Templarios de frontera. La Orden del Temple en Portugal.

mayo 2, 2018 Escrito por: Tablilla De Cera - No hay comentarios

El asunto de los conflictos de frontera, la importancia y significado de una frontera así como el ejemplo de las consecuencias futuras que tiene el establecimiento de una frontera más allá de lo meramente geográfico es algo que hemos visto recientemente en uno de nuestros últimos artículos (La Tablilla de Cera: Conflictos de frontera. La huella del Colonialismo del siglo XIX). En esta ocasión vamos a seguir el hilo de las fronteras para tocar un caso práctico anterior y centrarnos en una labor casi de policía de frontera y base militar avanzada con los Caballeros Templarios como protagonistas, aunque lejos de abordar las Cruzadas y hablar en el consabido tema de los templarios en Tierra Santa, en este artículo nos vamos al incipiente reino de Portugal en la Edad Media.

Pero antes de la llegada del Temple a territorio lusitano es necesario remontarnos al origen de las ordenes militares y a la función primera del Temple para marcar un contexto histórico que nos permita comparar con su evolución posterior y que nos llevará a ver como se aplican en el oeste europeo, las técnicas aprendidas en el mediterráneo oriental.
Es más o menos conocido que la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón (Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici) se funda a finales del 1118 y comienzos del 1119, nada más creado el Reino de Jerusalén durante el reinado de Balduino I tras el corto gobierno de su hermano Godofredo de Bouillón, titulado como Defensor del Santo Sepulcro ante la negativa a ser coronado Rey en la ciudad sagrada. Estos primeros nueve freires (monjes guerreros) se alojan a expensas de Balduino I en la mezquita de al-Aqsa, que contenía los cimientos del antiguo Templo De Salomón y que el monarca usaba como palacio. Tras el traslado de este a la ciudadela de la Torre de David, en el barrio Armenio, como palacio definitivo, el enclave queda bajo posesión de los templarios, adquiriendo así su nombre Caballeros del Templo de Salomón, en un nuevo ejemplo de lo que vimos en nuestro último artículo, la reutilización de los espacios sacros (La Tablilla de Cera: Reutilización de espacios sacros. El ejemplo del templo cordobés).

Urbano II ante el Concilio de Clermont

Es importante señalar que tanto el proceso de cruzada y conquista como el consiguiente de creación de las primeras órdenes militares obedece en primer lugar a un problema demográfico y territorial, especialmente acusado entre miembros de la baja aristocracia desde comienzos de lo que conocemos como Edad Media hasta la aparición de la burguesía: los llamados segundones, todos aquellos nobles de segunda fila, hijos de terratenientes con las posesiones justas para asegurar el linaje de su primogénito y de su casa nobiliaria (recomendamos ampliar información con La Tablilla de Cera: Altos títulos medievales. Orígenes durante la Tardo Antigüedad y la Alta Edad Media), pero no así del resto de hijos, que se ven obligados a enrolarse en el clero o buscar sustento acorde a su estatus aristócrata por otros medios, incluso por compañías mercenarias como ocurrirá más adelante en el caso de la Guerra de los Cien Años (1337- 1453) o con la aparición de la figura de los condotieros en Italia. Así, la llamada a la Cruzada en el Concilio de Clermont (1095) permite a numerosos nobles desconocidos y sin posibilidad de ambicionar puestos relevantes en territorio europeo, la oportunidad de forjar su fama en Tierra Santa. Curiosamente, el éxito del llamamiento cruzado llevará a la larga al problema inverso: muchos nobles hipotecarán su hacienda para peregrinar y luchar por la fe en Tierra Santa, otros morirán en el combate y de la sobrepoblación nobiliaria pasaremos a grandes lotes de tierra semi abandonados por los señores feudales, ocasión que aprovecharán tanto la realeza como la incipiente burguesía.

Pero no queremos divagar demasiado. Volviendo al origen, estos nobles buscan formar un nuevo cuerpo de caballería, bajo un nuevo ideal, el de la orden militar bajo regla clerical, monjes guerreros dedicados a la fe cristiana en contraste con el ideal caballeresco tradicional y de carácter vasallático. Estos caballeros no obedecen a un Señor feudal, lo cual les llevará a conflictos y negociaciones con los diferentes reyes o nobles de aquellos territorios donde se establezcan hasta que, en el caso de los templarios, las ambiciones y las deudas de la realeza francesa choquen con la continuidad del temple, que como sabemos se disuelve por orden del papa Clemente V a instancias de Felipe IV de Francia en 1312, que se encontraba endeudado e incapaz de pagar al banco de los templarios. El acta de disolución, obviamente no recoge la cuestión económica:

<< […] Hace poco, Nos, hemos suprimido definitivamente y perpetuamente la Orden de la Caballería del Templo de Jerusalén a causa de los abominables, incluso impronunciables, hechos de su Maestre, hermanos y otras personas de la Orden en todas partes del mundo […] Con la aprobación del sacro concilio, Nos, abolimos la constitución de la Orden, su hábito y nombre, no sin amargura en el corazón. Nos, hicimos esto no mediante sentencia definitiva, pues esto sería ilegal en conformidad con las inquisiciones y procesos seguidos, sino mediante orden o provisión apostólica.>> Bula Ad Providam (1312)

¿Frente a quien responden las ordenes militares dentro del aparentemente rígido sistema feudal? En tan solo 9 años desde su fundación, los templarios consiguen una constitución que encaje su modelo de vida en el sistema feudal del medievo. Gracias a la amistad y parentesco con importantes personajes del periodo como Balduino I, Rey de Jerusalén y San Bernardo de Claraval, los nueve primeros templarios encabezados por Hugo de Payens obtienen del Concilio de Troyes la regla -cisterciense- que oficializa la Orden y la encaja en el sistema y en poco tiempo, tras una peregrinación por Europa llamando a otros nobles a enrolarse para formar parte de la caballería monacal, regresan a Tierra Santa con un pequeño ejército de 300 caballeros y un incontable número de seguidores (escuderos, siervos…).

Estatua de Gualdim Pais en Tomar, 6º Maestre del Temple en Portugal

Durante estos años, el poder de la Orden se consolida en materia de jurisprudencia y estatus social ya que como veremos enseguida su poder militar era muy limitado. A las actas de 1128 que salen del Concilio de Troyes se le une toda una legislación papal posterior: bula Omne Datum Optimum en 1139, bula Milites Templi en 1144 y bula Militia Dei en 1145, además de unos ingentes estatutos internos entorno a 1167. Se les otorga plena independencia de actuación salvo el vasallaje de la Orden al Santo Padre de Roma, adquieren fortalezas y el derecho  a recaudar donativos en iglesias y a tener un sacerdotado propio y exclusivo. Los templarios llegarán a contar en siglos venideros con un ejército de unos 30.000 soldados y una flota mediterránea que rivalizaría en poder con las más conocidas de Venecia o Génova, además de ingentes posesiones repartidas por toda Europa y Tierra Santa (en este último caso, hasta su expulsión en 1291 con la caída de Acre), pero como decimos, su poder militar en estas fechas tempranas era limitado y su actuación es básicamente policial, mucho más preocupados por los peligros del camino en forma de salteadores y bandidos diversos que de la lucha contra el Islam como sería la idea que tenemos hoy en día. Debemos tener en cuenta que la afluencia de peregrinos a Tierra Santa, a Jerusalén principalmente, ocurre desde antes de la Primera Cruzada; el control del corredor sirio-palestino por parte del Islam no supone que los cristianos tengan prohibido el paso -aunque si es cierto que el que domina Tierra Santa en cada momento impone sus normas y favorece a sus intereses en perjuicio de otros-. No obstante, el dominio cristiano de la zona tras la Primera Cruzada, favorece una mayor afluencia de peregrinos, un crecimiento seguramente exponencial e incuantificable que pone de manifiesto un problema que ya era conocido por todos y que no se diferencia mucho de otros caminos durante la Edad Media: el problema del bandolerismo y los diferentes problemas con los que se encuentra el viajante, ya sea peregrino, comerciante o un persona que se desplaza de un punto a otro. En este punto, los primeros templarios cumplen una función básica y efectiva minimizando el daño a los peregrinos al servir de escolta y al controlar puntos estratégicos mediante una red de fortalezas que se ampliará más adelante a la seguridad marítima con la flota templaria.

El control de los pasos y caminos tiene además una doble intención ya que sirven a modo de aduanas y permite recaudar fondos y donativos para la Orden. No es necesario ver malicia en esto ya que el agradecimiento de los peregrinos y de la sociedad en general en estos primeros tiempos se observa en la gran cantidad de propiedades y fondos que adquiere el Temple rápidamente. Muchos nobles desean congraciarse con la Orden y se conservan documentos de donaciones por agradecimiento. Este punto podemos ampliarlo y entenderlo mejor si estudiamos el régimen financiero que crea la Orden desde el comienzo y que, aunque finalmente llevará a ser su perdición por el endeudamiento del monarca francés, resulta interesante comprobar como el Temple se convierte en uno de los principales garantes bancarios durante la Edad Media, al margen de los tópicos prestamistas judíos y del régimen económico de ciudades como Venecia o Génova. La red de encomiendas (la mayoría gracias a donaciones), los préstamos a interés bajo, así como la posibilidad de efectuar pagarés en lugar de transportar la moneda física, permitieron un flujo de dinero constante mediante los intereses de los préstamos, cuyo clientes, a sabiendas de que el sistema bancario templario era seguro gracias al potente componente militar y a toda esta documentación contable, no tenían queja y quedaban garantizadas sus propias finanzas o aquellas empresas para las que necesitasen fondos.

Llegados a este punto cambiamos de zona geográfica y nos movemos desde un extremo, Tierra Santa, hasta el otro: un pequeño e incipiente reino portugués volcado al atlántico que llama a los templarios para buscar ayuda en su Cruzada contra el dominio almorávide.
Esta presencia templaria en Portugal es increíblemente temprana. Si la fundación de la Orden está datada en el año 1118 en Jerusalén y su confirmación oficial llega 10 años después, en enero de 1128 en el Concilio de Troyes, ya en este mismo año, apenas unos meses después, en marzo de 1128, se otorga a la Orden la primera encomienda en territorio peninsular. Esta donación es otorgada por la Infanta Teresa de León, Condesa de Portugal y confirmada al año siguiente por Alfonso Henriques, primer Rey de Portugal tras la batalla de Orique en 1139 contra los almorávides y su confirmación como tal en 1143 en el tratado de Zamora con Alfonso VII de León, que le otorga el título real pero lo mantiene como vasallo al otorgarle el Señorío de Astorga, dentro del Reino de León. Esta primera posesión templaria parece obedecer a una simple donación a la causa templaria, una encomienda de la cual sacar rentas destinadas a las labores del Temple en Tierra Santa. Sin embargo, el Castillo de Soure y el bosque de Cera, ambas posesiones en la zona de Coimbra, son en cierta forma un regalo problemáticamente intencionado ya que quedaban muy cerca del territorio almorávide y esta misma posición defensiva, Soure, interesaba a estos almorávides como cabeza de puente hacia el norte. Siendo así y teniendo en cuenta la expresa prohibición por parte de la Iglesia de Roma de que los caballeros de los diferentes reinos de la península ibérica no acudiesen a la Cruzada de Tierra Santa por el interés en mantener tropas cristianas peninsulares para hacer frente a las guerras contra el Islam en la mitad sur de la península, prohibición a la que por cierto no se le hizo demasiado caso, los templarios ponen también su interés en sus nuevas posesiones portuguesas y ya con Alfonso Henriques (Alfonso I de Portugal) combaten 250 caballeros templarios -y seguidores que no aparecen en las fuentes, no olvidemos- que ayudan a la toma de plazas tan importantes como Santarem en 1147 y Lisboa en 1149.

Castillo de Almourol sobre una isla del Tajo.

Así, los templarios se convertirán en pieza clave para la monarquía portuguesa. No aportan los mayores contingentes de tropas a la hueste del rey pero acuden a practicamente todas las batallas relevantes y desde Portugal colaboran en algunas de las campañas de Cruzada del resto del territorio peninsular (Navas de Tolosa 1212). Su función principal resultó clave para el incipiente reino de Alfonso I y sus sucesores ya que se convierten en los garantes de la seguridad de frontera. ¿Cómo sucede esto? controlando los puntos estratégicos y estableciendo una linea principal de defensa en la margen norte del río Tajo. Los Caballeros del Temple de Jerusalén se dieron cuenta de la importancia del río como lugar de frontera y control y copiaron -consciente o inconscientemente- una vieja estrategia que ya pusiera en marcha Julio César durante su propretura en el año 61 a.C. en la Hispania Ulterior, cuando ascendió desde el Algarve para enfrentarse a las belicosas tribus que acosaban la zona desde sus posiciones en la Serra da Estrela, un territorio escarpado -la principal cordillera portuguesa- y difícil de penetrar. Si César estableció una red de Colonias romanas en la margen sur, el Temple posicionó sus baluartes en la zona norte del río.

Todo esto se hizo gracias a las donaciones de la nobleza portuguesa o de la propia institución Real y como vemos, no son donaciones al azar, sino puntos estratégicos que los templarios se ocupan de fortificar y patrullar al tiempo que actúan como Señores de estas encomiendas, recaudando los tributos necesarios para la financiación de esta red defensiva tal cual hemos visto en la primera parte del artículo. ¿Cómo son estas fortalezas? lejos de la idea de grandes bastiones defensivos como los que encontramos en Tierra Santa con los ejemplos del Krak des Chevaliers (Siria) de la Orden del Hospital de San Juan, o el Castillo templario de Pèlerin al sur de Haifa (Israel), capaz este último de albergar a 4.000 soldados, en la península Ibérica y especialmente en Portugal, donde no hay grandes llanuras sino una sucesión de valles y colinas, se buscan los baluartes defensivos de control. Son pequeños enclaves como el Castillo de Almourol, un recinto reducido que apenas podría albergar unas decenas de soldados y que se construye sobre una fortificación previa que se presupone de origen romano. Situado en una isla en el Tajo y con unos muros imponentes, su acceso se realizaba mediante barca y cumplía funciones de vigilancia y de aduana respecto al tráfico de productos y personas por el Tajo o intentando cruzar el río en un sentido u otro.

1.-Almourol / 2.-Alpalhão / 3.-Arouce / 4.-Bemposta / 5.-Braga / 6.-Torres Novas / 7.-Santarem / 8.-Castelo Branco / 9.-Castelo Mendo / 10.-Constância / 11.-Dornes / 12.-Ega / 13.-Elvas / 14.-Evora / 15.-Ferreira do Zêzere / 16.-Marialva / 17.-Monsanto / 18.-Montalvão / 19.-Moura / 20.-Nisa / 21.-Penela / 22.-Pombal / 23.-Seda / 24.-Serpa / 25.-Tomar / 26.- Soure

Si observamos el mapa en el que hemos señalado las fortalezas templarias en Portugal (aunque no todas), nos resultará más fácil comprender esta red estratégica de pequeños enclaves. Observamos una clara intención de dominar la franja de terreno entre el río Mondego a su paso por Coimbra, ciudad en la que en 1131 Alfonso I establece su Corte y el Tajo a su paso por la región de Santarem (la población es arrebatada a los almorávides en 1147), todo ello entorno al discurrir de los ríos Zézere y Nabão (un afluente de este). Con esta franja de terreno norte-sur, el Temple protege la Corte de Coimbra y se convierte en un tapón entre los dominios almorávides y almohades y los portugueses, el Tajo se convierte en frontera y punto desde el que parten las campañas hacia el sur, así que se refuerza con un puñado de fortalezas en la zona de Castelo Branco, tanto al norte del río como al sur, cerca del límite con Castilla. Según avanza la conquista portuguesa, los templarios adquieren una serie de enclaves hacia el sur, aunque su presencia nunca será tan patente como en la defensa del Tajo. Évora y Elvas, en la llanura, tienen presencia Templaria y el Guadiana contará con algunas fortalezas, encaradas tanto al sur como al este. En el norte su presencia es menor y salvo algún castillo encarado hacia Castilla el resto de posesiones son encomiendas de las que obtener tributos y no aparecen en el mapa. Hay que tener en cuenta que aunque no era su objetivo, de forma muy puntual los templarios apoyan a Portugal en sus conflictos con Castilla (Ciudad Rodrigo, 1199). Resulta interesante la ausencia de posesiones templarias más hacia la costa atlántica, especialmente al sur de Lisboa. Cuando se disuelva la Orden por el conflicto con Francia y el papado, y en territorio portugués aparezca la Orden de Cristo como claros sucesores y herederos del Temple, los soldados de Cristo apoyarán las empresas navales de la monarquía pero esa parte no es nuestro objetivo.

Castillo-convento de la Orden de Cristo en Tomar. Fundado por el Maestre templario Gualdim Pais actuó como sede templaria y de la posterior Orden de Cristo.

Los templarios portugueses gozaban de cierta independencia respecto al resto del temple, principalmente por encontrarse en el extremo occidental y en territorio de cruzada con condicionantes diferentes a los de Tierra Santa, de tal forma que los sucesos de un extremo no afectaban demasiado a los del otro y no resultaba lógico establecer estrategias comunes. Tenemos diversas fuentes, principalmente cronistas del temple, pero se cuentan entre 22 y 32 Maestres del Temple en Portugal según la crónica a la que acudamos, 26 o 28 Maestres entre 1128 y 1312 parecen las cifras más acertadas. Sin duda entre todos ellos la figura más importante y conocida es la del sexto (cuarto o quinto en otras relaciones) Maestre portugués, Gualdim Pais (1118-1195), que es nombrado caballero por Alfonso I en la mencionada batalla de Ourique (1139) y parte hacia Tierra Santa durante 5 años en los que entra como freire en la Orden del Temple. A su vuelta se convierte en Maestre del Temple portugués y desde la originaria encomienda de Soure, su actividad frenética le lleva a construir los principales enclaves templarios en la franja del Mondego-Tajo que ya hemos comentado: Almourol, Pombal, Monsanto, entre otros, y su principal obra, el Castillo y Convento de Tomar, lugar donde sitúa la sede templaria y cuya arquitectura -modificada por algunos Maestres posteriores- es una de las más admiradas de Portugal. Tenemos constancia de dos fueros locales otorgados por Gualdim Pais que nos dan cuenta de la independencia que tenía el temple respecto al poder Real o al religioso; los fueros de Tomar (1162) y de Pombal (1174) regulaban la vida de la comunidad, establecían derechos y obligaciones y el marco jurídico de sus habitantes. Al ser territorio de frontera, estos fueros gozaban de una mayor independencia de actuación y ciertas libertades o privilegios.

Gualdim Pais y su nueva sede templaria de Tomar tuvieron que dar cuenta de su eficacia en 1190 frente al asedio de las tropas almohades del califa Abu Yúsuf Yaacub al-Mansur durante su primera campaña tras ser nombrado Califa. Al-Mansur fracasaría a pesar de la superioridad numérica en la misma región donde años antes había fracasado y muerto su padre Yúsuf I, frente a los muros de una ciudad de Santarem defendida por Alfonso Henriques (Alfonso I). Este tándem entre la monarquía lusa por un lado, que conseguía poco a poco avanzar en su conquista hacia el Algarve, y la Orden Templaria por otro, cubriendo retaguardia y asegurando una frontera capaz de aguantar los contragolpes y campañas de conquista desde el Califato, permitió al Condado Portucalense que vio nacer a Alfonso Henriques convertirse en un Reino estable con las fronteras actuales en apenas unas generaciones, con Sancho II, bisnieto del anterior.

Para reflexionar:

  1. ¿Conocías la presencia templaria en Portugal y su importancia?, ¿conoces la existencia de los Maestrados de Aragón y de Castilla?
  2. ¿Qué otras ordenes militares vinculadas a Tierra Santa actuaron en territorio peninsular?, ¿qué ordenes militares se crearon en territorio peninsular y concretamente en Portugal?
  3. Al igual que hablamos en el artículo anterior sobre la reutilización de los espacios sacros, ¿se puede hablar de una reutilización de las estrategias defensivas en el caso del Tajo romano y templario en Portugal?, ¿conoces otros casos?
  4. ¿Qué sabes de la presencia omeya, almorávide o almohade en Portugal?, ¿crees que se estudia en el conjunto peninsular o tanto España como Portugal lo estudian como entes separados?, ¿es esto correcto?
  5. ¿Conoces alguna de las fortalezas o lugares mencionados en el mapa?
  6. ¿Cómo se trata la presencia templaria en Portugal en los planes de estudio y cultura general sobre la Edad Media?, ¿y en España?
  7. ¿Qué conoces sobre el proceso contra los templarios y la causa económica que lo promovió más allá de mitos y tópicos?, ¿conocías algo sobre el sistema bancario templario?

 

Para saber más:

  • Manuel Capêlo, J.; Portugal Templário. A presença templária em Portugal. Editorial Zéfiro, 2008.
  • Barroca, M. J.; Os castelos dos templários em Portugal e a organizaçâo da defesa do reino no séc. XII.  Acta historica et archaeologica mediaevalia, ISSN 0212-2960, Nº 22, 2001
  • Wikipedia: Castillo y Convento de Cristo en Tomar.
  • Turismo de Portugal [Zona Centro]: Ciudad de Tomar y Castillo de Almourol. Recomendable para planificar visitas.