Enlace a la noticia: AEDE: Comienza la restauración del templo de Isis en Pompeya.
Iseum de Pompeya. vía domuspompeiana.com
Hace un par de semanas la Asociación Española de Egiptología se hacía eco de la restauración que se está llevando a cabo sobre el templo de Isis en Pompeya. La noticia es muy positiva teniendo en cuenta el abandono del yacimiento por parte de las autoridades locales y estatales. Situación que produjo varios derrumbes (Noviembre de 2010: Escuela de los gladiadores y Casa del Moralista. Septiembre de 2015: Casa de Demetrio), una dura y triste polémica sobre la implicación mafiosa en el yacimiento que acabó motivando que el gobierno italiano pusiese a un general a cargo del yacimiento («Un general contra la mafia en Pompeya») y especialmente la amenaza por parte de la UNESCO de retirar la titulación de «Patrimonio de la humanidad» al no respetarse los convenios sobre patrimonio que establece la institución internacional («Pompeya podría dejar se ser patrimonio de la humanidad») que parece haber actuado como revulsivo dadas las últimas medidas.
El culto a Isis en Roma adquirió una importancia destacable a pesar de las reticencias y trabas iniciales. Aunque los cultos orientales ya habían penetrado un par de siglos antes (véase la relación entre Sila y la diosa egipcia Maat), el Augusto que sale victorioso tras la guerra civil trata de restaurar la moral y la religión y diferencia el culto a los dioses romanos en consonancia con el mos maiorum (la tradición de los mayores) y el culto a supersticiones externas, especialmente a Isis por su vinculación con la reina Cleopatra. No obstante, el culto a Isis acaba calando en determinados sectores de la sociedad por su idea de renacimiento y del «Más allá» (del que el cristianismo se verá influído), ideas algo alejadas de la instrumentalizada religión grecoromana practicada por magistrados. Fuera de la multiétnica Roma el culto a Isis se hizo especialmente potente en Campania, con su centro religioso en el Iseum de Pompeya, que fue de los pocos edificios reconstruidos con rapidez tras el terremoto del 62 d.C. (previo a la erupción del Vesubio en el 79 d.C.).
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