En qué se traduce esto?, ¿cómo podemos observar esto?:

La naturaleza toma los restos de trincheras e impactos de bomba de la Guerra Civil española en la Casa de Campo de Madrid.

En el ámbito académico nos encontramos con el caso aislado español respecto a la documentación relativa a la Historia inmediata. La Ley de Secretos Oficiales resulta terriblemente restrictiva para los investigadores, de tal forma que resulta practicamente imposible realizar un análisis profundo de sucesos históricos como la última Guerra Civil o incluso durante la II República. Decimos «practicamente» porque los investigadores pueden acudir a documentación extranjera (los archivos británicos, por ejemplo, son importantes para estudiar la Guerra Civil española). Sí existe una buena salud en materia de Historia militar, contamos con numerosa documentación accesible y un público interesado y sano, pero no sucede lo mismo para los historiadores sociales (recordemos todas las escuelas históricas que surgen a partir de la escuela de Annales), que ven su investigación mermada por la escasez de las fuentes a las que se les permite acceder. Esta Ley de Secretos Oficiales lleva años siendo duramente criticada por amplios sectores del gremio de historiadores y ciencias humanas y, a estas alturas, resulta un «extraño», un caso aislado y casi una «curiosa rareza» respecto a lo que ocurre en los países del entorno occidental con similares características históricas en su historia más reciente como Alemania o Francia. Tal y como decían los miembros de la Historia a Debate, los historiadores de la actualidad deben de resultar competitivos respecto a competidores como el periodismo u otros, pero resulta imposible resultar competitivo sin el material apropiado, así que España goza de una extensa bibliografía sobre su historia reciente pero en su mayoría nos encontramos ante títulos cuyos autores carecen de las herramientas características de la ciencia histórica.

La memoria histórica es otro punto conflictivo, lo suficientemente complejo como para que no nos atrevamos o podamos analizarlo en profundidad, pero se evidencia la fractura académica entre Historia y memoria, y los intentos de encabezar el debate social no resultan exitosos, de hecho recientemente alguna institución se ha visto perjudicada por presiones mediáticas y políticas en su intento por realizar análisis históricos para los organismos públicos. Así, la memoria histórica en el mundo académico español resulta un apartado muy cerrado y poco permeable a la sociedad civil, que no tiene acceso a los trabajos de investigación y recurre a otros medios que quizás resultan más atractivos pero más polémicos.

Para reflexionar:

  1. ¿Es la Historia actual una nueva etapa dentro de la periodización de la Historia?
  2. ¿Estás de acuerdo con los postulados de Historia a Debate?, ¿en qué coincides y en qué disientes?
  3. ¿Debe el historiador comprometerse con los sucesos históricos de los que es testigo y participe como persona o debe mantenerse al margen?
  4. ¿Debe el historiador encabezar y orientar las inquietudes históricas de la sociedad o debe limitarse a permanecer en el marco de la investigación académica?
  5. ¿Cómo o de qué forma debe conjugarse la Historia y la memoria histórica?, ¿son conceptos que deben permanecer separados?, ¿debe el historiador intervenir o dirigir el segundo?
  6. ¿Qué opinas del caso español?, ¿conoces la trayectoria profesional de los autores que conoces sobre bibliografía de la Historia actual española?
  7. ¿Conoces el caso de las trabas en la investigación de la Ley de Secretos Oficiales española? ¿Debe reformarse la legislación?, ¿por qué?. ¿Conoces leyes de secretos de otros países?, ¿qué ocurre en esos casos?

Para saber más: