Someter al enemigo. Iconografía de la rendición I.

marzo 27, 2020 Escrito por: Tablilla De Cera - No hay comentarios

Este mes nos preguntamos acerca del acto de derrotar a un enemigo a lo largo de la historia, de someter al enemigo y mostrar su rendición. Lo que conocemos de la Historia bélica es la narración del conflicto, sus causas, la campaña militar y los protagonistas de ambos bandos. Desarrollamos la línea cronológica del conflicto hasta su final y observamos las consecuencias que ocurren después.

Sin embargo entre conflicto y consecuencias tenemos el acto de rendición y su posterior plasmación iconográfica. ¿Cómo se representa la rendición del enemigo? esta es la idea del artículo que trataremos de ver a través de una serie de ejemplos donde el mundo antiguo va a tener el protagonismo de este primer artículo dedicado a este tema al ser, quizás, el periodo histórico donde mejor se plasma el sometimiento del enemigo al victorioso y donde más ejemplos tenemos.

La representación del enemigo derrotado forma parte clave de la propaganda del Estado, sea cual sea su forma, su o sus dirigentes o su periodo histórico. Supone la superioridad del victorioso sobre el derrotado y en ocasiones veremos como esta representación no obedece a una situación real, ante un mismo conflicto podemos encontrar que cada uno de los contendientes se hace representar como victorioso ante el enemigo sometido.

Por tanto, el análisis de las fuentes iconográficas debe someterse a la crítica cuando realicemos el análisis histórico y ser apoyado por el resto de fuentes históricas disponibles (literarias, arqueológicas, epigráficas, antropológicas…).

Con fuentes iconográficas nos referimos por supuesto a la representación de personajes o hechos por medio de imágenes, sean estas pictóricas, escultóricas o de otro tipo. Cierto es que con la aparición de la prensa y más adelante de los medios de comunicación en conjunto, esta representación iconográfica pierde importancia como forma de comunicar la derrota, no obstante no desaparece y veremos ejemplos en el siguiente artículo dedicado a este tema.

Paleta de Narmer (3050 a.C.)

someter al enemigo

Para una de las primeras representaciones con el motivo iconográfico del sometimiento del enemigo nos vamos a Egipto sobre el 3050 a.C. con esta pequeña paleta (61 cm x 12 cm) para sostener pigmentos o aceites, aunque más bien podría ser una ofrenda funeraria, ya que suelen encontrarse casos similares como parte del ajuar funerario.

Nos interesa el anverso donde nos aparece Narmer, monarca egipcio que el consenso historiográfico asimila con Menes, el primer faraón de la I dinastía.

Narmer ocupa la posición central del espacio, siendo la figura que primero capta el ojo al fijarnos en la paleta. El tamaño del rey es considerablemente mayor al del resto de personajes, representando la preeminencia del soberano sobre el resto de mortales.

Narmer realiza el acto de someter al enemigo sujetando por el pelo al arrodillado y con la otra mano se dispone a darle el golpe final con la maza. Evidentemente la figura del rey simboliza todo el poder del Estado, no es necesario aquí mostrar las tropas de Narmer que llevan a cabo la derrota del enemigo, ya que la sola presencia del rey indica que la campaña resultó exitosa gracias a su persona.

Hay una serie de pistas que nos indican el enemigo al que se enfrenta Narmer. Toda una serie de normas iconográficas en el arte egipcio establecen las normas para esculpir o dibujar a los enemigos (justamente estamos ante una de las primeras representaciones del estilo). Cada región enemiga se representa con unas características étnicas y en este caso coinciden con la que se atribuye a los libios y a las tribus del Sinaí pero también sabemos que puede referirse a los habitantes del delta (en La Tablilla de Cera: Heqau khasut. Los hicsos y el delta del Nilo hablamos sobre ello).

En este sentido, Narmer lleva la corona del Alto Egipto y a su derecha tenemos el símbolo de Horus (aludiendo a la divinidad del faraón) sujetando unos tallos de planta de papiro, que resulta ser uno de los símbolos que se atribuyen al Bajo Egipto. Estamos pues ante la conquista del Bajo Egipto por el Alto Egipto.

Completan la escena las cabezas de vaca que aluden a la diosa Hathor y que enmarcan el nombre real en la parte superior, enemigos abatidos en la parte inferior junto a la representación de dos ciudades amuralladas y un personaje tras el faraón que parece ser un sacerdote que acompaña al rey. Todos estos elementos son secundarios a la imagen central de sometimiento.

Estela de Naram-sin (2250 a.C.)

someter al enemigo

Nos trasladamos un siglo y poco hacia delante en el tiempo para situarnos en la Baja Mesopotamia, en terreno acadio para describir una estela que guarda similitud iconográfica con la paleta de Narmer.

Naram-sin, cuarto rey de Acad y nieto de Sargón I, expande el territorio acadio en una serie de campañas a lo largo de su reinando. Comenzando con una grave sublevación de las ciudades bajo control acadio a comienzos de su reinado, continuó conquistando el reino vecino de Elam y expandiendo el territorio hasta alcanzar el levante mediterráneo y arrebatar a Egipto el Sinaí. Es tras estos éxitos militares cuando manda esculpir la estela que presentamos a continuación.

Si dividimos la estela en tres paneles, el superior-izquierda lo ocupa por completo la figura de Naram-sin, con una maza en la mano y tocado con un casco con cuernos, atributo que alude a la divinización del monarca.
Bajo su persona, el panel inferior muestra el ejército acadio, con sus figuras siguiendo el camino que marca el rey y cuyas miradas y gestos parecen posarse en la figura real con gesto de admiración.

La parte superior-derecha nos indica el lugar por donde viaja el rey con su ejército, una montaña, aludiendo a los montes Zagros donde se sitúan los lullubitas; que nos aparecen en este mismo panel siendo sometidos e implorando piedad, muertos o despeñados por la montaña ante la presencia el rey acadio.

Relieve de Ramses II en Abu Simbel (1284 a.C.)

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Seguimos avanzando en el tiempo. Un siglo después de Naram-sin tenemos la famosa batalla de Qadesh entre el Egipto de Ramses II y el Imperio Hitita de Muwatalli II, cuya iconografía propagandística nos da cuenta de hasta donde influye la representación de una victoria que quizás no fue tal.

En este relieve del templo de Abu Simbel se repite el mismo motivo iconográfico. La figura del faraón en primer término agarrando por el pelo a un grupo de enemigos arrodillados, humillados y a punto de ser golpeados por la maza del monarca.

Acompañando a la escena tenemos fragmentos en jeroglífico del poema de Pentaur, poema épico que celebra la victoria de Ramses II sobre los hititas y que forma parte de todo el programa iconográfico representado en templos y construcciones de época ramésida. Ramses II elabora pues toda una propaganda para dar a conocer su victoria sobre Muwatalli II de Hatti.

Esta idea de la victoria egipcia en Qadesh ha llegado practicamente hasta nuestros días y conviene ser matizada ya que el análisis de la batalla y especialmente el texto del tratado entre egipcios e hititas posterior a la batalla, encontrado en las ruinas de Hattusa en 1834, nos da una realidad distinta.

El resultado de la batalla no parece quedar claro, no hubo victoria clara para ningún bando, pero el tratado de Qadesh beneficia a Muwatalli II, ya que pudieron conservar el emplazamiento de Qadesh y reafirmar las fronteras y su dominio sobre la región de Amurru.

Además, el tratado establecía un pacto de ayuda mutua entre ambas potencias por lo que la situación en la región quedó establecida y controlada desde Hattusa sin que Ramses II obtuviese ningún avance de posiciones.

Copa de Edimburgo (480 a.C.)

someter al enemigo

Egipto y los reinos mesopotámicos de la antigüedad se caracterizan por un gobierno personalista donde el monarca adquiere, además, rasgos divinos. ¿Qué ocurre cuando avanzamos en el tiempo y nos encontramos con sistemas de gobierno como las póleis griegas?. En estos casos ya no es el monarca el que aparece en el imaginario sino que se acude a la personificación étnica, en este caso el griego.

La copa de Edimburgo conservada en el Museo Nacional de Escocia, es en realidad un Kylix, un cuenco poco profundo y ancho, con asas, para beber vino. La decoración la tenemos en el interior, en el fondo del cuenco y nos muestra la personificación del griego derrotando al persa (estamos en época de las Guerras Médicas).

Aquí ya aparecen ambas figuras al mismo tamaño y la representación se hace de forma realista, de tal forma que nos sirve para conocer vestimentas y equipos de combate de ambos pueblos, aunque siempre teniendo en cuenta que ambos personajes son representaciones de su tiempo y Estado y deben ser matizadas al estudiar.

Se mantiene el gesto del vencido que aparece derribado en una posición casi imposible de última defensa. Este aparece representado con el kidaris o kitaris, gorro que le identifica como persa, así como sus llamativos ropajes y la presencia -practicamente oculta- de un arco. Sobre él, en gesto de someter al enemigo, de dar la última estocada aparece la representación del griego vencedor con el hoplon con los colores familiares (un pegaso) en primer término.

Tropaion del campo de batalla de Leuctra (371 a.C.)

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Ilustración de sandradelgado.com

Otro modelo de imaginería asociada a la visión del sometimiento del enemigo es el tropaion (tropaeum en latín), una estructura provisional común a griegos y romanos que se erigía en el campo de batalla con las armas de los enemigos caídos.

En este caso, son los tebanos del beotarca Epaminondas los que levantan un tropaion con las armas de los espartanos derrotados en Leuctra.

Observemos aquí, que a diferencia del kylix de Edimburgo, en la recreación de la ilustración algunos escudos ya no llevan emblema familiar sino la letra lambda de Esparta.

Son monumentos provisionales por lo que no nos quedan restos arqueológicos identificables y servían para marcar el lugar y recordar a los viajeros y habitantes de los territorios aledaños la batalla y victoria que se había producido. El campo de batalla se revestía a así de cierto poder simbólico, recordemos el ejemplo del ejército espartiata llegando dos días tarde a Maratón (490 a.C.), que decide viajar hasta el escenario de combate para rendir homenaje y contemplar la victoria de sus aliados contra los persas (y posiblemente el tropaion con las armas persas erigido por los atenienses)

Monumento del campo de batalla de Leuctra (371 a.C.)

Leuctra presenta un caso especial dentro de los monumentos en campo de batalla. Los tebanos no se conformaron con el tropaion provisional sino que, a posteriori, levantaron un monumento en el propio campo de batalla, ¿acaso en el mismo lugar donde estuvo el tropaion de la ilustración anterior?

someter al enemigo

Aunque falta la parte superior donde intuimos que podría estar la representación en piedra del tropaion, en el pedestal apreciamos los escudos espartanos formando la base del monumento.

Denario de Julio César (46-45 a.C.)

Aunque el tropaion es provisional y no nos deja restos arqueológicos claros, su representación en monumentos, monedas y relieves varios es bastante común.

El sistema monetario controlado por un Estado que debe gobernar sobre territorios dispersos será un método de propaganda eficaz tanto para el tema que nos ocupa como para la propaganda de personajes ilustres.

someter al enemigo

El motivo del tropaion era un elemento conocido en sociedades mediterráneas del periodo romano, así que su representación en monedas se hace evidente como medio de comunicar victorias militares y promocionar públicamente a los generales victoriosos.

En este denario acuñado en época de César tenemos la alusión a la victoria sobre los galos. Como vemos es la representación de un tropaion o tropaeum al uso donde identificamos las armas étnicas del enemigo, sus escudos ovalados, los cascos decorados y la cota de mallas gala. Bajo él se añaden dos figuras: a la izquierda un galo maniatado que identificamos por su larga melena y en la misma actitud de sumisión que encontramos siglos antes con Narmer o Naram-sin. A la derecha la representación de Galia como una mujer en actitud de lamento y pena.

Tropaeum Alpium (6 a.C.)

El caso del monumento de Epaminondas en Leuctra no será el único. Las poblaciones alpinas decidirán honrar al princeps Augusto en los últimos años del siglo I a.C. tras las campañas contra las últimas tribus ligures.

someter al enemigo

Se levantará una edificación que nos recuerda al monumento de Leuctra. Será un tropaeum o tropaion con una base monumental rematada por una estatua. La particularidad de esta estatua es que no se trata de un tropaion al uso (el maniquí con las armas enemigas) sino que será Augusto quien presida el monumento. Plinio el Viejo nos narra la inscripción que figuraba en el monumento, hoy perdida ya que apenas se conserva parte de la fachada

Al imperator César Augusto, hijo del Divino, Póntifex Máximus, aclamado imperator por catorceava vez, en su diecisieteavo año con tribunicia potestas. El Sentado y el Pueblo romano, en conmemoración, bajo su liderazgo y auspicios, todas las gentes de los alpes, desde el mar superior [mar de Liguria] hasta el mar inferior [mar Adriático], fueron sometidas al imperio del pueblo romano. Gentes de los alpes conquistadas: [se añade aquí una lista de las 45 tribus conquistadas]

Plinio el Viejo refiriéndose a la inscripción del Tropaeum Alpium

Tropaeum Traiani (109 d.C.)

Un siglo después tenemos un ejemplo similar con el tropaeum de Trajano en la región de Drobuja (Rumanía), a unos kilómetros del campo de batalla de Adamclisi en el marco de las guerras Dacias.

El tropaeum de Trajano guarda similitudes con el de Augusto en los Alpes pero es un conjunto más armonioso y clásico pues volvemos a tener el maniquí con las armas del enemigo en su cúspide. En la base se colocan una serie de metopas con relieves de la campaña Dacia, que además son una fuente interesante para estudiar el equipamiento militar del periodo.

Debemos tener en cuenta que el tropaeum actual es una reconstrucción de 1977 ya que a comienzos de siglo el monumento estaba derruido. Muchos de los elementos originales se conservan en el museo cercano, aunque algunos fueron llevados a Estambul.

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Tropaion en la columna de Trajano (113 d.C.)

Aparte del monumento del 109 conocido como tropaeum traiani, la columna de Trajano, construida cuatro años después nos indica como que en los campos de batalla de la Dacia, los romanos también levantaron tropaion/tropaeum siguiendo esta costumbre que ya tenía unos cuantos siglos de antigüedad.

Observamos como la representación en relieve del arquitecto Apolodoro de Damasco en la columna trajana guarda el mismo esquema que observamos en la reconstrucción de la ilustración del tropaion de Leuctra seis siglos antes. El tronco de árbol sobre el que se colocan las protecciones corporales y la base de escudos. Detalle que merece la pena observar son los estandartes de draco en la base y la variedad de armas étnicas atribuidas a los dacios.

Múltiplo de 1 1/2 solido de Constantino I (307-337 d.C.)

¿Con los tropaion o tropaeum desaparece la imagen del líder derrotando a sus enemigos? no es así. Tenemos un ejemplo significativo en esta moneda de época de Constantino I acuñada en Tesalónica, donde recuperamos el esquema próximo oriental con Constantino como figura que acapara toda la atención y a un tamaño mayor al del resto de personajes. Aparece con indumentaria militar sometiendo al enemigo pasando por encima de ellos, que son representados como dos cautivos a sus pies en actitud de implorar piedad y con una proporción menor.

Follis de Crispo (317-326 d.C.)

Otro ejemplo donde la representación del Estado aparece derrotando al enemigo lo tenemos en este follis del César Crispo. En este caso no es el César quien aparece a mayor tamaño pasando por encima del enemigo sino una victoria con la palma de victoria en una mano y, atención, con la representación de un tropaion en la otra.

La leyenda «Alemannia devicta» nos indica que estamos ante la victoria de Crispo sobre las tribus de alamanes.

Aunque no hemos visto otros ejemplos, la representación figurativa del sometimiento mediante personajes antropomórficos, en este caso una deidad, (o como en el caso del kylix de Edimburgo: un hoplita) es una constante especialmente en monedas. El hecho de representar a la etnia derrotada (Galia, Hispania, Sicilia…) mediante una mujer es un motivo recurrente. De igual forma, el vencedor suele aparecer o bien representado en el general victorioso de turno o bien mediante una deidad femenina como la Victoria o la propia diosa Roma.


Para reflexionar:

  1. ¿Conoces alguna representación iconográfica de otro tipo que trate sobre el sometimiento del enemigo?
  2. ¿Conoces algún ejemplo similar entre los pueblos prerromanos europeos?. ¿Y entre el resto de pueblos y potencias próximo orientales?
  3. ¿Conoces ejemplos contemporáneos a la antigüedad mediterránea y próximo oriental en zonas como la América precolombina, África Central o Asia?
  4. ¿Cómo imaginas que servirían ejemplos como los tropaion provisionales en los campos de batalla o los relieves en templos y edificios destacados (Abu Simbel, por ejemplo) en la visión de los habitantes de la zona?
  5. ¿Son complementarios estos discursos iconográficos con una tradición oral sobre la historia local (por ejemplo: aedos y rapsodas)?
  6. ¿Hasta qué punto nos influye -en el imaginario colectivo- la propaganda ramésida sobre la batalla de Qadesh?
  7. ¿Hasta que punto influye la consolidación de un sistema monetario estable y que alcanza diferentes regiones para la propaganda sobre victorias de la potencia dominante sobre los sometidos?
  8. Avanzando el próximo artículo… ¿que ejemplos conoces de periodos históricos a partir del medievo hasta la actualidad?

Para saber más:

  • Martínces Barrio, A.; Motivos bélicos en las monedas romanas.
  • Gabaldón Martíncez, Mª del Mar.; El trofeo y los rituales de victoria como símbolos del poder en el mundo helenístico. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. 28-29, 2002-2003, pp. 127-143
  • Pérez Largacha, A.; La paleta de Narmer y el vaso Uruk. Ejemplos de la memoria cultural de los procesos formativos del estado en Egipto y Uruk. Boletín de la Asociación Española de Egiptología, ISSN 1131-6780, Nº. 21, 2012, págs. 53-68
  • Gallego López, A.; La estela de Naram-Sin. Una aproximación iconográfica e iconológica. Autores: Poder, cultura e imagen en el mundo antiguo. 2011, ISBN 978-84-8344-192-3, págs. 27-41